Una niña triste
El otro día me encontré en la farmacia una cara conocida. Es una tontería decir esto en un pueblo, pues todas las caras son conocidas. Pero esta cara me sonaba y, además, me contaba una historia. Recordaba a la chica de mis años allí, en el colegio. Ella y su hermano llegaron nuevos, venían de otra comunidad, y probablemente, de una ciudad. Se notaba en cómo hablaban: eran mucho más delicados que nosotros, quizá también tenían mejores modales. Ambos, la chica y su hermano pequeño, tenían cara de buenas personas y unos mofletes que daban ganas de pellizcar. Podrían haber hecho muy buenos amigos, podrían haber sido uno más en su clase.
No sé cómo resultó en el caso del chico, pero en el de la chica no fue así. Sus compañeros no le dirigían la palabra y, cuando alguien lo hacía, era para insultarla. Siempre estaba sola en el recreo, pero si no lo estaba, era porque le estaban pegando. No era agradable. En alguna que otra ocasión fui yo la chivata que corrió -no muy rápido, la velocidad nunca fue una de mis virtudes- para avisar a los profesores de guardia de que esta niña necesitaba ayuda. No recuerdo su nombre. Ni siquiera sé si lo supe algún día. Pero sé que siempre tenía un gesto triste, la mirada perdida, cansancio en el rostro, a pesar de una pequeña sonrisa.
¿Os ha pasado alguna vez que os reconocéis en otra persona? En sus vivencias, en las dificultades que tiene que sobrepasar,... A mí me pasaba con ella, cuando era pequeña. Y me pasó el otro día en la farmacia. Vi sus ojos tristes, su gesto tímido, pero una pequeña sonrisa que aún permanecía ahí. Vi el rostro de alguien que se siente solo, pero, a pesar de todo, sigue al pie del cañón.
Pedí a la dependienta lo que iba a buscar, lo pagué y me vine a casa, sin decir palabra. Al llegar, pregunté a mi madre si sabía cómo le iba a aquella chica: si había hecho amigos, si la veía por el pueblo con otros chicos y chicas. Quién sabe, quizá yo estaba siendo demasiado tremendista, puede que estuviese acompañando a su madre, sin más. Pero mi madre confirmó mis temores. Me dijo que no, que no se la veía con amigos, que siempre iba acompañada de su madre. Y me puse muy triste.
Me habría gustado decirle algo que la animara o que la hiciese sonreír sinceramente. Decirle que estar solo no es para tanto, que hay gente que siente que simplemente no encaja porque no puede meterse un cuadrado en un hueco diseñado para círculos. Que una personalidad del tamaño de una catedral no puede caber en una bolsa de té. Me habría gustado decirle que seguro que es alguien especial, que seguro que puede hacer grandes cosas. Y sobre todo, que estoy segurísima de que no va a estar sola siempre. Me habría gustado intentar convencerla de que, desperdigadas por el mundo, hay otras personas con las que ella podría sentirse a gusto, a las que podría querer y que la querrían. Pero no lo hice. No lo hice porque tenía miedo a meter la pata. No lo hice porque no me sentía autorizada para entrar en su vida. No lo hice porque tenía miedo de estarle contando una mentira. No lo hice.
Me habría gustado decirle que las cosas mejoran, pero tampoco quería mentirme a mi misma.
A lo mejor en nuestro interior somos todavía lo mismo, a pesar de los años y de la vida, o quizá precisamente por eso: unas niñas tristes.
Me causa mucha tristeza la soledad que puede sentir esa chica :(
ResponderEliminarY a mí... pero a lo mejor no está triste y no se siente sola. A lo mejor soy yo, viéndola desde mis prejuicios de una manera totalmente equivocada.... no sé.
EliminarEste caso me trae a la memoria a otra niña, con un caso parecido, no tan fuerte, ni con esas consecuencias posteriores...Pero una niña que se sentía, como se suele decir, la tontita de clase...Cambiaba de amigas, intentaba acercarse a todo el mundo, pero nada funcionaba...Y sabes que?? qué a fuerza de intentarlo, con el tiempo aquellos que se reían y burlaban de ella llegaron a ser sus amigos y reconocer que se pasaron mucho con ella. Simplemente había que ser fuerte..."Simplemente"
ResponderEliminarPones muy bien las comillas. No es tan fácil. Cada uno toma una salida. Yo me refugié en los libros. Cada uno se sale por donde puede, ¿no?
EliminarEn estos casos la lectura es una buenísima via de escape, pero que te voy a contar a ti de esto que tú no sepas... Con un buen libro, quien se siente solo?? Volviendo a la chica, es normal que te impactara verla y revivirla igual que hace años, pero como bien dices, igual ella tiene asumido que su vida no puede ser de otra manera, y es feliz dentro de su circulo seguro. La felicidad es tan relativa...
EliminarPues sí, quizá sea feliz.
EliminarJo, es una pena T___T
ResponderEliminarLa situación que vive ella y muchos más. No lo decía por el hecho de no decirle nada. Realmente por mucho que le hubieras dicho, igual tampoco habrías podido hacer nada.
Pero vamos que seguro que yo me hubiera sentido igual que tu.
Es que es como cuando ves a alguien llorar por la calle. No sabes muy bien cómo actuar..
EliminarYo tb conozco casos parecidos en mi pueblo, en todos sitios hay gente que no encaja; ojo,q yo no soy de las q más encaja tampoco...jajjaja
ResponderEliminarSi, lo que pasa es que es duro ser de los que no encajan... hasta que te haces a la idea, por lo menos XD
EliminarBueno, en mi caso vivo en una ciudad, y recuerdo que en todas las clases de mi colegio siempre habia algún niño marginado. No tenía por qué ser de fuera, simplemente por ser más canijo, mas blanco, mas gordo, mas timido, etc. Si se destacaba en algo ya era lo suficiente para que abusaran de ti los demás. Y aunque era solo una o dos personas las que llevaban la batuta de jefes en el ataque personal, los demas niños de la clase eran como borregos que los seguían y hacían lo mismo con el "diferente". Era patético ver como toda una clase se ponía de acuerdo para abusar e intimidar a una persona con la que se habian criado durante años y habian jugado juntos. Pero asi es esta sociedad, son manadas guiadas por gente con falta de seguridad (es por eso que atacan al mas debil, para sentirse mas fuertes). Lamentandolo mucho pienso que este problema siempre ha estado y siempre va a estar ahi.
ResponderEliminarSí, yo también lo creo así, por desgracia. Pero espero que cada vez seamos más capaces de poner los medios para evitar que llegue a mayores.
EliminarDespués de toda la vida viviendo en este pueblo, aún hay gente que me pregunta de dónde soy y cuándo me vine a vivir aquí porque no les sueno de nada. Con eso ya te digo todo al respecto de cómo fue mi niñez y adolescencia. Llegué de una ciudad al pueblo a los cuatro años, y recuerdo perfectamente la sensación de no encajar, ya en la clase de párvulos, sensación que se acrecentó a lo largo de los años y que sigue presente. Nunca fue un trauma, pero si es verdad que en algún momento dolió. Ahora me encanta. A lo mejor es orgullo mal entendido y no tenía que ser así, pero me siento bien no siendo una más. Al menos que eso no me lo puede quitar nadie. :)
ResponderEliminarHacemos de la necesidad, virtud, no? :)*
EliminarSí, y tan a gusto, oye...:)
EliminarTambién uno debe aprender a hacerse a sí mismo. No podemos quedarnos en la lástima, ni en la pena. Esa chica, que para mí es una niña, pero no lo es, ha pasado ya su adolescencia y la adolescencia hay que superarla. Es verdad que puede haber gente que te haya hecho de menos. Eso no pasa solo con los que vienen de fuera, también pasa con los que son mas tímidos o retraídos o simplemente diferentes (aunque los diferentes suelen temer personalidades más fuertes y les da igual) y desde luego sigue pasando en la vida adulta.
ResponderEliminarNo soporto a la gente que hace de menos a otros porque se le ponga en la punta de...porque no son como ellos, y si veo alguna actitud así (que las sigo viendo por desgracia) suelo ponerme de parte de la persona despreciada e incluso, si tengo confianza en quien esta pasándose tres pueblos le digo 5 cosas bien dichas. Pero igualmente si tengo la posibilidad a la otra persona le digo que espabile, que rompa el cascarón.
Y si el trauma es gordo, entonces la ayuda profesional es básica. La vida es demasiado corta (aunque uno es incapaz de verlo a los 18 años) para perder tiempo en complejos.
Eso no pasa solo en el pueblo y en el colegio, si me apuras donde más pasa es en el trabajo.
EliminarPasa en todas partes, y por cualquier motivo. Yo no venía de fuera y en fin... también me llevé mi parte XD Pero en estos casos a mí me cuesta mucho no ver en esas personas mis vivencias y sentir cierto malestar :/
EliminarEstoy de acuerdo con lo que dices, Perri. Por casos cercanos que conozco lo digo, gente que se ha quedado en los comportamientos de hace quince años y que es incapaz de evolucionar. Y, sobre todo, incapaz de relacionarse y de abrirse a los demás. La adolescencia, con todo lo que conlleva, no te puede marcar de por vida.
EliminarEspero que en algún momento esa chica encuentre a gente que la quiera y acepte tal y como es. Lo malo de esa situación no es sólo el momento en sí, sino que se suele convertir en algo crónico; las personas que han sufrido semejante maltrato de otros niños al final piensan que de alguna manera no merecen ser queridos o respetados.
ResponderEliminarNo todos, pero sí, cuesta más sobreponerse y quererse.
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