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Mostrando entradas de junio, 2014

Las dos culturas.

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En este país somos muy de trincheras. De "conmigo o contra mí". Yo hablo de este país porque, por desgracia, no conozco otros. A lo mejor en otras partes del mundo es igual. Si es así: qué pena.  En el post de hoy voy a referirme a la trinchera cultural/educativa, lo que comúnmente se conoce como: ¿ciencias o letras? Como bien decía Ro en un post de hace ya algo de tiempo , se trata de un conflicto que dista mucho de estar superado. Y, como ella, aquí estoy yo, con un cabreo de esos que te dura toda la vida, de esos que llevas latente siempre, pero que, de vez en cuando, se despierta con rabia.  Intento estar atenta a los movimientos sociales que tienen que ver con Educación: movilizaciones, cartas abiertas, manifiestos, ... Si un colectivo denuncia que retirar cierta asignatura es un desatino, quiero enterarme y saber quién lo dice. Las noticias, normalmente, se refieren al área de Humanidades y Artes pues, por desgracia, son las materias más maltratadas en el sis

En ocasiones veo...

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Hace poco hablaba con una maestra. Tiene unos años más que yo, quizá 4 o 6. Trabaja de lo suyo, pero no en un colegio, y por lo que me comenta no está ganando un sueldo demasiado bueno para lo que trabaja.  - Si yo me hubiese quitado de estudiar y hubiese entrado a (introduzca aquí nombre de empresa en la que trabajan buena parte de las mujeres de la comarca que están en activo) ahora estaría bien, con mis vacaciones a elegir, cuando yo quisiera, un buen sueldo, reducción de jornada por maternidad... ¿Sabes la madre de X? Ella y yo íbamos juntas a clase, pero ella se quitó para trabajar con 16 años y yo seguí, para "tener un porvenir", como me decían mis padres. Y mira ahora. Está ella bastante mejor que yo -me contaba. - Ya. Yo lo pienso muchas veces. Tanto estudiar para ahora... -contesté. Y pensé, aunque no lo dije: "Y tú al menos trabajas..." - Pero bueno, no me arrepiento -añadió. - Pues yo a veces sí...-dije yo, medio en broma, medio en seri

Una a veces se encuentra lo que no quiere...

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Yo tenía planes. En serio, este fin de semana quería hacer alguna cosilla. La que más ilusión me hacía era ir a tomarme un crêpe de chocolate (¿se escribe así?), que me había dicho una compañera del curso que me lo haría bueno.  Además, tenía ganas de descansar. Llevo un tute importante durante la semana, pero estos dos últimos días, miércoles y jueves, han sido dignos de mención especial.  Pues bien, anoche me acosté súper contenta: ¡mañana viernes! Y después de las prácticas, ¡a descansar! Y el sábado, crêpe rico, rico.  Y el domingo a seguir descansando. Y a leer.  Pero el mundo me odia. Esta noche no he podido dormir, tenía compañía: os presento a mi compañero, el virus estomacal. No, no os encariñéis con él, que yo estoy deseando que se pire. Así que mis planes se han ido a tomar por saco. He estado toda la madrugada vomitando,  toda la mañana quejosa, vegetando y febril, lo que va de tarde hecha polvo...Y para rematar, os regalo una bonita escena: finales de junio y

Papiroflexia

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No sé si sabéis que Miguel de Unamuno adjuntó a su obra Amor y pedagogía un tratado de papiroflexia. Recuerdo que el profesor de filosofía nos explicó que eso era un añadido sin importancia, que no había que leerlo y que no tenía ningún interés. Que Don Miguel de Unamuno lo había puesto ahí para completar las páginas necesarias para que le publicasen el libro.  Si la razón que nos dio es cierta o no, lo desconozco. Lo que me parece muy mal es que nos dijera que no tiene importancia. ¿Cómo puede ser eso? La papiroflexia es todo un arte. Fuente Será, no lo niego, que yo tengo una obsesión casi insana con sacar cosas del papel. Ya sabéis, por lo de la escritura también: coges un folio en blanco, un lápiz y algo de imaginación y ¡zas! En menos que canta un gallo -bueno, no tan rápido a veces- tienes una historia.  No es creación ex nihilo , eso nos está vetado a los simples mortales (al menos de momento), pero es un buen sustitutivo. Fuente

Cuéntame un cuento.

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Nunca me habían contado un cuento para dormir, nunca, hasta que tú llegaste. ¿Lo recuerdas? Yo te insistía, antes de dormir, a veces después del amor, con el sueño pesando sobre mis párpados: - Cuéntame un cuento. Y tú respondías: - No sé... Pero yo, que soy insistente, te pedía que te lo inventases y tú me dabas el gusto. Un cuento sobre un perro astronauta que era amigo de los gatos. O un cuento sobre una niña que no quería dormir y se pasaba las noches saltando en la cama. Historias destinadas a ser olvidadas y recordadas al mismo tiempo porque dibujaron instantes que atesoraré por siempre.  Para sorprenderme compraste en una librería de ocasión un libro de cuentos de los hermanos Grimm, una edición terrible, ¿te acuerdas? Pero no importaba. Cada noche me leías un cuento o dos. Y yo sentía que engañaba al tiempo: ya no era una niña pero casi sentía que sí mientras tú, a media luz y quemándote las pestañas, me regalabas las historias que otros escribieron. 

A 10 años vista.

Aunque parecía vieja, no lo era. Andaba balbuciendo y sin rumbo por las calles de una ciudad cálida. No le gustaba, pero en su ciudad soñada dormir a la intemperie habría sido un suicidio y le faltaba valor. De tanto en tanto la seguía algún perro o un gato, con los que compartía lo poco que encontraba para llevarse a la boca, aunque lo cierto es que la comida era tan escasa que ninguno se quedaba demasiado tiempo. En un raído capazo de palma transportaba sus escasas posesiones: unas gafas rayadas, páginas sueltas de unos cuantos libros, una manta marrón llena de agujeros y un viejo cojín.  Si alguien la encontraba durante uno de sus ataques de cordura, los cuales no eran demasiado frecuentes, le contaba con tristeza su historia. Era una historia llena de lagunas, como sus ojos, y nadie sabía si había olvidado esas partes voluntariamente o si las guardaba en secreto, quizá por miedo o vergüenza.  Había huido, empujada por la tristeza, la frustración y las ganas de sobrevivir

Repartir los muebles.

No sé si algunx de vosotrxs ha estado alguna vez en esta situación. Espero que no, pero supongo que será que sí. Y digo que espero que no porque es una de las situaciones más incómodas que se me ocurren. Os hablo de estar en medio de la ruptura de una pareja.  No sé, imaginad, una pareja que ha surgido dentro del grupo de amigos y en la que ambos miembros os caen bien. No bien: ambos miembros os caen de puta madre. Salen durante un montón de tiempo y un día, vaya usted a saber por qué -sus razones tendrán- deciden romper. Hay quien tiene soluciones simples y tajantes para estas situaciones: ¿quién era mi amigo antes? ¿Él o ella? Pues ya tengo la decisión tomada. También es típico que las chicas se pongan de parte de las chicas y los chicos de parte del chico. Pero claro, para otros no es tan fácil. Es evidente que la situación no es nada deseable para la pareja implicada pero tampoco para los demás implicados. Ellos dos lo pasan mal y probablemente por eso demandan el apoyo de

Libro: Eleanor & Park, de Rainbow Rowell

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Tengo que organizar un día de estos mi Olimpo personal. De momento ya os he hablado alguna que otra vez de Lia , Diosa de las Series (ocasionalmente interviene en el campo de las recomendaciones literarias, también). Creo que también os he hablado de Ro , Diosa de los Libros (especialmente de la literatura juvenil) entre otras cosas. Tengo que aclarar bien hasta dónde llegan sus poderes.  Pues bien, Ro va consolidando su título recomendación tras recomendación. Hacía tiempo que veía por ahí este libro. De hecho, creo que estaba entre las sugerencias de Goodreads y lo añadí a la lista de pendientes. Pero no lo consideré seriamente hasta que no vi su post sobre el mismo . ¡Bendita la hora! ¿De qué va el libro? Park es un chico raro. Su manera de vestir, sus gustos musicales, su actitud ante el mundo... no se parece demasiado a la de sus compañeros de barrio o instituto. Eleanor...Eleanor no se parece a nadie. Su forma de vestir es tan compleja como su vida, pero much

Esto es una entrada programada.

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Pues sí. No tengo yo mucha costumbre de programar entradas, no me gusta demasiado. Prefiero sentarme delante del PC, pensar en qué me ha pasado en el día que merezca la pena ser contado, o descargar en el blog alguna neura que me persigue. Sí, en eso consiste básicamente este blog.  Me gusta esa sensación de inmediatez, de que lo que se publica acabe de salir de mi cabeza -a veces de mi corazón. Pero las circunstancias de este mes de junio no me permiten hacerlo. Al menos no de lunes a viernes.  Para que no os preocupéis os diré que he añadido a mis 5 horas de curso matinal otras 5 de curso vespertino. Vamos, que voy a tope. Y para mí lo de escribir en el blog requiere un poco de tiempo, tranquilidad, ... No me gusta escribir atropelladamente y con prisas.  Así que por eso esto es una entrada programada. La escribí el domingo porque sabía que no iba a tener tiempo de escribirla ni el lunes, ni el martes, ni el miércoles. Ni hoy, jueves.  ¿Y a qué tanta urgencia?, podéis

Libro: El médico, de Noah Gordon.

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Leer este libro ha sido como un parto... Primero, por la dificultad de conseguirlo, que casi me lleva 9 meses. Después porque parecía faltarme tiempo para leer. Y ahora, ¡a ver a quién se lo coloco! Porque mis horarios ahora mismo son absolutamente incompatibles con los de la biblioteca... :P En fin, vamos con la ficha. ¿De qué va el libro? El médico cuenta la historia de un niño inglés, Rob J. Cole, azotado por la desgracia en su infancia. Rob fue recogido por un cirujano barbero, quien le enseñó a hacer trucos de magia y juegos malabares, pero, además, le permitió descubrir que tenía un don que quería convertir en su destino: quería ser sanador. Para conseguirlo, Rob J. Cole tendrá que emprender un largo y peligroso camino y hasta dejar de ser él mismo para llegar al lado del sin par Ibn Sina, el Príncipe de los Médicos.  Hablando del libro... ¿Habéis leído Los pilares de la tierra ? Yo sí, y, por lo que sea, El médico me ha recordado mucho a ese libro. No por

Pizarra y tizas

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Cuando pienso por qué me ha dado a mí por esto de la enseñanza me doy muchas razones, la mayor parte de ellas profundas, de importancia: que si la educación es muy importante, que si hay que formar ciudadanos críticos, que si educar supone ampliar la perspectiva vital de la gente, ... Cosas que suenan bien, ¿verdad? Pero si me soy sincera tengo que reconocerme que nada de eso fue lo que me motivó inicialmente a ser profesora. En realidad fueron las tizas y la pizarra.  Sí, puede sonar estúpido, pero uno de mis juegos favoritos era el de ser maestra y dar clase a mis muñecas, no por el hecho de enseñar, sino por escribir con la tiza, y borrar, y volver a escribir de nuevo. Es una cosa que siempre me ha encantado. Yo era de esas niñas a las que les encantaba que las sacasen a la pizarra por lo que eso suponía: escribir con tiza. Y el verano pasado, cuando estaba ayudando a mi chica a que intentase recuperar esas asignaturas que llevaba colgando, disfrutaba muchísimo escri

¿Dónde estabas tú cuando...?

Hay efemérides que cada año suscitan la misma pregunta: ¿Dónde estabas tú cuando...? Y lo que sigue puede ser cuando murió Franco, cuando se aprobó la Constitución, cuando se dio el golpe de Estado del 23F,...  En mi vida hay pocas efemérides de ese tipo, o al menos pocas que pueda recordar. Las dos que encuentro no son nada agradables: el 11S y el 11M. También el 3 de Julio, fecha del accidente de metro de Valencia que, aunque tiene menos tirón mediático, a mí me tocó más de cerca. Ahí supe lo que es pasar miedo y nervios por gente que conoces hasta que, por fin, consigues que te cojan el teléfono. En mi caso hubo suerte. Lo dicho: no tengo yo muchas efemérides que comentar, y ninguna con final feliz. Recuerdo el 23F del año que estaba haciendo prácticas en el instituto y cómo me detalló mi tutora lo que estaba haciendo, las llamadas que recibió de compañeros que hacían la maleta apresurados para marcharse a Francia, los nervios, el miedo,... También tengo la versión de la m

Mapa de caminos.

Se cuenta que hace mucho tiempo, cuando el mundo era más nuevo e invitaba a correr aventuras, un joven abandonó su aldea natal en busca de fortuna. No había pasado aún la primera luna cuando encontró en una posada a un anciano solitario.  - Acompáñame, joven -dijo, tendiéndole su plato-. Compartamos nuestras soledades- añadió, mientras llenaba un vaso de vino y se lo ofrecía.  El joven aceptó porque estaba muerto de miedo y de tristeza: lo que había dejado atrás quedaba ya lejos y la neblina del futuro le impedía ver el horizonte. Una noche compartida no podía hacerle ningún daño. Así, ambos comieron y bebieron en abundancia, casi sin mediar palabra. Cuando se encontraban satisfechos el anciano, mientras se palmeaba el voluminoso vientre, preguntó: - ¿Hacia dónde te diriges, muchacho? - Hacia el este. Viajo a Oriente en busca de fortuna -respondió el muchacho, aturdido por la embriaguez. - Déjame acompañarte. Viajo hacia el Este, de vuelta a mi ciudad natal,