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Mostrando entradas de enero, 2023

El callar se va a acabar.

 Estos días se está hablando mucho de hablar y callar (por diversas razones), de lavar los trapos sucios en casa, de pasar página, olvidar, tener elegancia y altura moral. Y mira: no. Tal vez sea porque yo nunca he sido una señora elegante (timorata, cobarde, demasiado prudente para mi propio bien, lo mismo sí), pero me parece que guardarles los trapos sucios a quienes se nos han cagado encima no nos hace mejores personas (peores tampoco, claro).  Durante años yo he elegido el silencio mientras otros hablaban, hablaban y hablaban. Pintaban un retrato de mí que no encontraba respuesta. Yo no otorgaba, pero callaba, y eso a veces  se confunde. Ahora ha pasado el tiempo y me arrepiento de haber callado porque ya no viene a cuento. Pero ojalá haber tenido yo acceso a Bizarrap entonces.  Las mujeres seguimos llorando, claro, pero parece ser que nos hemos cansado de sufrir en silencio y que, cada vez más, elegimos la rabia. Y no me parece ni medio mal. He estado a punto de no escribir esto p

El pecado de los domingos.

  Si tuviese que colocar a cada día un pecado, el domingo sería el de la pereza. Los domingos tengo la suerte de poder permitirme ─casi siempre─ remolonear en la cama to my hearts content (hasta que me sale el toto, vaya). Suelo despertarme tarde, pero me levanto más tarde aún. me gusta quedarme sumida en esa duermevela cálida y deliciosa, confortable, que solo es posible cuando se sabe que el mundo puede esperar.  Dedico esos momentos a soñar despierta, a imaginar situaciones que nunca van a tener lugar mientras decido ignorar ese detalle, a recrearme en la textura de la cama, el tacto de las sábanas, la temperatura, el silencio, la oscuridad. Y mi cuerpo reacciona y es maravilloso. Es como si un placer electrificante me recorriese, surgiendo de la columna vertebral y extendiéndose desde el fondo a la superficie, hasta la piel, y desde el centro del cuerpo hasta los miembros. Me gusta pensar que son las cosas malas abandonando mi cuerpo gracias a esa cura de pereza.  Hoy, sin embargo,

El tarro de los buenos momentos de 2022

  ¡Hola, hola! Vaya horas, pero de hoy no quería que pasase lo de la apertura del tarro de buenos momentos. El de este año viene un poco menos lleno que el del año pasado (que tuvo muchísimos papelitos). Es curioso: 2021 fue para mí un año durísimo a nivel, sobre todo, de salud mental y, aún así, encontré luciérnagas. 2022 ha sido, probablemente, un año más plano, menos accidentado. No obstante, también ha tenido su encanto. Siempre le veo encanto al año cuando abro los papelitos.  Salir a comer fuera y probar el risotto más rico del mundo Ir a Fuente Obejuna a ver la representación de Fuenteovejuna. La boda de Antonio y Rosa Tener gente que me recuerda que tengo que ser benevolente conmigo misma. En concreto, esta vez, Manuel Jaime. Mi primer roscón Levantar 50 kg de peso muerto (y lo fuerte que me estoy poniendo). El concierto de Estopa, ¡por fin! Acabar el año con la persona que quiero, mi familia elegida. El chocolate negro con nata del Aldi. Ver a Ana pintar un rato en Twich. Pet