Bip.
-Hoy te eché de menos ferozmente. Me tumbé en el sofá. No pretendía dormir, solo coger fuerzas para seguir con mi vida. Entonces me asaltó la ausencia de tu mano entre mis rizos, de tu voz acariciándome, la ausencia de ti. Tu ausencia. Qué cosa más extraña. Habría dado cinco años de mi vida por tenerte a mi lado en ese momento, ¿sabes? Por charlar contigo como solíamos hacer, sin pretender llegar a ninguna conclusión, solo por escucharnos. Incluso habría accedido a escuchar todas esas canciones que te empeñabas en recomendarme mientras yo te ignoraba sistemáticamente, rendida tan solo al sonido de tus palabras, ajena a su significado. Hoy las habría escuchado. Todas. Varias veces. Si tú me lo hubieses pedido. Pero lo peor de todo es que probablemente nunca volvamos a vernos. Y aunque volvamos a coincidir, tu mano no volverá a estar en mis rizos. Nunca. Nunca. Qué palabra más extraña para dos personas que siguen vivas. Y aún así... Cuando por fin he conseguido sacudirme la angusti