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Mostrando entradas de agosto, 2018

Marcharse. Volver. Volar.

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En los últimos días se ha hablado bastante de pueblos, o yo he visto hablar bastante de pueblos, al menos. Como en cada ocasión que se habla de algo, no hay diálogo, sino batalla encarnizada. Criticar cualquier cosa de algo supone, automáticamente, estar en contra de ese algo. Por ejemplo, decir que en los pueblos, por lo general , hay menos tolerancia hacia los homosexuales y las lesbianas te convierte, sin grises que valgan, en un clasista que cree que la gente de los pueblos es peor, inculta, cerrada, y todo porque es más pobre. Y en fin, ese tipo de cosas. Yo no hablo mucho de pueblos, pero lo que digo lo digo con conocimiento de causa. Apoyado en mi experiencia, evidentemente, pero es que 22 años viviendo en un pueblo te dan, creo, cierta capacidad de hablar de cómo es tu pueblo y los que conoces. Y, como suele ocurrir con cualquier cosa cuando la conoces de cerca, no todo es de color de rosa. No niego que soy de pueblo. No intento disimularlo. Es un hecho, forma parte de lo q

Ajo arriero.

Es Semana Santa. Probablemente Viernes Santo, que es el primer festivo de esa semana en el que, salvo excepciones, no se trabaja en el campo. Mi hermano y yo, generalmente nos levantamos tarde, ¡estamos de vacaciones!, pero ese día no: al comienzo del trasiego en la planta de abajo bajamos como una centella. Mis padres están en la cocina. Mi madre ya ha hervido el bacalao salado en una olla grande y lo ha sacado. Ahora está acabando de cocer las patatas en esa misma agua. Mi padre ya ha sacado el mortero gigante y, con la maza, está machacando los ajos. Siempre le he tenido algo de respeto a la maza con la que mi padre hace el ajo. Quizá será porque mi hermano, nada más comprarla, la estrenó en mi cabeza. Mi padre la había comprado en la Feria de Albacete y, cuando llegamos al pueblo, mi hermano la cogió y me pegó un porrazo con ella. Haceos a la idea de que es una maza similar a un bate de béisbol, de madera. Pues eso. (Para ver fotos chulis sobre cómo se hace el ajo, he encont

#Insatiable o el flame preventivo.

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He visto Insatiable . No iba a verla, de verdad. Llegué a ella por el flame que se montó cuando salió el tráiler y yo misma no me sentí muy atraída. Es cierto que el mensaje "chica gorda que adelgaza y a la que todo le empieza a ir bien" puede ser muy dañino, y es cierto que, quizá, puede concluirse por el tráiler que la serie va de eso. Yo, es cierto, esperaba algo más, una comedia un poco absurda, no sé. También se pueden hacer productos de consumo que no tengan un mensaje moralizante o rompedor. Hay muchas películas con ese argumento: chica marginada se vuelve popular -por lo que sea- y ocurren cosas. Pues ya está. Tampoco hay que buscarle un significado trascendental a todo. Y digo que no iba a verla por la pereza. Capítulos de 50 minutos de una serie que, a priori, no parecía plantear nada interesante. Pero al final la he visto: me ha pillado en el pueblo y dije: "Voy a ver el primer capítulo, a ver qué tal". Y el planteamiento me hizo gracia. Así que

El síndrome del sucedáneo.

Seguro que habéis oído hablar del síndrome del impostor. Seguramente no lo voy a definir bien, pero por si alguien no lo sabe, voy a intentar explicar en qué consiste. El síndrome del impostor es el conjunto de pensamientos que tiene una persona cuando le pasan cosas buenas que cree que no merece. Por ejemplo, cuando por fin consigue el trabajo que quería empieza a pensar que no se lo merece o que no está a la altura. Cuando obtiene un reconocimiento, en lugar de alegrarse, piensa que se han equivocado, que es un farsante y que, tarde o temprano, todo saltará por los aires y quedará expuesto como el fraude que es. Me ha pasado. La vez que más fuerte me dio fue cuando CASI publico la novela. Pero lo que me pasa mucho, sobre todo (será por mierda mental...), es lo que he llamado "síndrome del sucedáneo". Me lo he inventado yo, porque total, estoy de vacaciones y tampoco tengo nada mejor que hacer. ¿En qué consiste? En pensar que estás donde estás como sustitutivo de otra cos

Libro: Paraíso inhabitado, de Ana María Matute.

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Hace unos días -unos cuantos ya- encontré un hilo por Twitter en el que se hablaba de la figura de Ana María Matute. Me pareció muy interesante y, como no había leído nada de ella, adopté ese propósito. En Twitter, también, me recomendaron varios títulos, pero la recomendación más encarecida, la que más me convenció, fue la de Paraíso inhabitado . Y la persona que me lo recomendó no iba muy desencaminada. ¿De qué va el libro? El libro cuenta la infancia de Adri, desde sus propios ojos. La protagonista y narradora ya ha crecido y cuenta cómo fueron aquellos días, antes de la Guerra Civil, en su casa de familia bien, siendo la pequeña de varios hermanos y la más rara de todos ellos. Hablando del libro... Me ha gustado muchísimo, muchísimo. Es uno de esos libros que se parece a un caramelo muy duro: no puedes masticarlo, tienes que deshacerlo lentamente en la boca, saboreándolo, disfrutando de él tanto como dure porque, tarde o temprano, se acabará. Los puntos fuertes de esta

Lo inefable

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Inefable: que no se puede explicar con palabras, según la RAE . Si tuviese que asociar esa palabra a una persona tengo claro a quién la asociaría. De hecho, él fue la última persona que la utilizó en una conversación. Yo insistía en que me explicase algo, un sentimiento, una sospecha, no recuerdo qué exactamente. Y él me dijo que no podía, que era inefable. Creo que él se alimenta de lo inefable. Que habita, más o menos a gusto, entre todo ese conjunto de sentimientos y sensaciones que no pueden categorizarse ni explicarse. Y es extraño, por como es él, pero lo cierto es que suelo echarle en cara que no se explique con claridad. Supongo que no es tan importante para él. Yo, en cambio, podría definir mi vida como una lucha por someter lo inefable. Eso fue lo que, en un alarde de pedantería, le contesté. "Mi vida ha sido una lucha contra lo inefable. O, mejor dicho, una lucha por someterlo". Me corregí, porque yo ansío encontrarme con lo inefable cara a cara, me deleito c

Cuestionario Proust

Dicen que estas preguntas pueden ayudarte a conocer realmente a una persona. Bueno, para ello sería necesario que esa persona se conociese a sí misma a la hora de responder. Pero, en fin, es una manera como otra de rellenar este espacio. Puede ser hasta divertido. 1. ¿Cuál es su gran miedo? La soledad. No la soledad pasajera, sino estar sola de verdad. Sin familia, sin amigos, sin nadie que me quiera de verdad. Y es un miedo bastante tangible para mí. 2. ¿Cuál es el rasgo que más le desagrada de sí mismo? La cobardía. Soy bastante cobarde y timorata. 3. ¿Cuál es el rasgo que más le desagrada de los demás? La intransigencia unida a la tozudez. 4 ¿Quién es la persona viva a la que más admira? A mi padre. 5. ¿Cuál es su mayor extravagancia? Temo no ser tan interesante como para tener una extravagancia que destacar. Si alguien que me lee me conoce mejor que yo y sabe cuál es... Que lo diga. Así de repente diría que seguir escribiendo cartas a mano. 6. ¿Cuál es su estado de

Comprar un libro.

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Hace un par de días estuvimos de compras en la ciudad. Yo iba de consejera pero, aprovechando el viaje, me apetecía comprar un nuevo libro de poesía. Durante el viaje miré en mi móvil qué títulos tenían en la librería a la que iba a ir y cuál me interesaba más, comprobé que había existencias y, en fin, lo dejé todo más o menos atado. Al fin y al cabo iba a poder escaparme muy poco rato. Cuando estuvimos en el centro de la ciudad, mi padre fue a comprar unas cosas para la huerta y yo me escapé a la librería. Allá iba yo, con mi bolso con estampado de hojas, el pelo suelto con mi recién estrenado flequillo, las gafas de sol nuevas y mi vestido de girasoles, que estrenaba ese día. Desde que me lo puse esa mañana pensé que era un poco un cuadro de Van Gogh y bueno, lo puse en Instagram, porque me sentía especial y guapa. Así que, como decía, caminaba hacia la librería, más bien a paso ligero, como esas modelos en los anuncios de perfume justo antes de cruzarse con el galán de la h

El tiempo.

El tiempo pasa para todos y yo lo asumo, de verdad. Todos nosotros nos vamos a morir y eso puede importarme más o menos dependiendo del caso, pero lo tengo asumido. Pero cuando esa certeza que convierte en incierto todo lo demás concierne a la persona que más me ha querido en este mundo, entonces no me lo puedo tomar con calma, resignación ni filosofía. Ninguna filosofía me sirve. No lo notaba tanto antes, pero ahora, de trimestre en trimestre, es inevitable notarlo. Más lento, más torpe, más despistado. Empieza a tener pinta de abuelo entrañable, de esos que se llevarían a sus nietos al campo, y les enseñarían los animales, y las plantas, y los frutos y les contarían cien veces la misma historia, porque no recuerdan haberla contado, pero no importaría, porque sus nietos lo querrían con toda el alma, porque no se puede ser más bueno que el abuelo. A mí, en cambio, no se me está poniendo tipo de madre. Ni un poquito, siquiera. Otra vez llego tarde y no nos sirve el guión, hay que se

Versos prestados (Agosto 2016)

Ecos de suspiros en la distancia y olor a dama de noche: no es el aroma de tu piel, pero la conoce. Noches de otro verano... Acariciaba las flores y te olía a ti, ¿o era al revés? No lo recuerdo. Tendremos que repetir. Dibujo tu cuerpo lejano pero no me cabe en el colchón. Y tú sola, en otra cama... ¡Qué mala organización! A veces me imagino los poemas que otros me escribirían y los escribo yo. 

Libro: La voz a ti debida, de Pedro Salinas.

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¡Bendita colección "Clásicos españoles" de El País! Viendo que la Antología de Benedetti que estaba leyendo en el ebook no me estaba dejando especialmente buen sabor de boca, me dirigí a la estantería y recordé que habían mandado alguna poesía de Salinas al grupo de poesía de WhatsApp y me había gustado. Así que lo cogí, lo empecé y desde la primera página ha sido un cañonazo tras otro. Sabéis que no suelo reseñar poemarios. No soy una experta en literatura, así que suelo hablar siempre desde mi experiencia de lectura subjetiva. En las novelas me resulta un poco más fácil encontrar puntos de toque objetivos, pero en la poesía... En la poesía me cuesta muchísimo. Salvo que vea que un poemario es un auténtico desastre (cosa que no me pasa tanto), me resulta muy difícil prescribir nada. Así que hablaré desde mi experiencia subjetiva, como siempre. Aviso de nuevo para que quede claro. Pero necesito hablar de la experiencia de lectura de estos poemas, porque me han conmovid