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Mostrando entradas de mayo, 2020

El ukelele ha dicho "basta"

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Hoy mi ukelele ha decidido que 7 meses a mi lado son suficientes y que está hasta la caja de resonancia de mí. O algo así. La cosa es que ha empezado a sonar a culo.  Bueno, no ha sido exactamente así. Al principio de comprarlo también sonaba un poco a culo, pero era solo una cuerda, la E, que emitía un zumbido al final de la nota. Investigué un poco y encontré por ahí que al principio es normal que el ukelele se desafine mucho y que las cuerdas hagan cosas raras a veces. Lo cierto es que empezó a pasar cada vez menos. Algunas veces sonaba un poco al principio de empezar a tocar pero luego paraba. Después dejó de pasar así que bien. Ayer me puse a tocar y noté que la dichosa cuerda E (es la segunda desde abajo) empezó a hacer otra vez el ruido molesto, además de manera persistente. Después de estar intentando tocar un rato ( Let it be , de los Beatles, que descubrí que es súper relajante) lo dejé.  Hoy he vuelto a intentarlo y nada, no había manera. En un intento desesperado, aflojé la

La flexión.

En enero me propuse llevar una vida más sana pero en marzo llegó la pandemia y con ella un cambio brutal de mi rutina y mis hábitos. Yo, que caminaba un montón todos los días, de repente me quedé sin poder salir a la calle. No es que esta cuarentena me haya dado a la buena vida, pero mi prioridad, desde luego, no fue salir de ella en mejor forma física. Desde hace una semana, más o menos, me he propuesto volver a prestarme atención al completo, incluyendo en eso el cuidado de mi físico, pero esta vez desde un enfoque más calmado, menos centrado en el peso, más amable. Total, sé que no voy a estar delgada nunca, tampoco es algo a lo que aspire. Pero sí aspiro a seguir sana muchos años y quiero hacer lo posible. Y, ¡ojo!, que la salud mental también es salud. Quiero cuidarme entera, sin que unas partes se perjudiquen a otras. Quiero cuidarme y ser feliz a la vez, en definitiva. Una parte de cuidarse es el ejercicio. Yo sigo saliendo muy poco porque no salgo a la calle si no es necesario.

La cabeza metida en el culo.

Hay quien lo llama privilegio, pero me he dado cuenta de que ese término puede dar lugar a discusiones semánticas inacabables. Yo, que huyo de la erudición todo lo que puedo, utilizo la expresión "tener la cabeza metida en el culo". Así, el "tienes privilegios" se convierte en "tienes la cabeza metida en el culo". Vale, vale, no es exactamente lo mismo. Uno puede tener privilegios respecto de otras personas y no ser consciente, pero sin maldad. No obstante, hay un grupo de personas que no solo no es consciente de esos privilegios sino que, cuando se los señalas con un microscopio que amplifica siguen negándolo. Y oye, algunas cosas son tan evidentes que para no verlas hay que tener la cabeza metida en el culo.  Sí, sí: al grano. Si todo esto viene por algo, no te preocupes. Que podría venir por muchas cosas, claro. Pero hoy viene a cuenta de las becas. Al parecer el Gobierno se plantea ampliar las becas, eliminar el requisito del 5,5 de nota para dejarlo e

Libro: De amor y de sombra, de Isabel Allende.

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Hace un par de días que acabé este libro y hasta ahora no he tenido tiempo de ponerme y hacer la reseña. Pero tenía que hacerla, y eso que ya veis que últimamente me salto muchas. La razón es que este libro me ha encantado y lo estoy recomendando mucho, así que voy a recomendarlo aquí también, a ver si consigo que alguien más se anime a leerlo. ¿De qué va el libro?  El libro cuenta la historia de amor de Irene y Francisco, que surge y se desarrolla durante la dictadura militar de Pinochet en Chile. Alrededor de su historia de amor, o sirviéndose como excusa de ella, se cuentan las historias de otras familias, incluidas las suyas, y cómo el final de la democracia y la instauración del régimen militar las tocó.  Hablando del libro...  El libro es una maravilla en cuanto a forma y estilo. Se me había olvidado lo muchísimo que me gusta la manera de narrar de Isabel Allende. No sabría describir exactamente todo lo que me gusta de ella, pero me encanta la manera que tiene de mostrar cosas si

La pedagogía del miedo

Hoy estaba leyendo De amor y de sombra , de Isabel Allende y me he encontrado este fragmento.  A ver qué hacéis con las manos debajo de las sábanas. pic.twitter.com/2dmlqK1pCM — Bettie (@BettieJander) May 14, 2020 Me encanta Isabel Allende, la manera que tiene de mostrar sin decir. Evidentemente, ese "dormir con las manos bajo las sábanas" hace referencia a la masturbación y, también evidentemente, las niñas buenas no se tocan así que, para demostrar que se es buena, las manitas fuera de las sábanas.  Ese fragmento me ha hecho pensar en la pedagogía del miedo. A muchos de nosotros y especialmente a muchas de nosotras nos han educado sirviéndose del miedo. De pequeños supongo que nos pasaba a todos pero con las chicas dura más, se extiende más en el tiempo. O quizá es que se nos trata como niñas toda la vida.  Recuerdo las amenazas que apelaban a humillaciones (si juegas con fuego te mearás en la cama) o a aspiraciones (si arrastras los pies no te casarás). La primera vez qu

Canciones que me gustaría haber escrito (I)

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"Te has acercado a mí antes de que pudiera siquiera creer que estabas aquí, en la cafetería que ya he convertido en mi hogar. ¿Sabes? Cuando te fuiste me era imposible escribir en mi casa, la que era nuestra casa, ya sabes. También me costó quitarme esa manía. Pero no quiero hablar de nosotros, de lo que vivimos. No podría y, al fin y al cabo, es agua pasada, ¿no? Ambos lo hicimos lo mejor que pudimos, supongo. No sé tú, pero yo... Yo llegué a creer que mi hogar estaba entre tus brazos, que dentro de ellos podría esconderme del mundo. Pero claro, llegó ella. Perdona que la mire, pero es que no puedo echarte la culpa: la casualidad te puso difícil lo de serme fiel. Es preciosa. Espero que te haga feliz, tanto que no me eches nunca de menos. Yo sí lo hago, claro. Pero ¿qué nos queda? A veces ganas. A veces pierdes. Y quien gana se lleva todo lo que merece la pena.  Pero, perdona, siento que me veas así. Sé que solo has venido a saludarme, nada más, pero es que no creo que pueda supe

El ¿síndrome? de la cabaña.

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Fijaos si llevaba tiempo fuera que cuando he entrado en Blogger me lo habían cambiado todo. Esperemos que sea para bien.  Hoy me ha dicho mi amiga Míriam que tengo el blog abandonado, que lo echa de menos. Tiene la idea loquísima de que me expreso muy bien y de que le pongo palabras a pensamientos que ella no sabe bien cómo expresar. Yo lo que creo es que me quiere mucho y ya está. Además, me temo que esta vez no vamos a estar del todo de acuerdo, aunque en parte sí, porque mientras ella estaba deseando que nos abriesen un poco el confinamiento para poder pisar calle yo, que aprecio un buen paseo, ojo, creo que voy a echar de menos el confinamiento (en adelante, confitamiento ). El otro día hablaban en un periódico nacional del "síndrome de la cabaña": gente que no quiere volver a la normalidad, que no quiere salir del confinamiento. A mí me sonaba un poco a lo del "síndrome posvacacional": ¿qué síndrome ni qué síndrome? Lo normal es que la gente quiera estar de vac