De mutuo acuerdo.
Vale, Aria . Aunque el infierno hoy parece una promesa agradable, allá va. No llego a tener tu estilo. ¿Te he dicho que tus textos me recuerdan a un abrecartas de plata? Hermosos, pero punzantes. Yo no escribo así. Pero mira, a veces apetece intentarlo. *** - Pretendes alejarte de mí envuelto en dignidad, como si nunca hubieses roto un plato, como si no fueses el mayor cabrón sobre la tierra. Qué gracia. "No ha funcionado", dices, y sonríes. "Es mejor que lo dejemos", como si yo tuviese algo que decir, como si no estuviese todo decidido. "Lo siento, nena", y me pides que separemos nuestros caminos. ¿Se puede ser más jodidamente injusto? Puede que tú tengas dónde ir, pero yo decidí que mi hogar estaba a tu lado. Aunque, bueno, de eso no puedo culparte. Ahora lo veo claro: no me quisiste nunca. Fui un agradable entretenimiento, una cura para tu hombría, ¡poco más que un trofeo! Y, ¿lo peor de todo? Que lo supe siempre y me creí mis mentiras. Es