Entradas

Mostrando entradas de diciembre, 2017

Mi Tarro de Buenos Momentos de 2017

Este año llego un poquito tarde pero a tiempo: 2017 no ha acabado y yo ya estoy en condiciones de abrir mi tarro de buenos momentos y dejarlos por aquí. Así, antes de abrir el tarro tengo la sensación de que ha sido un año estupendo, el mejor desde que tengo mi tarro. También es el año que lo veo más lleno. Vamos a ver qué tal. Regalo de cumpleaños de mi compañera L.  Ir a ver "El burlador en Palacio". Es la primera vez que escucho ópera en directo. Mis amigas estuvieron de visita para pasar el fin de año (y el principio) y fueron unos días maravillosos. Puente de Andalucía mirando al mar con él :) Merendar Roscón de Reyes de trufa. Regalo de "despedida" de mi compañera MJ. Fue por una buena causa: se cogía la baja por maternidad :) Concierto de Quique González en Málaga <3 Me regalo mi Lamy AlStar. Regalos de Reyes de Kyol. Ir consiguiendo, poco a poco, mi objetivo de perder peso. Tener un trabajo al que volver. Descubrir lo maravilloso que es ten

Retrato

Escribí esto el 20 de marzo de 2015.  Sigue siendo verdad. Como no pertenezco a la tierra sino al cielo cargo en la espalda una constelación de estrellas. Bajo amenaza de locura, leo y me afean que, más que vivir, sueño. Será por eso que no aprecio lo útil, que me hastía horriblemente lo mundano. Creí que estaba destinada a grandes cosas. Ahora creo que quizás aspiro a demasiado. Mas no creo que sea imposible cambiar el mundo si lo hacemos gesto a gesto, paso a paso. Ser pensante y escribiente que sangra por el alma y por la pluma, agnóstica respecto del destino –pero ese agnosticismo me tortura. Enemiga de mí misma, cruel tutora, me olvido de mis logros y me reprocho los fracasos. Doy demasiadas vueltas a las cosas y no consigo llegar a ningún lado. Sé que el mundo no es justo y lo sé cierto (aunque no creo en las verdades eternas). Por eso, cuando la esperanza pierdo, en el caos reinante busco la belleza. En batalla constante con mi

Jueves con mi vieja profesora.

Sé que hoy ya hay un post publicado, y que luego me tiro semanas sin escribir, pero es que esto no podía esperar. Disculpad el cutre-audio, que se oye regumal, pero tenía que contarlo.

Libro: Las cenizas de Ángela, de Frank McCourt

Imagen
Hacía mucho tiempo que tenía ganas de leer este libro. La primera vez que lo vi era pequeña, muy pequeña. La madre de una amiga lo tenía en la mesilla del salón. Me llamó la atención el título y pregunté de qué iba. Me contestó que va de niños pobres a los que les pasan muchas cosas malas. Es un resumen escueto, pero no erróneo. Aunque ahora, después de leerlo, sé que va de muchas más cosas. Como quizá recordéis, ya leí la tercera parte de la autobiografía novelada de Frank McCourt, El profesor , que también me gustó mucho. ¿De qué va el libro? Pues el libro es la narración de la infancia del autor, Frank McCourt, pero no desde el punto de vista de un adulto, sino de un niño que va creciendo. Se trata de una infancia dura en la que una madre hace lo que puede para salir adelante con una numerosísima familia mientras su marido los abandona sistemáticamente por el alcohol. La mayor parte de la novela transcurre en el Limerick de mediados del siglo XX, una época en la que Irland

Rara. No digo diferente: digo rara.

Imagen
Soy una persona mentalmente sana. Más o menos. A pesar de mis cambios de humor y otras cuantas taritas, desempeño mi vida diaria con total normalidad y, poco a poco, voy venciendo miedos y barreras y haciéndome más autónoma y capaz (aunque aún me queda para alcanzar lo que yo creo que debería ser a mi edad, pero eso es otro tema). Aún así, con mucha, muchísima frecuencia, me siento extraña. No sé si recordáis la sensación de la que os hablaba cuando tenía miedo a conducir. Se trata de una sensación de extrañeza absoluta cuando algo que es perfectamente cotidiano para cualquiera a ti te supone un problema casi insalvable. Me pasa con muchas cosas. Por ejemplo, a la hora de relacionarme y hacer amigos. No tengo problemas para tener un trato educado y cordial en reuniones, en el trabajo, etc. Pero a la hora de establecer una relación un poco más cercana todo se me pone cuesta arriba. Ya os lo conté en este post . Alguien me dijo que necesitaba hacer amigos y, cuando escribí esto,

Reescribir la historia.

Nadie es perfecto. Todos cometemos errores. Somos humanos. Y, a veces, además de humanos somos personas de mierda y, ya no es que no ayudemos, es que metemos palos en las ruedas de los demás y les hacemos la vida imposible. Porque algunas personas somos así. (El "somos" es por cortesía, este mensaje está inspirado en una persona muy concreta) La cosa es que, a pesar de eso, de nuestro "anti-apoyo" incondicional, a veces puede ser que una persona salga adelante y las cosas le vayan bien. Incluso muy bien. Tan bien como para que la gente se maraville de lo que ha conseguido y le dé la enhorabuena. Tan bien como para que nos digan: "Jo, estarás orgulloso". Sí, eso a veces pasa. Pero como somos personas de mierda, tenemos que sentirnos partícipes del triunfo de esa persona como sea, así que se nos olvida que se lo pusimos muy difícil y ahora nos dibujamos como seres comprensivos, que han apoyado siempre a esa persona, que le han dado ánimos en los momentos

Esas cosas ya no pasan.

La gente ya no se enamora en los trenes. La gente ya no se escribe cartas. La gente ya no se mira a los ojos. Los jóvenes nos hemos olvidado de lo que es el romanticismo, y enamorarse cara a cara, y cortejarse, y todas esas cosas. Creo que, en parte, nosotros también nos hemos creído ese discurso y, en ocasiones, añoramos tiempos lejanos en los que había que interpretar miradas y sonrisas para acercarse a alguien. Por eso, supongo, no esperaba enamorarme aquella mañana. Quizá una razón por la que la gente no se enamora ya en los trenes es porque no da tiempo. Los trenes son demasiado rápidos como para que la chispa prenda. Yo, por suerte, había cogido un Talgo. Barcelona-Córdoba. Diez horas de viaje y poco que hacer. Por eso decidí aceptar aquella imagen por Bluetooth. No me detuve a pensar que podría ser cualquier cosa, simplemente acepté cuando vi el mensaje "MNF quiere enviarte un archivo. ¿Aceptar?". Había hecho una imagen en Instagram (reconocí la tipografía). En la

Vuelve, a casa vuelve...

...por Navidad Cada vez que vuelvo a casa me pasa lo mismo. Los días previos me invade la pereza (prepara maleta, deja todo organizado, deja atrás a tus amigos y vuelve a un pueblo de la España profunda allá donde aquel perdió el mechero) mezclada con las ganas (suelo pasar bastante tiempo sin ver a mi familia, pues solo voy en vacaciones, generalmente). Sin embargo, en cuanto arranco el coche y me pongo en marcha me lleno de ganas de llegar, de ver a mi familia, de oler mi casa (mi casa huele como ningún otro lugar, en serio), de dormir en mi cama, de ver a mi Gato. Y cuando llego me emociono, abrazo a la gente, veo cómo se alegran de verme y cómo, de repente, soy lo más importante y todos se mueren de ganas por complacerme y hacerme ver que me han echado de menos. Y eso ocurre, pero un ratito de duración variable. A veces esa imagen permanece durante unas horas. Otras, un día completo. En ocasiones, solo unos minutos. Porque lo que pasa es que, tras tanta ausencia, uno idealiz

El vacío que dejas.

Te vas. Aún no me has sacudido de las alas el hollín de la rutina ni has encendido el amanecer de mi cuerpo con tus manos. A pesar de todo, te vas, sin haber aprendido, todavía, mi idioma. Ya no respirarás mi nostalgia dominical ni aplacarás los temblores de mi cuerpo con tus piernas. Te vas, y el sonido de la puerta me recuerda que soy incógnita. La casa se llena de susurros fantasmales y, animada por sus voces, medito sobre el destino. Sin buscarla, a esta ausencia acude una nueva certeza: nunca quise ser misterio, yo quería ser poema y que, aunque no me entendiesen, mi sintieran.

Soledades.

Imagen
Ayer comí sola y, mientras se lo comentaba a mi amigo Alberto, me decía que eso es muy triste. Pues hoy he vuelto a comer sola. Cuando he acabado me he ido a dar un paseo y me he tumbado al sol en un parque. No me he sentido mal. Me ha venido bien estar conmigo misma. Hay pocas cosas más agradables que la soledad cuando es querida y buscada. No siempre es fácil estar solo cuando apetece estarlo. A veces hay compromisos, deberes y demás que no nos lo permiten. En ocasiones estar solo es un lujo. Pero otras veces, cuando se quiere compañía, cuando se necesita un beso o un abrazo, entonces la soledad es una losa. En contraposición a mi soledad de primera hora de la tarde, del otro tipo, estará mi soledad de esta noche: llegaré a mi casa hecha polvo después de una jornada larga de trabajo y no habrá nadie para recibirme, más que el silencio, ni nadie me dará un abrazo, ni me prepararán la cena mientras me ducho, ni me acariciarán el pelo para que me relaje y me duerma. Esa será una sol

Buenas noches.

Me quitaré a golpes los zapatos y, a tirones, los vaqueros y el jersey. "¿Me ayudas?", pediré, sin mirarte, y, por toda contestación, recibiré un beso en el hombro mientras te peleas con mi sujetador. Recitarás, señalándolas con el dedo, una a  una, las constelaciones de mi espalda. "Eso es trampa", me fingiré indignada, "te las vas inventando sobre la marcha". Contestarás: "Verdad, y no por eso son menos reales". Estrellarás tus labios contra mi nuca y yo, que nunca supe ir de farol, me desharé en gotas de aire poco después de que cuentes a besos mis lunares. "Mi cielo estrellado, mi galaxia, mi universo..." Me harás el amor de nuevo, jugando a que este cuerpo familiar es un reto                    -terreno inexplorado desde ayer. Tras la rendición,            -si hay fortuna,              ambos victoriosos- nos miraremos, preñados de esperanzas secretas, los ojos brillantes, el alma embriagad

A través de las ondas.

Hoy me he levantado creativa y, a pesar de que el mundo se ha empeñado en ponérmelo un poco difícil, estoy dispuesta a tener un domingo relativamente bueno. Anoche Letraherido me recordó que me quedaba un relato por escribir del reto que inicié hace ya algún tiempo y era, precisamente, el suyo. Allá voy. Me propuso que escribiese algo inspirado en esta canción de Miguel Ríos. Vamos a ver qué sale. *** Candela se disponía a comenzar su ritual insomne. Cada noche se metía en la cama, leía un poco, tuiteaba algo, se despedía del mundo de afuera y cerraba los ojos, esperando que el sueño llegase. Normalmente no ocurría, así que, después de un buen rato dando vueltas, empezaba su segundo ritual para intentar conjurar a Morfeo: cogía los cascos, los conectaba al teléfono móvil y abría la aplicación "Radio FM", esa que ya ni siquiera incorporan muchos teléfonos y que, en los que está, parece ser un adorno, cuando no un estorbo. Tenía unas cuantas emisoras guardadas,

Paisaje marítimo.

Imagen
-¡Mamá! ¡Mira qué azul está el mar! -Y las olas son chiquititas para que puedas jugar. -Mira qué claro está el cielo! -Y aquella nube, solita, parece un borrego. » Y allí, al fondo, ¿no ves ese barquito velero? -En él te llevaré, mamá, a la Luna de crucero.

No nos vemos.

El otro día vi en Twitter una iniciativa llamada "Positivity Challenge". Consistía en poner una foto en tu TL con las instrucciones del reto, a saber: dejar la imagen una hora para que tus seguidores pusiesen algo bueno sobre ti, algo amable. Lo vi en el perfil de una amiga y solo yo le di una respuesta. Después, por curiosidad, lo puse yo. Pasó la hora y no había recibido ninguna respuesta. No me lo tomo a la tremenda. Evidentemente, hay gente que me quiere, o eso quiero pensar, y gente que me valora, o eso parece :P Pero me resulta curioso que en una red social en la que se dicen montones de banalidades por minuto nadie tuviese unos segundos para decir algo bonito de mi amiga o de mí. Quizá sea que estoy susceptible con el tema, pero últimamente tengo la sensación de que no nos vemos. De que compartimos nuestra vida con personas transparentes. En el trabajo, en clase, en los comercios, e incluso entre nuestros amigos. Pasamos tiempo con personas (mucho o poco) y rara ve

Miradas.

Ya solo quiero que me mires como ahora: como el sediento que contempla  un oasis, como el ateo que presencia un milagro, como el avaro que encuentra una moneda, como un joven a su amor primero. Mírame así, como si yo fuera imposible, como si estuviese prohibida, como si no me viese nadie y mi existencia radicase en el reflejo de tus ojos. Y si algún día sientes que vas a mirarme de otro modo aléjate, y no sientas culpa. Si no vas a mirarme como ahora no me mires, amor. Cierra los ojos.

Dentro.

Hace ya algún tiempo que no publico nada así que hoy, que me siento un poco vacía y extraña, me he decidido a llenar espacio aquí. Son poemas, que ya tengo escritos, pero, al menos, esto se mueve un poco. No sé, nunca he sido muy de horror vacui, pero ahora, a estas alturas, parece que me entra... Dentro de mi piel me quedo: fuera no hay nada. Dejadme aquí, en mi silencio, donde nada me perturba, donde la lluvia y el trueno no llegan. Dejadme sola. No queda espacio en el mundo en que quepa entera. Aquí, en mi piel me quedo, nada hay para mí fuera. Nada soy, nada tengo, afuera nadie me espera, en el mundo a nadie intereso y la soledad me consuela. Mas, si acaso me equivoco y mi ausencia te atormenta no lo dudes, te lo ruego: ábreme la piel y entra.