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Mostrando entradas de octubre, 2019

El ukelele.

Me he comprado un ukelele. Hace algo más de una semana. Lo compré ilusionada, pero con reservas. Al fin y al cabo la idea no surgió de mí, sino que Profeláctico , haciendo proselitismo, la implantó en mi cabeza y no me la conseguí sacar. Así que, después de pensarlo durante días, me dije que hay que probar cosas nuevas y lo encargué, pero tenía mis dudas de que no fuese a acabar desesperada, frustrada y dejando el instrumento por imposible. La frase que me hizo comprarlo fue una cita de un artículo que Profeláctico compartió conmigo: "es difícil estar triste mientras tocas un ukelele". Eso tenía que comprobarlo yo. Además, hacía mucho que había dejado de lado la música, algo que siempre había sido importante para mí. Pues bien, después de una semana puedo decir que el dinero que me costó el ukelele está ya más que amortizado en los 6 o 7 ratos que le he podido dedicar. Parece una exageración, pero en una semana aproximadamente, el ukelele se ha convertido en mi refugio, e

Libro: Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena.

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En los últimos días he estado leyendo este libro. He de decir que me ha durado bastante poco para el ritmo al que vengo leyendo (en cuanto empiezo a trabajar mi ritmo lector se resiente, y más ahora, que comparto la lectura y la escritura con una nueva afición). Lo empecé con muchísimas ganas, me enganchó con solo unas páginas y bueno, lo he terminado esta misma mañana, así que vengo a contároslo. Los renglones torcidos de Dios comienza con el internamiento de Alice Gould, una prestigiosa detective, en un sanatorio mental para investigar un asesinato. Pero, una vez dentro, fingiéndose paranoica, los médicos se debaten entre los que creen que verdaderamente tiene un problema mental y los que la ven más equilibrada incluso que muchos de los que están fuera del sanatorio. ¿Es realmente Alice Gould quien dice ser? ¿Está cuerda o es su locura la que le hace parecer cuerda? Como he dicho, la lectura me enganchó desde las primeras páginas, aunque ahora no consigo recordar por qué, p

¿Por qué escribo un blog?

El otro día me crucé con uno de esos hilos pretendidamente ejemplificadores o, no sé, tal vez inspiradores. No acabo de verle todavía la intención final. Era uno de esos discursos que habla de cuál debe ser la motivación de la escritura. La motivación verdadera, la válida, la pura. Y no os voy a mentir: yo he estado ahí, yo he hecho eso. Pero de decirle a los demás lo que tienen que hacer también se sale. Creo. El hilo empezaba hablando de alguien que había dicho que iba a cerrar su blog porque ya nadie lo leía. La persona que escribía decía que esa no era la opción correcta, que uno no escribe para que lo lean, sino porque lo necesita. Que el que otros te lean no es la motivación correcta para escribir. Hay que escribir por amor al arte.  Yo puedo coincidir hasta cierto punto. Ha habido parones de escritura en mi vida, pero nunca lo he dejado del todo. Siempre he escrito. Pero no siempre lo he hecho de manera pública y ni siquiera en mis momentos de más actividad en blogs he

Está todo bajo control.

Esta mañana estaba leyendo sobre el síndrome del impostor y haciéndome preguntas al respecto. Una cosa ha llevado a la otra y he acabado pensando en por qué nos esforzamos tanto en que parezca que todo está bajo control. via GIPHY Estaba comiendo con ese pensamiento en mente mientras veía un capítulo de "Workin' moms". En él, uno de los personajes femeninos se enfrenta a una reunión de trabajo con la sospecha de que tiene cáncer de mama. Tiene que dominarse, claro. Es una mujer profesional, de éxito, que está intentando sacar adelante su negocio. No puede permitirse un momento de debilidad porque puede ser fatal (lo sabe por experiencia). Cuando empieza su presentación algo desencadena una crisis en su interlocutor: su compañero está muriéndose de cáncer de mama. El hombre rompe a llorar y es ella quien lo consuela diciéndole que está bien, que lo suelte todo con una evidente incomodidad y bastante estupefacción. La verdad es que la escena es poderosa, pero, evide

Libro: Los testamentos, de Margaret Atwood.

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Los testamentos es la secuela de El cuento de la criada . Como ya os comenté en su reseña, El cuento de la criada me encantó , me pareció una gran historia muy bien contada. No obstante, cuando me enteré de que Margaret Atwood iba a publicar una segunda parte no me emocioné demasiado. Sospechaba que sería una elaboración ad hoc , escrita más por la demanda del mercado que por la necesidad de contar algo.  Y creo que no me equivocaba. Tras el éxito cosechado en HBO por la serie se volvió la vista al libro y a ese final que tanto la primera temporada como la novela compartían. Recuerdo la sensación al acabar el libro. ¿PERO QUÉ PASA CON ELLA? No queda claro hacia dónde la lleva esa furgoneta. La serie, claro, nos da una respuesta (poco satisfactoria, me temo, como todo lo que ha venido después de la primera temporada, en mi opinión), pero a los maniáticos esa respuesta no nos sirve porque seguimos sin saber qué le pasa a la June del libro. Y supongo que Margaret Atwood se habrá

Serie: Creedme (Unbelievable)

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Anoche acabé de ver esta serie en Netflix. Se trata de una miniserie policíaca con capítulos de algo menos de una hora cuyo punto de partida es la caza de un violador. La serie tiene dos líneas argumentales. Por un lado, dos detectives, Karen Duvall y Grace Rasmussen, que, de casualidad, acaban descubriendo que muy probablemente estén buscando al mismo criminal. Esta parte es la parte amable de la serie. Ver trabajar a estas dos mujeres con dedicación y profesionalidad y con un respeto conmovedor hacia las víctimas hace que hagas un poco las paces con el mundo. Por otro lado, está la historia de Marie Adler, una chica muy joven que ha sido víctima del mismo violador al que las inspectoras están buscando pero con una diferencia: no tiene tanta suerte con los profesionales policiales que la atienden. Y no solo eso: no tiene mucha suerte con nadie. Y esta es la parte más dura de la historia. Marie, tras los primeros momentos, es puesta en cuestión por todo el mundo. Por sus madr