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Mostrando entradas de agosto, 2023

Pues a mí nunca me han contado...

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Hoy he descubierto esta canción que merece una escucha atenta. A mí, desde luego, me ha sentado como un abrazo.  En ella se habla de que las mujeres que hemos convivido con un narcisista, abusador, maltratador o cucaracho de cualquier tipo muchas veces no contamos las cosas. Es difícil. Pero es muy sanador. Por eso cuando encontramos alguien con quien nos sentimos seguras lo decimos. Y poco a poco se va haciendo más fácil. Hasta que un día lo dices con toda naturalidad y hay alguien que te dice: «¿y tú por qué no dijiste nada entonces?». Y eso es no entender nada. Pero bueno, si se dice ahora, ni tan mal.  Aparte de sentir un abrazo porque esa canción también habla por mí, me ha recordado a un comentario que estoy leyendo en redes sociales con cierta frecuencia estos días: «Pues a mí mis amigas nunca me han contado que las hayan tocado sin querer/besado a la fuerza/forzado a hacer algo que no querían/cualquier otra cosa». Y aquí voy a ser tajante. Si tus amigas no te han contado nunca

Mi primer (y único) ramo de rosas.

 Esta noche he empezado a ver la miniserie adaptación de La Regenta que hizo RTVE. He cedido porque no tengo en vista leerme el libro: lo he empezado dos veces y la prosa de Clarín ha podido conmigo las dos veces. O, como dirían los jóvenes: mucho texto.  Vetusta me ha resultado familiar y es normal: al fin y al cabo me crié en un pueblo donde cualquier nimio detalle es suficiente para montarse tremenda película. Y lo entiendo, ¿eh? Vivir en un pueblo es, en general, aburridísimo. Creo, además, que ese aburrimiento hace que a uno, si no tiene una vida interior muy rica, se le vayan consumiendo las entrañas y se quede hueco. Así que si nada pasa dentro y nada pasa fuera... Pues habrá que inventárselo.  He sido víctima de esas invenciones en más de una ocasión. Algunas veces con motivo, claro. Qué adolescencia habría tenido si nunca hubiera dado pie a habladurías. Pero las más de las veces, sin él. Podría entretenerme a contar tooooodas las ocasiones en las que mis vecinos armaron una mo

Un beso

 Últimamente cuando veo series o películas románticas (y no veo otra cosa) y alguien se besa siento un cosquilleo que va desde el estómago a los labios dando un par de vueltas alrededor del corazón: son ganas. Pienso en que no sé cuándo va a volver a ocurrirme eso, un beso romántico de esos que hacen que el corazón se te pare y te vaya a mil por hora a la vez. Si es que vuelve a pasarme. No me malinterpretes: mis ganas son ganas en abstracto, en concreto ahora mismo no hay demasiadas ganas de nada que tenga que ver con el romanticismo. Pero las fantasías llenan el hueco. Hace un tiempo hablaba con alguien de lo maravillosos que son los primeros besos: ese cosquilleo en todo el cuerpo, esa estática que atrae a las dos personas implicadas y la explosión cuando los labios por fin se tocan. Es una pena que los primeros besos solo puedan ocurrir una vez, ¿verdad? Son algo tan, tan especial... Incluso cuando no media romanticismo, sino solo deseo o ganas, llámalo como quieras. Los besos hace