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Mostrando entradas de noviembre, 2018

Hace tiempo que no me pinto los labios.

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Esa ha sido la primera señal. Hace tiempo, semanas, muchas, que no me pinto los labios. Hoy he caído en la cuenta. Ese gesto simple me encantaba. El solo hecho de ver mi boca coloreada frente al espejo me levantaba el ánimo. Pero últimamente -o no tan últimamente- no le veo sentido, y mis lápices de labios, quizá desconcertados, padecen su abandono por los cajones. La otra señal ha sido que hoy, durante mi paseo hacia el trabajo, al llegar al Puente Romano, no me he sentido mejor. Hace unos cuantos días escribí un tuit que decía algo así como que no sabía qué pasaría el día que Córdoba no me calmase los dolores. Y hoy no ha funcionado. Ni el paseo, ni Córdoba, ni el viento frío, ni todos mis intentos por apaciguar el torbellino de pensamientos y emociones que me bullían en la cabeza, por disipar los augurios, por levantarme la losa del pecho. Así que lo he hecho. Ya casi llegando al trabajo, he sacado el móvil y he pedido cita para mi médico de cabecera. El miércoles que vien

Hoy me han dado un abrazo.

Me abrazan menos de lo que necesito y, definitivamente, menos de lo que me gustaría. Pero hoy me han dado un abrazo de esos inesperados que me ha sabido a gloria. Hoy tenía clase con un 1º de ESO. En mis clases intento hablar de temas que los niños no abordan normalmente y que creo que son importantes, siempre adaptándome a su nivel, claro. Esto favorece que ellos, a veces, hagan preguntas, pidan consejo, etc. Generalmente de manera impersonal, delante del grupo. Generalmente, no siempre. A veces me piden hablar en privado, suele ser cuando perciben que su problema es realmente importante. Hoy me ha ocurrido. Una niña me ha pedido hablar conmigo. Pensaba que no estaba relacionado con algo personal, ya que este año casi todo lo que ocurre en el centro acaba pasando por mis manos. Pero no, no era algo del centro. Ha esperado a que todo el mundo haya salido de la clase y me ha preguntado su duda. La he escuchado con atención y luego le he dicho: "¿Lo que quieres es un consejo?&qu

La crisis de los 30

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¿Os habéis preguntado alguna vez por qué todas las crisis parecen rondar los cambios de decena? ¿Tanta fuerza tienen las cifras? Parece ser que sí. Yo misma me pregunto a veces si esto que me pasa tendrá que ver con la dichosa crisis de los 30. A veces me digo que sí. Otras que no. Lo cierto es que no importa demasiado la etiqueta, pero algo me pasa, algo me viene pasando desde hace un par de años.  Y ese algo no es del todo malo. Hoy, mientras caminaba, me he dado cuenta de que quizá por primera vez en mi vida tengo una relación sana y normal. Podría excluir de ese saco, quizá, mi primera relación, mi primer amor: una relación de casi un año con un chico de mi misma edad, circunstancia que no se ha vuelto a dar nunca en mi vida. El resto de relaciones, o bien estuvieron sustentadas en cosas poco deseables (inseguridades, dependencia, necesidad de validación...), o bien fueron huidas hacia delante, cosas que no deseaba realmente, pero que tomé por circunstancias diversas, en oca

Dadora de vida.

Yooooo soy rebelde porque el NaNo me ha hecho así.... :P Estamos en noviembre, lo cual significa que estamos en el mes del #NaNoWriMo: 50.000 palabras en 30 días. Yo ya me he resignado y he asumido que eso, hoy por hoy, es imposible para mí. Pero este año me he propuesto un objetivo más modesto: escribir, al menos, un poema al día durante todo noviembre. De momento lo voy consiguiendo, así que para muestra, vengo a dejaros aquí una de las cosillas que me han salido. Si lo cumplo, cuando acabe puede que lo monte en un ePub y lo deje para descarga gratuita, como he hecho otras veces. :) Allá va. Dadora de vida. Este sacrificio brota de mi cuerpo: no ser lo prometido, faltar, por vez primera, a una cita, pedirte que me esperes y llegar tarde. Y, mes a mes, la sangre anuncia la aurora de una nueva ausencia, de lo que me prometí no ser. Sangro, guiñando un ojo a la muerte. Cuando llegue el momento, ya rendida, a deshora, recordaré esta decisión forzosa, esta

Retales musicales: Rocío Márquez.

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Hoy tenía ganas de actualizar y no sabía qué escribir. Llevo toda la tarde escuchando a Rocío Márquez, y justo pensaba en cuánto bien me hace su música, incluso los domingos. Entonces he caído en la cuenta de que no os he hablado mucho de ella y de que no os he hablado específicamente de su música. Así que voy a ponerle remedio. Hace mucho tiempo que no hago uno de estos posts, que no me pega tan fuerte con ningún artista como para escribir sobre él. Y es injusto, porque llevo con Rocío Márquez a piñón desde finales del curso pasado de manera recurrente. Allá vamos. Rocío Márquez es una cantaora onubense que, a mi poco entender, es una maravilla para los sentidos. A mí me gusta el flamenco, pero me ocurre, como con otras muchas cosas, que no tengo ni puñetera idea de flamenco. Desde hace años escucho a Camarón con intensidad, me pierdo en La leyenda del tiempo poniéndola en bucle, casi hasta entrar en trance. Me gusta el flamenco por lo que me hace sentir, por los lugares a los