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Mostrando entradas de septiembre, 2021

Un alumno nuevo.

 Hoy salí del trabajo deliberadamente tarde. No quería coincidir con la cascada de compañeros, alumnos y coches de la salida. Cuando he llegado al patio el centro parecía desierto. Me resulta reconfortante ver vacíos lugares que no suelen estarlo: es como si los hubieran cerrado para mí.  Me encaminaba ya a la salida cuando me he encontrado en unos escalones a un chaval desconocido cargando una mochila de ruedas escalones arriba. Tenía cara de uno de esos niños de la Guerra, ¿sabéis? Con la cabeza redonda, los ojos grandes y el pelo rapado al dos. Como un Miguel Hernández en miniatura.  ─Perdone, ¿me puede decir donde está la salida de mi curso? ─Ahora, con esto de los protocolos COVID los distintos cursos entran y salen por puertas distintas.─ Es que es mi segundo día en este instituto y ayer salí por la puerta de la entrada.  ─Claro ─le he contestado con mi mejor sonrisa bajo la mascarilla─. Vente por aquí. Mira. Bajas estos escalones y allí, girando un poco, la ves.  Me ha dado las

Alguien.

  TW: suicidio. Alguien ha muerto. Debería conocerle, pero no le recuerdo. Aún así, me lo imagino como a cualquiera, besando a su mujer antes del trabajo y yendo a por el pan a la salida. Entre medias, supongo que, como todos, intentaría hacerlo lo mejor que podía.  Lo que no me imagino es por qué, ni cómo, ni qué había en ese lado oculto de lo que era que le llevó a tensar la soga, a sacar las pastillas una a una para arrojarlas por su garganta, a deslizar la afilada cuchilla o a dejarse caer. Todos parecen sorprendidos. Suele pasar y, aún así, me pregunto cómo es posible que sea una y otra vez.  Todos parecen sorprendidos, sí. Se mató sin avisar, con la ropa doblada y la muda lista para el día siguiente.  Alguien ha muerto y ni siquiera puedo hacerme la sorprendida porque no le recuerdo.