Amapolas.

Me encantan las amapolas. Hace ya bastantes días que en el camino que separa mi casa del trabajo me encuentro los campos llenos de amapolas, todos teñidos de rojo. No tiene nada de especial: ocurre todos los años en esta época, pero a mí me parece un espectáculo maravilloso. 

La amapola no es una flor especialmente vistosa, ni bella, ni compleja, ni extraña. Es una flor común, silvestre, nada del otro mundo. Quizá precisamente por eso me gusta. 

Pero esta mañana he descubierto algo más sobre la amapola. 

Resulta que la amapola es una flor tremendamente débil, si habéis tenido alguna en vuestras manos lo habréis notado. Sus pétalos se caen al mínimo roce y son finísimos, y su tallo es de lo más endeble, apenas puede mantener el leve peso de la corola. Esto, por supuesto, ya lo sabía. 

Lo que he descubierto, otra vez (sí, supongo que se pueden descubrir las cosas más de una vez) es que las apariencias engañan. Estaba tomando una rotonda y por el rabillo del ojo he captado que ahí, en el asfalto, en el arcén de la rotonda, había una amapola. Una sola. Puede que por eso me haya llamado más la atención ese punto rojo sobre el gris. ¿Cómo una flor tan frágil ha conseguido abrirse camino desde debajo de la calzada? ¿De dónde ha sacado las fuerzas? 

Quizá la vida, hasta cuando parece frágil, empuja con más fuerza de la que podríamos imaginar. 

Quizá no hay imposibles. 

Pero solo quizá. 


Comentarios

  1. Qué metáfora tan bonita. Y esperanzadora :)
    Un abrazo.

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  2. Reconozco que el rojo es mi color favorito. Por eso me gusta siempre ver las amapolas, con ese tono tan intenso, normalmente en un entorno más apagado. Así que gracias por compartir con nosotros un momento tan evocador.

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  3. Muy bonito, Bettie. A mí también me encantan estas flores; además, como dices, tienen esa extraña habilidad de crecer naturalmente en los lugares más inesperados. Cuando me voy a la montaña a hacer deporte son una grata sorpresa; ésta zona es muy seca, como ya sabes, pero además donde vivo hace no demasiado hubo un incendio muy bestia y todavía no ha pasado el tiempo suficiente como para que todo vuelva a estar como antes. Pues en cualquier recoveco de cualquier roca, donde no hay ni siquiera zarzas, o entre troncos carbonizados, puedes encontrarte una amapola ahí, tan alegre, ella sola, dándole un toque de color a una vida que, en demasiadas ocasiones, si no negra al menos sí es bastante gris. Besos.

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  4. Jo... Yo por aquí sólo veo margaritas... :-(

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  5. No lo dudes, no lo dudes... Son unas supervivientes, las amapolas. :)

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  6. ¿Cómo una flor tan frágil ha conseguido abrirse camino desde debajo de la calzada? ¿De dónde ha sacado las fuerzas? *__* Awwwwwww. ¡Qué entrada tan maravillosa! Me he sentido muy identificada, ¿seré una Amapola? Sería una idea muy linda. :) Un beso :*

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    1. ¿Y por qué no ibas a serlo? Yo creo que las amapolas muchas veces no saben que lo son.

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  7. A mi también me gustan muchísimo las amapolas y echo de menos todos esos rincones de mi pueblo que cuando era niña eran verdaderos campos de amapolas (hoy ya no existen). He jugado muchísimo con ellas, seguro que sabes hacer obispos de amapolas, y es cierto son tan frágiles, pero fíjate a la vez que inteligencia la suya que salen en batallón y no hay quién pueda resistirse a ese mar de rojo. Esa amapola solitaria se merece un relato al más puro estilo Bettie. Mil besos. Tengo la mañana algo "pocha" y el recuerdo amapolero me ha traído buen rollo.

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    1. Nunca oí eso de los obispos de amapolas XD ¡Me tendrás que enseñar!

      Me alegro de haberte llevado buen rollo, Perri :)

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  8. Me encantan las amapolas. Precisamente este fin de semana pasamos por campos llenos de ellas y los encontré todo un espectáculo.

    Me ha hecho gracia tu descubrimiento, pues es una de las cosas que también me fijo y que no deja de sorprenderme. Como la naturaleza, por difícil que sea, planta cara al hombre y consigue encontrar siempre una salida. Y me ha hecho pensar en la fábula de la rana sorda.

    Bonita entrada :)

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    1. TEndré que buscar esa fábula, no la conozco :P

      Y sí, yo soy muy de fijarme en estas cosas :D

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  9. Pues a mí también me encantan las amapolas, aunque donde yo vivo no son muy habituales, así que no suelo verlas. Me encantaría poder disfrutar de un campo lleno de amapolas. Pero disfruto igual el campo lleno de margaritas (que sí hay muchas).

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    1. Las margaritas también son chu-chu-chulis. Pero ese rojo de las amapolas... ay.. :D

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  10. Puede que sólo sea frágil la flor, la parte visible y vistosa, pero que sea capaz de vivir en condiciones desfavorables.
    A mí también me gustaba ver los campos llenos... y hace tiempo que no las veo porque parece que han desaparecido por aquí :S.
    Un besitoo

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    1. Joooo, ¿por qué? #PrayForAmapolas xD

      Y sí, las apariencias engañan :D

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  11. Ojalá que se llame Amapola, que me coja la mano y que diga que sola no comprende la vida y que me pida, más, más, más, más, dame más... y que me diga...

    Pues este año la campiña se ha teñido de amarillo. Y es que el aceite de colza ha resurgido y según está el precio de los cereales y el costo y trabajo de cultivarlo, se han pasado a lo "fácil". Y la flor es preciosa, pequeña pero llena los campos de vitalidad y alegría. Pocas veces había visto la campiña tan bonita.

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    1. Se le nota en la voz, por dentro es de colores... :)

      Qué genial, hijafante :) :*

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  12. No debería leer esto con música triste de fondo. Tengo un nudo en la garganta. Qué bonita metáfora, las amapolas. :)

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    1. Me encantas, Euterpe, por tu sensibilidad (entre otras cosas) :D

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  13. A mi también me encantan las amapolas y esos campos que se ven desde la calzada teñidos de mi color preferido.
    Preciosa entrada.

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