Placeres cuplables: El décimo reino (The 10th Kingdom)

Hubo unos tiempos, aunque algunos no os lo vayáis a creer, en los que Tele5 molaba. No, en serio, cerrad la boca y hacedme caso. En aquellos tiempos, los fines de semana se dedicaban a poner, en varias entregas, miniseries para televisión. Yo era jovenzuela por aquel entonces, tendría 12 o 13 años, quizá alguno más, y esperaba ansiosa que llegase el fin de semana para ver estas miniseries. Me tragué unas cuantas, aunque recuerdo muy pocas. Estaba la de Merlín, en la que acabo de enterarme de que salía Helena Bonham-Carter como Morgana (y habré visto la miniserie tres o cuatro veces, soy un caso), la de La princesa y el mendigo, que es una rallada tremenda pero que a mí me requetencanta, Juana de Arco, que sigue siendo mi versión favorita, por más que me dicen que la de Luc Besson es buenísima (por cierto, en la miniserie sale Neil Patrick Harris como Delfín de Francia, con un corte de pelo muy chungo xD) y, last, but not least, El 10º reino.

Y sí, esta entrada va de placeres culpables. Porque claro, es normal que ciertas cosas te gusten cuando eres pequeña, pero también es normal que, al verlas después, con años de por medio, te rías de tus gustos. Me pasa constantemente. Pero hay cosas de mi infancia que sobreviven y vencen esa sensación. Bastantes, por suerte. Y una de ellas son estas miniseries. Que sí, que serán cutres, estarán hechas con bajo presupuesto, los argumentos pueden no ser lo mejor del mundo, los efectos especiales ni os cuento,... Pero molan, y punto.

En concreto venía a hablaros de El décimo reino, que es la que estoy re-viendo ahora mismo. Así, en líneas generales, la historia va de que los cuentos de hadas que conocemos, Blancanieves, Caperucita, Cenicienta, etc., ocurrieron de verdad, aunque puede que no exactamente como nos los contaron. Y que el mundo en el que ocurrieron existe en alguna parte. Y que, además, es posible viajar entre esos 9 reinos, en los que ocurrieron todas esas historias, y nuestro mundo. La protagonista es Virginia, camarera, hija del portero de un edificio cercano a Central Park y una dama de la alta sociedad que los abandonó cuando ella tenía 7 años. Del otro lado están el príncipe Wendell, nieto de Blancanieves y a punto de ser coronado, y su malvada madrastra, que va a impedirlo por todos los medios. Para ello contará con la ayuda del Rey Troll y sus hijos, así como de Lobo, que le sale un poco rana.

Jo... Este personaje me da una ternurilla... jaja

Total, que las cosas se acaban liando y el Príncipe Wendell, en su huída, acaba atravesando un espejo mágico y llegando a Central Park para chocarse, literalmente, con Virginia. Y tras él, los trolls y lobo. Se lía un jaleo tan grande que acaban huyendo todos a través del espejo hacia los 9 reinos. Y si la vida es difícil sin magia de por medio, con ella ni os lo imagináis.  Así que se meten en más líos, pierden el espejo, lo encuentran, lo vuelven a perder, están todos en peligro de muerte varias veces, se libran, hacen cosas estúpidas, se vuelven a poner en peligro de muerte, and so on, y hacia el final hay descubrimientos increíbles y perturbadores, amor, felicidad y perdices. Todo eso a lo largo de unos 420 minutos. 

En fin, que es un placer culpable en toda regla, pero que cada vez que la veo desconecto, me río y lo paso bien. Una vez me la vi seguida, por la noche, y cuando llegó Jack de trabajar, de madrugada, me pilló acabando de verla. Y oye, debió de gustarle, porque acabamos por hacer maratón los dos juntos. Eso sí, otro día. 

Bueno, hasta aquí mi confesión de hoy. Desde luego, creo que esta no es la peor de las miniseries que sacaron. Supongo que La Princesa y el Mendigo es más churro todavía XD. Pero aún así, ... Que levante la mano el que no tenga alguna debilidad de este tipo...:P

Os dejo con la intro. Todavía, cuando lo pongo, empiezo a cantar: "I'm wishing on a starrrrrr, to follow where you aaaareeeeee..." (La versión original es de Rose Royce, del año 1977)

Ale, estiraos un poco y confesad algún placer culpable, a poder ser, audiovisual :P ¡No me seáis cobardes!