Disfraces.
El día ha sido agotador, o eso dice el suspiro que deja salir mientras cierra la puerta de casa. Desde ese momento en adelante se dedica a deshacerse de la máscara que ha llevado todo el día. Sobre la mesilla, adiós bolso de marca. En mitad del pasillo, fuera tacones de aguja. En la puerta del dormitorio, hasta otra, vestido ajustado. Frente al espejo, los estudiados bucles desaparecen en un moño despeinado y el elaborado maquillaje deja ver su tez. Mira las ojeras y tuerce el gesto pero, al fin, sonríe, porque vuelve a reconocerse en el reflejo.
Entonces mete la mano bajo su sujetador y saca unos cuantos billetes de cincuenta euros. Hay alguno de cien, pero sus clientes no suelen ser tan generosos. Los deja en el bote de café instantáneo pero antes cuenta lo que ha reunido. Ya casi tiene para la matrícula. Seguro que mañana, o como mucho pasado, lo habrá conseguido. Vuelve a sonreír: llegará a tiempo.
Tiene hambre, pero no le apetece cocinar, así que camina pesadamente hasta la cocina, saca un cubo de helado de chocolate y cookies y coge una cuchara sopera. Sabe que en su actual trabajo es importantísimo mantener la línea pero no cree que una tarrina de helado vaya a marcar una gran diferencia. Así que se sienta frente a la televisión y empieza a comer mientras espera que empiece su serie favorita. Aún quedan anuncios y, mientras intentan convencerla de que necesita un coche nuevo, hace números. "¿Cuándo podré dejarlo?". Sabe que aún queda. Que tiene que ahorrar para vivir, que pagar la matrícula es el principio, pero no el final. Piensa que seguramente no pueda dedicarle tanto tiempo al trabajo cuando empiece los estudios. Vuelve a suspirar y, mientras empieza a sonar la sintonía que ya se sabe de memoria, murmura por lo bajo y con la boca llena de helado:
-Bueno, a quien algo quiere, algo le cuesta.
Y antes de irse a dormir recoge cada uno de los elementos de su disfraz y los deja preparados para el día siguiente. Ser ella misma es un lujo que, por el momento, no puede permitirse.
Interesante el mini-relato, si señora. Cual es la identidad secreta de la protagonista? Será la que todos estáis pensando? No? XP
ResponderEliminarMe gusta, me gusta <3
Te quiero, Amor mío.
Ah, yo no digo nada. Se admiten apuestas XD
EliminarPues eso... cada uno que lo interprete como quiera ¿no?
ResponderEliminarQué triste eso de que no poder permitirse el lujo de ser uno mismo ¿verdad?.
Me encantan tus pequeños relatos... ¿te lo había dicho alguna vez? XD
Buen finde...
Pues hay tanta gente que no puede permitirse ese lujo mas que cuando llega a casa...Y a veces ni aún así.
EliminarQué lástima que a veces haya que recurrir a estos extremos (si es que he entendido bien el relato, claro).
ResponderEliminarLeyéndolo después de escribirlo me he dado cuenta de que hay muchas maneras de entenderlo :)
EliminarYo creo que da igual la profesión, no? Hay demasiada gente que no puede permitirse el lujo de ser uno mismo, en algunos casos ni siquiera por obligación económica. Hay muchas ataduras que a veces nos imponemos nosotros mismos.
ResponderEliminarPues sí. La chica podría dedicarse a cualquier cosa. Y no solo es importante la obligación económica, tienes razón.
EliminarEstoy con Perri, en el fondo da igual un poco... (yo lo que me he imaginado me lo guardo para mí). Lo triste es no poder seguir estudiando por falta de dinero :(
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Pues sí. :(
EliminarEl precio de las matrículas es un robo. Lo de no poder ser uno mismo, una desgracia. Y tus relatos, una maravilla, como siempre.
ResponderEliminarGracias Aria. Y sí a todo. XD
EliminarJo, bonito el escrito pero triste la historia.
ResponderEliminarMe gusta disfrazarme pero no de ese modo a diario. Es muy duro vivir así :(
Pues mucha gente vive así. :(
Eliminar