Amor─amor (pero no el de Cacharel)

 Es una pena que no tenga el tiempo ni la paciencia para escribir ensayos. ¡Qué cojones! Si ni siquiera soy capaz de escribir un post de blog medio coherente y cuidado, voy siempre a salto de mata... Pero digo que es una pena porque de vez en cuando se me ocurren ideas interesantes. Por ejemplo hoy se me ha ocurrido que el amor─amor probablemente empieza cuando cuando decae el romanticismo. 

Es fácil querer a la persona de los grandes gestos, la persona siempre atenta, arreglada, preparada para cualquier eventualidad posible, la que tal vez no lleva máscara, pero sí una capa de maquillaje que te cagas de gruesa. No me digas que no: todos hemos estado en esa fase. Y, como estaba diciendo, no tiene mérito ni complicación querer a alguien que se esfuerza tanto en complacernos. Eso es el modo fácil.

El amor─amor, ese amor épico, profundo e intenso creo que empieza a manifestarse cuando la épica deja de ser la tónica. Querer a la persona despeinada, desmaquillada, con cambios de humor, con el pijama desparejado, sin ropa interior sexy (o sin ropa interior en absoluto), cansada, deprimida, superada, rendida... Eso es otro rollo. Querer a esa persona hasta cuando, a veces, no tiene fuerza para demostrar que te quiere, cuando parece que está cansada de todo (hasta de ti), eso sí tiene mérito. A lo mejor no es un amor de grandes gestos de los que aparecen en las películas pero que te quieran cuando ni tú misma entiendes por qué... Aunque no quede tan bien en cámara es un pedazo de gesto. 

Y ese es mi desvarío de hoy. Menos mal que nadie está obligado a leer esto, porque si no estarían cortándome los cables de la fibra. 


Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo. Como pasa casi siempre, lo bueno se demuestra cuando llegan las malas, cuando vienen mal dadas. En el amor y en casi todo.

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  2. Qué rico es ese amor-amor en el que nos miramos tal cual somos, en el que creamos las rutinas de vida (tan demonizadas pero tan necesarias) que nos acompañan. A mí especialmente me engancha esa fase definitiva del amor, el amor-amor. La primera está muy guay, adrenalina, dopamina y morbo por un tubo, pero la vida como constante no es eso. El auténtico subidón es que después de muchos años de relación sigas disfrutando de una velada de charla y confidencias, eso sí es SUBIDÓN.

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    1. No es el mismo tipo de subidón, pero si te paras a pensarlo es hasta más raro, porque el subidón ese lo podemos tener todos, el del principio, pero el otro no está en la mano de todo el mundo.

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