A los 30 con el pie correcto.
Ayer celebré mi cumpleaños con amigos, y tarta, y toda la parafernalia. Hacía muchos, muchos, muchos años que no lo celebraba así. Sí, en los últimos años he tomado algo con alguien cercano, generalmente mi pareja de ese momento. Quizá me he reunido con amigas para merendar, pero no ha habido tarta, ni regalos, ni cumpleaños feliz. Cuando ha habido algo parecido, ciertamente, no ha sido porque yo lo quisiera ni lo planeara. Hace muchos años que detesto mi cumpleaños.
La gente normalmente asume que es porque no me gusta crecer, hacerme mayor, cumplir años, ganar responsabilidades, descontar tiempo. Y, bueno, algo de eso hay, aunque no es lo más importante.
Lo que pasa es que durante años mi cumpleaños fue la fecha en la que más consciente era de que la gente no me quería y eso no se supera de un día para otro. Por mucho que alguien bese tus cicatrices, estas no desaparecen.
Ya os he contado alguna vez que yo fui víctima de acoso escolar. A pesar de ello, cumplía años y, al principio yo y luego mi madre, lo celebraba. Cuando era muy, muy pequeña, cuando todo empezó, yo no asociaba el hecho de que se metiesen conmigo a que no me quisiesen, así que yo esperaba que todo el mundo iría a mi cumpleaños y lo pasaríamos genial porque, jolín, era mi cumple. Y sí, los niños iban a mi cumple, pero no jugaban conmigo o aprovechaban momentos de despiste para meterse conmigo. A medida que fueron pasando los años la cosa fue empeorando: a mis compañeros de colegio ya no les compensaban los sandwiches y los aperitivos, así que preferían no venir. Algunos venían, obligados por sus madres, porque, pobrecita Bettie, que no tiene amigos. Los niños pueden ser muy crueles, especialmente cuando les están obligando a que sean amables. Así que cada año acababa mi cumpleaños hecha una mierda y me dormía llorando.
El último año que lo celebré resulta que hubo poquísima afluencia (seis o siete personas, solo un par de compañeros de clase, el resto hijos de vecinas mayores que yo) porque mi madre me obligó a invitar a un niño. Yo no quería, porque el niño me caía mal (era el típico niño que te levanta la falda y se mete contigo), pero como no tenía amigos y sí muchos problemas familiares mi madre me convenció. Fue la gota que colmó el vaso y casi ningún niño de mi clase quiso venir, solo una. Estuve varios días enfadadas con mi madre por obligarme a invitar a este niño, diciéndome que nadie había venido por su culpa. Pero cuando pasaron esos primeros días me di cuenta de que no era así: nadie quería venir a mi cumpleaños, no le caía bien a nadie, solo venían obligados. Y yo había estado enfadada porque mi madre me había obligado a invitar al único niño que sí quería venir (aunque fuese porque tampoco tenía a nadie). Así que, consciente de que aquello era una puta mierda y me estaba haciendo sufrir mucho, decidí no volver a celebrar mi cumpleaños, no invitar a nadie, no organizar fiesta, para que nunca me volviesen a dar de lado. No sé si fue el año que cumplí 11 o 12 años.
Y hasta ayer.
Pero me alegra haber vuelto a celebrar. Por fin. Ya era hora. Ayer fue una tarde maravillosa y yo no podía dejar de mirar a mi alrededor y ver a gente que parecía que quería estar allí y que se alegraba de verdad por mí. Y no veáis qué subidón.
Gracias a todos los que estuvieron. Ya no por los regalos, que es lo de menos (aunque algunos me han emocionado profundamente), sino por eso, simplemente, por estar. Por ayudarme a matar fantasmas.
Así sí mola crecer.
PD: Aquellos que dicen que bueno, que el acoso escolar mal, pero que te hace más fuerte, se pueden comer una mierda untada en pan. Calculad lo que me ha costado superar esta mierda. Y esto es una gilipollez comparado con otros miedos que arrastro desde entonces.
PD2: Mis maravillosos regalos.
La gente normalmente asume que es porque no me gusta crecer, hacerme mayor, cumplir años, ganar responsabilidades, descontar tiempo. Y, bueno, algo de eso hay, aunque no es lo más importante.
Lo que pasa es que durante años mi cumpleaños fue la fecha en la que más consciente era de que la gente no me quería y eso no se supera de un día para otro. Por mucho que alguien bese tus cicatrices, estas no desaparecen.
Ya os he contado alguna vez que yo fui víctima de acoso escolar. A pesar de ello, cumplía años y, al principio yo y luego mi madre, lo celebraba. Cuando era muy, muy pequeña, cuando todo empezó, yo no asociaba el hecho de que se metiesen conmigo a que no me quisiesen, así que yo esperaba que todo el mundo iría a mi cumpleaños y lo pasaríamos genial porque, jolín, era mi cumple. Y sí, los niños iban a mi cumple, pero no jugaban conmigo o aprovechaban momentos de despiste para meterse conmigo. A medida que fueron pasando los años la cosa fue empeorando: a mis compañeros de colegio ya no les compensaban los sandwiches y los aperitivos, así que preferían no venir. Algunos venían, obligados por sus madres, porque, pobrecita Bettie, que no tiene amigos. Los niños pueden ser muy crueles, especialmente cuando les están obligando a que sean amables. Así que cada año acababa mi cumpleaños hecha una mierda y me dormía llorando.
El último año que lo celebré resulta que hubo poquísima afluencia (seis o siete personas, solo un par de compañeros de clase, el resto hijos de vecinas mayores que yo) porque mi madre me obligó a invitar a un niño. Yo no quería, porque el niño me caía mal (era el típico niño que te levanta la falda y se mete contigo), pero como no tenía amigos y sí muchos problemas familiares mi madre me convenció. Fue la gota que colmó el vaso y casi ningún niño de mi clase quiso venir, solo una. Estuve varios días enfadadas con mi madre por obligarme a invitar a este niño, diciéndome que nadie había venido por su culpa. Pero cuando pasaron esos primeros días me di cuenta de que no era así: nadie quería venir a mi cumpleaños, no le caía bien a nadie, solo venían obligados. Y yo había estado enfadada porque mi madre me había obligado a invitar al único niño que sí quería venir (aunque fuese porque tampoco tenía a nadie). Así que, consciente de que aquello era una puta mierda y me estaba haciendo sufrir mucho, decidí no volver a celebrar mi cumpleaños, no invitar a nadie, no organizar fiesta, para que nunca me volviesen a dar de lado. No sé si fue el año que cumplí 11 o 12 años.
Y hasta ayer.
Pero me alegra haber vuelto a celebrar. Por fin. Ya era hora. Ayer fue una tarde maravillosa y yo no podía dejar de mirar a mi alrededor y ver a gente que parecía que quería estar allí y que se alegraba de verdad por mí. Y no veáis qué subidón.
Gracias a todos los que estuvieron. Ya no por los regalos, que es lo de menos (aunque algunos me han emocionado profundamente), sino por eso, simplemente, por estar. Por ayudarme a matar fantasmas.
Así sí mola crecer.
PD: Aquellos que dicen que bueno, que el acoso escolar mal, pero que te hace más fuerte, se pueden comer una mierda untada en pan. Calculad lo que me ha costado superar esta mierda. Y esto es una gilipollez comparado con otros miedos que arrastro desde entonces.
PD2: Mis maravillosos regalos.
Mis regalos de cumple de parte de @Kyol— Bettie Pathway (@BettieJander) 11 de enero de 2018
-Roller J. HERBIN. Es un boli pero funciona con cartuchos de tinta y va muy bien.
-Camiseta de Desdentao fetén 💜😍 pic.twitter.com/w3lO4Hn6DB
Regalitos 💜 pic.twitter.com/JLLfyrIpX7— Bettie Pathway (@BettieJander) 13 de enero de 2018
Te mereces todo lo bueno del mundo, y que te quieran mucho y bien. Felicidades de nuevo, mi vida.
ResponderEliminarGracias por formar parte de todo esto :)
EliminarAcabas de hacerme llorar... que lo sepas. Y ese no es el mejor modo de acabar un domingo. Pero te lo perdono porque te quiero mucho...;)
ResponderEliminarY acabo de alucinar con tu máquina de escribir. ¡Muero de envidia!
Y a pesar de haberme hecho llorar este post, me ha alegrado mucho. Sigue celebrando, Bettie. Sabes que tienes mucha gente que te quiere.
Muac
Me suele pasar que mis alegrías lo son por contraste con otras cosas malas que me han pasado. Así brillan más. Siento haberte hecho llorar. Te mando un abrazote fuerte para compensar.
Eliminar:*
Tú ya eres Ladybug. Los lepidópteros malos de tu pasado llevan ya tiempo comiéndose su propia mierda y, claro, como la cara es el espejo del alma ahora son horribles (a cierta edad uno sabe ver esas cosas como las brujas buenas saben leer el aura). Me encanta observar en clase a esos chicos y chicas discretos y adivinarles el brillo de su diamante.
ResponderEliminarSanti
xDDDD Me ha hecho mucha gracia lo de los lepidópteros XD
EliminarUn abrazo, Santi.
Felicidades!!!
ResponderEliminarTe leo a veces y no comento.
soy madre y la moda de los cumpleaños es lo más toxico que he visto jamás y la culpa es de los padres pues los niños son esponjas (o eso dicen)
La alegria son esas personas que están y que merecen que celebremos los cumpleaños como algo alegre.
Al resto que les DEN.
Un abrazo.
Muchas gracias. Sí, es un poco tóxico porque no todos somos igual de aceptados y, a esas edades, uno no entiende por qué, pero sentirse mal, eso sí lo hace :(
Eliminar¡Un abrazo!
Yo por suerte me libré de eso de los cumpleaños infantiles. Porque, aunque pueda parecer extraño, me daba igual celebrarlo con amigos XD Lo celebraba en familia y ya.
ResponderEliminarY como siempre que escribes un post así, yo me alegro muchísimo :D Más posts así, por favor.
"Yo no podía dejar de mirar a mi alrededor y ver a gente que parecía que quería estar allí y que se alegraba de verdad por mí". Y los que no estábamos allí, desde la distancia, también :)
¡Un abrazo!
Gracias, Letraherido :)
Eliminarme alegra que hubieras celebrado y espero que todos los años (y todos los días) sigas encontrando más motivos para hacerlo.
ResponderEliminarYo también. Muchas gracias, remorada :D
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