No eres culpable de lo que te pasa.

Hoy he estado hablando del estoicismo con una amiga. El estoicismo siempre me ha parecido un pensamiento un tanto derrotista, mirado superficialmente, pero hablando con mi amiga he podido ver que hoy en día es una filosofía revolucionaria frente a la creencia de que todo lo que nos pasa es culpa nuestra, de que nuestro éxito en la vida, nuestra felicidad, todas esas palabras tan grandes, dependen de nosotros.

Creo que ese pensamiento es dañino. La vida es algo parecido a una partida de póquer. No, no porque haya que ser buen mentiroso, que también, sino porque

a) La gente que participa en la partida no llega en las mismas condiciones. Unos tienen más experiencia que otros. Otros, más dinero que aquellos unos. Algunos estarán solos ante el peligro si ganan o pierden mientras que otros tendrán red de seguridad.

b) No elegimos las cartas que nos tocan.

c) Los golpes de suerte existen. Sí, a veces ganas la partida con unas cartas de mierda. A veces. Muy raras veces.

Todas estas son cosas que escapan a nuestro control. En la vida, en mayor medida incluso que en una partida de póquer, hay muy pocas cosas que nosotros podamos controlar. Hacemos lo mejor con lo que se nos ha dado, y nada más. Pero en una partida de póquer lo vemos claro: si no ganamos teniendo unas cartas de mierda, si alguien no consigue ganar teniendo unas cartas de mierda, no le echamos la culpa, no lo machacamos. Pero en la vida sí. ¿POR QUÉ?

Una de las claves del estoicismo es saber qué cosas dependen de nosotros (sabiendo que son muy pocas) para evitar malestar y frustración. A lo mejor deberíamos empezar a ejercitar eso.

Sí, lo sé, da miedo. Da mucho miedo creernos impotentes ante nuestra vida, lo único realmente nuestro, pero es también liberador saber que no somos los culpables de todo lo que nos pasa, o al menos no del todo, igual que no somos los únicos artífices de nuestros triunfos (lo cual es una cura de humildad que a más de uno le viene bien).

El estoicismo, como alguna otra filosofía de la época helenística, aspiraba a la ataraxia, la ausencia de dolor (espiritual y físico). Creo que eso se ajusta bastante -no del todo, pero sí bastante- a mi idea de felicidad.

¿Qué faltaría? Educar el deseo. Pero eso, si acaso, es material para otro post.







PD: Me parece sorprendente que de una conversación en la que la conclusión era que hay que quemar cosas y gente, haya salido esta entrada tan serena.

PD2: Me ha reconciliado un poco con el mundo que mi amiga -científica- haya encontrado refugio y consuelo en la filosofía. A lo mejor más gente debería probarlo.

Comentarios

  1. Algo por un estilo le leí a Pérez-Reverte hace muchos años. Y decía que ser estoico no era ser derrotista ni dejar de remar.
    Yo últimamente he optado por no dejarme llevar por una mala fantasía, e intentar explorar los caminos de lo posible (sí, lo sé, he sonado muy rimbobante, pero no se me ocurre otra forma mejor). Es decir: intentar actuar de la forma más realista posible, sabiendo que no existe un camino mágico que me lleve a ninguna gloria e ir valorando los pequeños avances, y disfrutar de lo que consiga (aunque sea poco).
    ¡Un abrazo!

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