Peli: Roma (2018)

Recomendación: si queréis ver la película, no leáis la reseña, en serio. Yo me acerqué a ella sin saber nada y creo que es lo mejor que podía haber hecho. 




Anoche vi Roma. Había acabado la segunda temporada de The Marvelous Mrs. Maisel, recomendable al máximo, y me sentía un tanto huérfana. Recordé que hacía unos días que esta película estaba en Netflix y me animé a verla. Había escuchado opiniones entusiastas de la misma en televisión, pero me acerqué a ella con desconfianza. Al fin y al cabo, el cine cultureta suele dejarme más fría que otra cosa. Sí, señores, soy así de simple.

Y yo esperaba algo de cine cultureta, y utilizo el término despectivamente con toda la intención: me refiero a ese cine experimental en el que no se cuenta nada en absoluto y en el que lo que prima es la espectacularidad, el experimento. Puede ser atractivo para muchos, pero no lo es para mí. Mis peores expectativas parecían verse confirmadas con los créditos iniciales. Esas oleadas de agua con jabón cayendo eternamente hacia el desagüe una, y otra, y otra vez me estaban poniendo histérica. "Ya estamos, otra modernez", me murmuraba entre maldiciones. Me obligué a tranquilizarme, porque os prometo que me estaba poniendo nerviosa de verdad, y esperé.

Segunda señal de alarma: película en blanco y negro. ¡Modernez alert! Pero aún así me sujeté y continué viendo la película. Mi intención era parar a la mitad aproximadamente y acabarla hoy, pero  cuando me di cuenta me sorprendí, al ver que ya había superado con creces el ecuador de la misma, así que decidí acabarla.

¿Y por qué me sorprendí? Porque Roma es una de esas películas que no dicen nada.  Me sirvo aquí del par decir/mostrar que utilizó Wittgenstein: hay cosas que no pueden ser dichas, solo pueden ser mostradas. En el mostrar hay un cierto tipo de revelación no explícita, que depende, más que del lenguaje o de la intencionalidad de quien expresa, de la actitud o la sensibilidad del que recibe el mensaje. Habrá gente que vea Roma y crea que no pasa nada. Que es una historia descafeinada, hueca, sin sal. Es fácil que algo así ocurra, pues, para que la película cobre pleno sentido, requiere de un espectador activo, algo a lo que no estamos demasiado acostumbrados aquellos que consumimos, fundamentalmente, cine comercial. Me incluyo, y utilizo el término "comercial" sin tintes despectivos, refiriéndome a aquellas películas que tienen la aspiración de llegar a un público  masivo y que, por tanto, se sirven de esquemas narrativos más convencionales.

Pero si conectas, si consigues ver todo lo que se muestra entre líneas... Menuda experiencia. La película pasa volando y, yo al menos, me sorprendí, como ya he dicho, que una historia tan aparentemente simple, sin demasiados altibajos, me tuviese tan pegada a la pantalla de la tablet.

No quiero que nadie se espante al leerme o que le cause rechazo la película solo porque yo estoy escribiendo como una pedante insufrible. Sabéis que no es mi estilo, pero me está saliendo así, qué le voy a hacer. Cualquiera puede ver Roma y disfrutarla, no es una cuestión de entender o no la historia, sino de sensibilidad, de conectar con ella. Incluso creo que es posible que una misma persona, en dos momentos distintos, tenga una impresión diferente de la película. En resumen: que le deis una oportunidad, aunque yo esté escribiendo esto como si fuese gilipollas.

Me parece, además, que el hecho de haberse estrenado, fundamentalmente, en Netflix, es un gran acierto. Creo que Roma es una película que requiere soledad. No me imagino teniendo la misma experiencia en una sala de cine llena de gente, la verdad. De hecho, una de las armas estéticas de la película, que es el silencio, habría sido enturbiado por toses, movimientos, palomitas... Por no hablar de lo cortarrollos que son las pantallas de smartphone con el brillo al máximo. Me alegro de haberla visto a solas, en mi casa, completamente a oscuras y con los cascos puestos. Podéis tomarlo también como una recomendación.

Hablando de la película, de nuevo, he de decir que la maestría del director tiene que ser mencionada sí o sí. Las señales, los silencios, los planos, las escenas... Hay tantas cosas que merecen la atención del espectador... No diré mucho más, pero nunca la manera de meter un coche en un porche me había dicho tantas cosas.

Hay muchas escenas que me encogieron el corazoncito este de piedra y hielo que tengo, pero una de ellas por encima de todas.

Bueno, es más de una escena. Empieza cuando Cleo y la abuela de la familia van a la tienda de muebles, a comprar la cuna para su bebé, caminando como si nada mientras se desarrollan las protestas de los estudiantes mexicanos y la policía se prepara para cargar, y acaba en el momento en el que le arrancan a su hija muerta de los brazos. Todo en ese arco narrativo me parece brutal: el miedo de Cleo, la abuela rezando el rosario, llorando, sin saber nada de ella, la atención de los médicos -que, sin ser grosera, mantiene a Cleo como un elemento pasivo dentro de la acción-, las maniobras de reanimación de su hija, ella mirando cómo no respira mientras la cosen, mientras expulsa la placenta, mientras... Y al final, el pediatra, diciéndole que no han podido hacer nada, llamándola por su nombre, preguntándole si quiere conocer a su hija y, finalmente, llevándosela para envolverla en un minúsculo sudario. Casi me deshidrato.


Me parece que Cuarón lo ha hecho bien. Lo fácil, al contar esta historia, habría sido romantizar la relación entre la familia y Cleo, blanquearla, haciendo hincapié en lo buenísimos que los patrones eran con ella. Pero no lo hace. Cuarón destaca constantemente esa jerarquía, ejercida sin malicia e incluso, a veces, inconscientemente, pero que se impone una y otra vez sobre Cleo. Es, de nuevo, esa opresión invisible, la ejemplificación del privilegio. Los patrones de Cleo no son malas personas. No tienen malos deseos hacia ella. "La tratan bien", sería la expresión, como si ese trato fuese digno de elogio, como si no fuese algo requerido por la dignidad de las personas. Creo que Cuarón ha hecho un gran ejercicio al mirarse al espejo y plasmar ese reflejo en su película.

Casi sobra decir que me han encantado las actuaciones, que Yalitza Aparicio hace un pedazo de papel, representando perfectamente a una mujer que, a pesar de no parar, no deja de ser espectadora de su propia vida, inocente, engañada, impotente ante lo que le ocurre, pero libre de toda amargura y resentimiento. Un personaje basado en una persona a la que, si es fiel, merece, sin ninguna duda, que le dediquen una película como Roma.

En fin, que, por si no se nota, me ha gustado mucho y ha sido una experiencia maravillosa. No os la perdáis. Y contadme qué os parece, si llegáis a verla o ya la habéis visto.

¡Abrazotes!



Comentarios

  1. Bueno, ya la comentamos, pero creo que es una película llena de matices en cada escena. Además, no me cansaré de decirlo, Cuarón es un director increíble. Hijos de los hombres, Gravity y Roma cuentan con una cámara y una fotografía que no paran de contarte cosas todo el rato, esos planos secuencia, esos movimientos de cámara y esos silencios. 3 grandes películas donde los silencios (bueno, silencio en cuanto a música y diálogos) lo llenan todo y son un personaje más.
    Para que veas que todos podemos ser pedantes cuando nos emociona algo :P

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es una pena que nunca vayamos a hacer ese podcast pedante pero salao.

      Jum. xDD

      ¡Muaks!

      Eliminar
  2. Si la veo por las bibliotecas públicas, la veré, que me la recomendaste expresamente :)
    ¡Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Dudo que la saquen, se ha estrenado en Netflix... Y realmente merece la pena... Creo que en Barcelona la están proyectando en los Cines Verdi.

      Eliminar

Publicar un comentario

¡Adelante! Deja tu retal :)

Entradas populares de este blog

Cómo aprobé el nivel Avanzado de la EOI preparándome por mi cuenta.

Tontos-a-las-tres.

Libro: La edad de la ira, de Fernando J. López