Gatos callejeros.

Es muy tarde. En mi calle un gato maúlla lastimoso. Desde hace un rato alguien le bisbisea para llamarlo, pero el gato no parece calmarse. Mientras, yo escribo una carta a alguien que no conozco contándole una historia que no le importa clamando, ya veis, por justicia. Qué gilipollez.

Escucho a Rocío Márquez muy bajito para no molestar a los vecinos, que tienen un bebé muy chiquito que no tiene demasiada consideración con sus horas de sueño. Me pregunto por el sentido de no sé muy bien qué. Y, poco a poco, voy sintiéndome pequeña e irrelevante.

Lo único que saco en claro es que no es buena idea ponerse a escribir a estas horas.

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