La venganza se sirve en diferido.
Lola acababa de abrir su peluquería. Todavía no hacía dos semanas desde que subió la persiana por primera vez. Le había costado mucho trabajo conseguir el dinero pero tras mucho pedir y mucho rogar pudo cumplir su sueño.
A veces Lola se sorprendía pensando que todo parecía nuevo. "Porque lo es, tonta", se reprendía. Por desgracia no parecía que fuese a tener muchas oportunidades de desgastar sus herramientas: desde que abrió la peluquería solo había atendido a tres clientas que, para colmo de males, estaban de paso por la ciudad.
Más por aburrimiento que por otra cosa, Lola se sentó frente a la puerta y se concentró, diciéndose interiormente "Ahora entrará un cliente, ahora entrará un cliente", mientras frotaba sus sienes. Y funcionó. O no, pero la casualidad fue, cuanto menos, curiosa. Vio pasar frente al cristal translúcido la silueta de un hombre trajeado que abrió la puerta a una señora. La señora dio las buenas tardes y no preguntó si podían atenderla: saltaba a la vista.
Lola le indicó dónde podía sentarse y observó su reflejo en el gran espejo de la peluquería. Su cara le resultaba tremendamente familiar, se parecía a... Pero no, no podía ser. Lola sonrió y apartó la idea de su mente.
-¿Qué quiere que le haga?
- Lavar y peinar. Nada más. No suelo fiarme de las peluqueras ni suelo cambiar, pero la mía está cerrada. No sé cómo esperan ganar dinero si no trabajan... -contestó la clienta.
Lola pensó que sí, que tenía que ser ella. No solo la cara era parecida, sino también la voz. Era como si le estuviese dando un discurso. Eso sí: la realidad no le hacía ningún favor. Se veía mucho más guapa y joven por televisión. Lola no pudo evitar acordarse de su sobrino, que ahora tenía que hacer media hora de autobús para ir al cole porque habían cerrado su colegio rural, de su padre, en lista de espera desde hacía más de un año para operarse de una hernia, de su hermano, maestro, que llevaba más de dos años en paro por los recortes, de la gente que recibía quimioterapia sentada en una sila,... Pero calló. Se tragó la rabia y sonrió.
- ¿Y no le apetecería darse un capricho? Puedo hacerle un tratamiento facial relajante y un tratamiento de hidratación en el cabello. Invita la casa ¿Qué le parece? Bueno... Tal vez tenga prisa. Supongo que será usted una de las mujeres más ocupadas del país...
La clienta sonrió. Estaba dispuesta a dejarse agasajar.
-Sí, así es. Pero de vez en cuando también necesito cuidados. Que una no es de piedra...
Lola pensó que si aquello le salía bien todo el mundo iba a hablar de ella. Puso una mascarilla que olía a frutas sobre la piel de su clienta y le cubrió los ojos con un antifaz antiojeras. Después, mientras ella estaba cómodamente reclinada y hablando de lo durísimo que es dedicarse a la política y de lo poco agradecidos que son los ciudadanos, ella obró su magia sobre el cabello de la mujer. Extendió productos, esperó, lavó el cabello, secó y fijó.
- Ya está. Voy a retirarle la mascarilla con una toalla humedecida con agua de rosas, para cerrar los poros y suavizar el rostro.
- Gracias. Me siento fenomenal. Creo que acaba de ganarse usted una clienta para toda la vida. La semana que viene volve...
Lola disfrutó al ver cómo aquella mujer, tan acostumbrada a llevar una máscara de piedra, perdió la compostura. Sus ojos se abrieron y su mandíbula cedió, dándole una apariencia ridícula. Lola no pudo contener la risa.
-¿Qué has hecho, desgraciada?
La mujer gritaba descontrolada, pero Lola no podía parar de reír. El pelo liso, pulcro y perfecto con el que había llegado era ahora una maraña multicolor. El guardaespaldas intentó entrar, pero ella, que salía a toda velocidad hacia la calle, le hizo tambalearse. Salió tras ella, pero Lola juraría que antes de hacerlo le guiñó un ojo.
Quiso la suerte que un fotógrafo estuviese esperando a aquella mujer para sacarle una foto saliendo de una peluquería de barrio. Quizá algún medio afín pagase bien por una imagen que acercase a aquella dama de hielo a la gente de la calle. Sin embargo lo que encontró fue mucho mejor.
La foto se hizo viral. En ella aparecía aquella mujer, descompuesta y hecha un desastre y, a su lado, el cartel de la peluquería de Lola. Desde ese momento no le faltaron clientes. Todos querían conocer a la peluquera que se atrevió a desafiar a una de las políticas más odiadas del país.
- ¿Y no le apetecería darse un capricho? Puedo hacerle un tratamiento facial relajante y un tratamiento de hidratación en el cabello. Invita la casa ¿Qué le parece? Bueno... Tal vez tenga prisa. Supongo que será usted una de las mujeres más ocupadas del país...
La clienta sonrió. Estaba dispuesta a dejarse agasajar.
-Sí, así es. Pero de vez en cuando también necesito cuidados. Que una no es de piedra...
Lola pensó que si aquello le salía bien todo el mundo iba a hablar de ella. Puso una mascarilla que olía a frutas sobre la piel de su clienta y le cubrió los ojos con un antifaz antiojeras. Después, mientras ella estaba cómodamente reclinada y hablando de lo durísimo que es dedicarse a la política y de lo poco agradecidos que son los ciudadanos, ella obró su magia sobre el cabello de la mujer. Extendió productos, esperó, lavó el cabello, secó y fijó.
- Ya está. Voy a retirarle la mascarilla con una toalla humedecida con agua de rosas, para cerrar los poros y suavizar el rostro.
- Gracias. Me siento fenomenal. Creo que acaba de ganarse usted una clienta para toda la vida. La semana que viene volve...
Lola disfrutó al ver cómo aquella mujer, tan acostumbrada a llevar una máscara de piedra, perdió la compostura. Sus ojos se abrieron y su mandíbula cedió, dándole una apariencia ridícula. Lola no pudo contener la risa.
-¿Qué has hecho, desgraciada?
La mujer gritaba descontrolada, pero Lola no podía parar de reír. El pelo liso, pulcro y perfecto con el que había llegado era ahora una maraña multicolor. El guardaespaldas intentó entrar, pero ella, que salía a toda velocidad hacia la calle, le hizo tambalearse. Salió tras ella, pero Lola juraría que antes de hacerlo le guiñó un ojo.
Quiso la suerte que un fotógrafo estuviese esperando a aquella mujer para sacarle una foto saliendo de una peluquería de barrio. Quizá algún medio afín pagase bien por una imagen que acercase a aquella dama de hielo a la gente de la calle. Sin embargo lo que encontró fue mucho mejor.
La foto se hizo viral. En ella aparecía aquella mujer, descompuesta y hecha un desastre y, a su lado, el cartel de la peluquería de Lola. Desde ese momento no le faltaron clientes. Todos querían conocer a la peluquera que se atrevió a desafiar a una de las políticas más odiadas del país.
Esto es un relato de ficción, está claro, pero como dice el vocalista de El Ultimo Ke Zierre en el disco "Senderos de este infierno" antes de cantar "Quiero ser tu perro": Cualquier parecido con la realidad es de puta madre.
SUfre Cospley, SUFRE!!!! JOJOJOJOJOJOJO
ResponderEliminarYo hubiera sido MUCHO mas gore con la MAMARRACHA esa!!! MUERTE y DESTRUCCIÓNN!!!!
Por otro lado, genial la idea y genial la ejecución de la misma.. aunque hablando de ejecuciones... ains ;)
Te amo, Cosita <3
Tú le has puesto nombre, no yo. Que conste en acta, señor juez. xDD
EliminarXD
ResponderEliminar:P Me alegro de que te hayas echado unas risas :D
EliminarJajaja me meo con el comentario de Jack! Me encanta en relato, aunque coincido con él, yo una rapada como mínimo!!!!
ResponderEliminarOyoyoyoyoy, qué exaltados os veo xD
EliminarJajajaja, ¡buenísimo Bettie!
ResponderEliminarJajajaja. No para tanto mujer XD :P
Eliminar¡¡¡ Viva Lola la peluquera!!! jajajajaja
ResponderEliminarGracias por sacarnos unas risas, mientras otros nos sacan unas lágrimas de rabia.
Es que me estoy imaginando la escena y no puedo parar de reír... ;)
Muac
Oye, pues yo que me alegro. ¡Viva, viva! Por las risas :)
EliminarQué bueno, me ha encantado...
ResponderEliminarDices que es ciencia-ficción (al principio yo pensaba que Lola era una amiga tuya), pero aún guardo la esperanza de que la antagonista fuera Cospedal, Ana Mato o Esperanza Aguirre ( a Wert lo he descartado, por eso del pelo).
Un beso doble, hoy te lo has ganado !
Jajajaja. Lo del pelo de Wert... XDDD Muero.
EliminarNo sé donde leí que los que hacemos ficción somos locos conscientes. Porque por lo menos sabemos que coger a gente, secuestrarla y hacer lo que tú quieres está mal. Así que por eso escribimos. Pues eso xD
Anda que no tienes tú guasa ni ná...
ResponderEliminarBesos.
Mato el tiempo imaginando cosas raras XD
EliminarOjalá, ojalá!!!
ResponderEliminarNos ha gustado mucho :)
¿A ti y a pequeña princesa? ¿A ti y a marido? Bueno, sea quien sea, me alegro.
Eliminar¡Besotes gigantes! :D
Que grande eres! Me ha Encantado, vamos, ojalá fuera verdad :p
ResponderEliminarBsitoss
Que grande eres! Me ha Encantado, vamos, ojalá fuera verdad :p
ResponderEliminarBsitoss
Jajaja :P Me alegro de que te haya gustado ^^
EliminarMuy bueno!!! jajajajaja...Sencillo pero efectivo. Ole por Lola. (Yo estaba imaginando a Esperanza....Aguirre Claro)
ResponderEliminarBesazos
Aquí te dejo la ensalada, tú aderézala con quien quieras XD :)
Eliminar¡Muá! :D
Yo también!! O la Botella, ya ves tú, con lo que le gusta una pelu...
EliminarTienes razón. Si hubiese querido concretar en Ana Botella habría puesto a Gonzo en la puerta XDDD
Eliminar¡¡Lo que me he podido reir!! XDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD
ResponderEliminarJajaja, ¡me alegro! :D
Eliminar¡Vendetta! Oye, y dos pájaros de un tiro: se venga de ella y consigue clientes. Muy ingeniosa, Lola.
ResponderEliminarLo tenía todo pensado Lola :P jaja
EliminarAins... ¡¡¡Me ha encantado Bettie!!! Necesitamos más gente como Lola, que aunque todos sabemos que las cosas no se arreglan a base de venganzas, alguno se lo ha ganado con creces y se merecen que les pase ese tipo de cosas. Mi mejor amigo, que vive en Madrid y trabaja en bolsa, se codea bastante con ministros y sus séquitos por cuestiones de trabajo. Hace un par de semanas comió con De Guindos y yo le eché en cara que ¡¡¡cómo era capaz de no escupirle en un ojo!!! Al pobre se le sube la bilirrubina cada vez, pero la verdad, yo no sé si sería capaz de arrejuntarme con esta gente sin acabar detenida... Básicamente por insultarles, que yo no soy de violencia física...
ResponderEliminarTengo el orgullo de conocer a alguien que se encontró con una política. La misma que ha inspirado la historia. Estaba en un bar. Y la gente la reconoció y se acercó a ella para hacerse una foto. Había poca gente, y a esta persona le dijeron que se pusiera en la foto. Contestó, para que todos lo oyesen, que por mucho que le pagasen no se haría nunca una foto con semejante personaje. Ya admiraba a esta persona, pero desde entonces es mi ídolo. Las Lolas existen.
EliminarYo no sé. No soy muy valiente para esas cosas, supongo que me pierde eso de guardar la compostura. Pero no sé si dormiría tranquila por las noches trabajando con cierta gente y sin hacer nada al respecto. Supongo que cada uno aguanta sus cruces... :P
¡Muá!
Genial! Acabar con una sonrisa no tiene precio ;)
ResponderEliminarPara mí tampoco. Me alegro mucho :)
EliminarJajajaja!! Genial la historia, genial el final y genial que fuera política!!
ResponderEliminarAl pueblo nos faltan cojones (con perdón) para hacerle esto a más de uno y una, si pudiéramos... pero he disfrutado mucho leyéndote!
Besos!
;D Algo es algo, ¿no? jajaja :)
EliminarJAJAJAJAJA PERO QUÉ MALA LECHE, MISS BETTIE!! Me ha encantao'
ResponderEliminar¿Mala leche? Esto es pura benevolencia... xD Como saque la mala leche verás XD El relato, ya te lo digo yo, no se desarrollaría en una peluquería. O sí... Jum. xD
EliminarOjalá fuera real...
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Jajaja... a lo mejor ha pasado algo así y no nos hemos enterado, jaja :P
EliminarxDDDDDDDD
ResponderEliminarAl principio pensaba que contabas una anécdota más o menos real.
Muy buena ^___^ el detalle del guardaespaldas guiñando el ojo muy grande jajaja
Así pudo remontar el negocio, tan mala no era la señora :P para algo sirvió XDDD
xDDDDDDD
EliminarGracias por leer, Lansy :D