El don de la palabra.
Me he quejado muchas veces de que mis palabras no son suficiente. He señalado en más de una ocasión ese vacío inabarcable entre la palabra y la realidad, esa grieta inexpresable, y lo he hecho con disgusto o pena. Me he fijado en lo que no puedo tener, en lo que no puedo hacer. Pero hoy vengo a dar gracias por lo que sí puedo hacer.
Doy gracias, porque no solo tengo el don de la palabra, como la mayor parte de los humanos, sino que, además, tengo la capacidad de usar las palabras para expresar mis sentimientos, mis necesidades, mis deseos, y creo que, además, tengo la capacidad de hacerlo de una manera bastante correcta, adecuada. Puedo comunicarlo casi todo, con más o menos esfuerzo. En los momentos de necesidad, no me han faltado palabras, sino el valor de usarlas.
En los últimos tiempos estoy viendo cosas que se marchitan por la incapacidad de utilizar las palabras, y he visto cómo hay cosas que brotan cuando se ponen las palabras adecuadas. Quiero pensar, porque me supone cierto alivio, que, pase lo que pase, voy a tener esa ventaja de mi parte. Sé hablar, se expresarme, entiendo a los demás. Todo ello, claro, no está exento de errores.
Lo mío con el lenguaje ha sido la versión comunicativa de los "problemas del primer mundo". Pero, como en todo, hay situaciones que te hacen dar gracias por lo que antes te parecía insuficiente.
Podría ser mucho peor. Y menos mal que no lo es.
Doy gracias, porque no solo tengo el don de la palabra, como la mayor parte de los humanos, sino que, además, tengo la capacidad de usar las palabras para expresar mis sentimientos, mis necesidades, mis deseos, y creo que, además, tengo la capacidad de hacerlo de una manera bastante correcta, adecuada. Puedo comunicarlo casi todo, con más o menos esfuerzo. En los momentos de necesidad, no me han faltado palabras, sino el valor de usarlas.
En los últimos tiempos estoy viendo cosas que se marchitan por la incapacidad de utilizar las palabras, y he visto cómo hay cosas que brotan cuando se ponen las palabras adecuadas. Quiero pensar, porque me supone cierto alivio, que, pase lo que pase, voy a tener esa ventaja de mi parte. Sé hablar, se expresarme, entiendo a los demás. Todo ello, claro, no está exento de errores.
Lo mío con el lenguaje ha sido la versión comunicativa de los "problemas del primer mundo". Pero, como en todo, hay situaciones que te hacen dar gracias por lo que antes te parecía insuficiente.
Podría ser mucho peor. Y menos mal que no lo es.
Totalmente de acuerdo contigo. El don de la palabra es, para mí, un privilegio. Poder disfrutar de él, algo excepcional. Y que tú lo tienes, indudable.
ResponderEliminarAy, que me sonrojo. Gracias. :)
EliminarCómo no vas a tener el don de la palabra, poeta :)
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias.
EliminarPor supuesto que tienes el don de la palabra... (y te lo dice la que tiene la llave...XD)
ResponderEliminarJajajaja :P Gracias, amiga.
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