Lo que las mujeres podemos aprender de Diógenes de Sinope.
Diógenes de Sinope, también conocido como Diógenes el Cínico (kinikós en griego significa perro) fue un filósofo griego, al que podemos ubicar en el periodo helenístico. Tenía una manera de pensar y de vivir (sobre todo, de vivir) bastante particular, que lo convirtió a ojos de sus coetáneos en un personaje célebre.
Su pensamiento parte de una premisa muy básica: la única manera en la que podemos alcanzar la felicidad (entendida no como la entendemos nosotros, sino como serenidad) es siendo autosuficiente, no dependiendo de nada ni de nadie. O, al menos, intentándolo.
Se dice de él que vivía en una tinaja, sin más pertenencias que un cuenco, un manto, un zurrón y un bastón y que, un día, viendo cómo un niño bebía agua poniendo sus manos en forma de cuenco, él se deshizo del suyo. Es célebre la anécdota que comparte con Alejandro Magno, representada por varios pintores. Al parecer, Alejandro, fascinado por las historias sobre Diógenes, quiso conocerlo y, tras comprobar que todos los rumores eran ciertos, Alejandro le dijo: "Pídeme lo que quieras y yo te lo daré". El filósofo, más ancho que pancho, le dijo: "Quiero que te apartes, me estás tapando el sol".
Cuando cuento esta anécdota en clase se oye un sonoro "uoooooooooooooooh". Así es, Diógenes era un badass, un malote, le soltó un zasca a Alejandro que lo dejó tiritando. Pero detrás de ese zasca había algo con mucho sentido: si Diógenes hubiese aceptado el favor de Alejandro siempre le habría debido algo y, en cierta medida, habría sido su siervo.
Yo no sé si la independencia tiene que ver con la felicidad, pero sé que todas las dependencias merman un poco nuestras libertades. Por eso,supongo, la sociedad se ha empeñado tanto en que las mujeres seamos dependientes: nos han prohibido estudiar, trabajar, controlar nuestro cuerpo y nuestra maternidad...
Aún hoy existen ese tipo de hombres que, galantes, te ofrecen cuidarte y mantenerte y te piden que dejes de trabajar, pues a su lado no te faltará de nada. Esa dependencia es tan fuerte, pero tan fuerte, que está ligada con la permanencia de la mujer junto a su pareja incluso en casos de violencia de género. Te conviertes en una persona dependiente: tu casa, tu alimento, tus necesidades básicas, son cubiertas por otra persona. ¿Qué será de ti si te separas de ella?
Hay en la filosofía de Diógenes una enseñanza valiosísima para las mujeres de hoy y de los tiempos venideros: evita, tanto como puedas, la dependencia. Conviértete en dueña de ti misma. Fórmate, trabaja, conquista tu vida. Y, pase lo que pase, no cedas terreno en lo conquistado si no hay una cesión equivalente por parte de los otros. Ante el: "Alguien debería quedarse en casa cuidando de los niños", si la afirmación no es un ofrecimiento, la respuesta debería ser: "Genial, ¿por qué no nos reducimos un poco la jornada cada uno". Y a ver qué pasa.
Su pensamiento parte de una premisa muy básica: la única manera en la que podemos alcanzar la felicidad (entendida no como la entendemos nosotros, sino como serenidad) es siendo autosuficiente, no dependiendo de nada ni de nadie. O, al menos, intentándolo.
Se dice de él que vivía en una tinaja, sin más pertenencias que un cuenco, un manto, un zurrón y un bastón y que, un día, viendo cómo un niño bebía agua poniendo sus manos en forma de cuenco, él se deshizo del suyo. Es célebre la anécdota que comparte con Alejandro Magno, representada por varios pintores. Al parecer, Alejandro, fascinado por las historias sobre Diógenes, quiso conocerlo y, tras comprobar que todos los rumores eran ciertos, Alejandro le dijo: "Pídeme lo que quieras y yo te lo daré". El filósofo, más ancho que pancho, le dijo: "Quiero que te apartes, me estás tapando el sol".
Cuando cuento esta anécdota en clase se oye un sonoro "uoooooooooooooooh". Así es, Diógenes era un badass, un malote, le soltó un zasca a Alejandro que lo dejó tiritando. Pero detrás de ese zasca había algo con mucho sentido: si Diógenes hubiese aceptado el favor de Alejandro siempre le habría debido algo y, en cierta medida, habría sido su siervo.
Yo no sé si la independencia tiene que ver con la felicidad, pero sé que todas las dependencias merman un poco nuestras libertades. Por eso,supongo, la sociedad se ha empeñado tanto en que las mujeres seamos dependientes: nos han prohibido estudiar, trabajar, controlar nuestro cuerpo y nuestra maternidad...
Aún hoy existen ese tipo de hombres que, galantes, te ofrecen cuidarte y mantenerte y te piden que dejes de trabajar, pues a su lado no te faltará de nada. Esa dependencia es tan fuerte, pero tan fuerte, que está ligada con la permanencia de la mujer junto a su pareja incluso en casos de violencia de género. Te conviertes en una persona dependiente: tu casa, tu alimento, tus necesidades básicas, son cubiertas por otra persona. ¿Qué será de ti si te separas de ella?
Hay en la filosofía de Diógenes una enseñanza valiosísima para las mujeres de hoy y de los tiempos venideros: evita, tanto como puedas, la dependencia. Conviértete en dueña de ti misma. Fórmate, trabaja, conquista tu vida. Y, pase lo que pase, no cedas terreno en lo conquistado si no hay una cesión equivalente por parte de los otros. Ante el: "Alguien debería quedarse en casa cuidando de los niños", si la afirmación no es un ofrecimiento, la respuesta debería ser: "Genial, ¿por qué no nos reducimos un poco la jornada cada uno". Y a ver qué pasa.
G E N I A L
ResponderEliminarYa será menos, Geralt, ya será menos... :P
EliminarMira tú por dónde... he aprendido algo nuevo hoy. Siempre había oído hablar del síndrome de Diógenes, pero no sabía nada de él. La anécdota es divertida. Y muy buena para contar en clase y hacer que los chavales se echen unas risas al tiempo que aprenden algo, jeje.
ResponderEliminarBesos
Es curioso, porque el síndrome de Diógenes tiene poco que ver con la forma de vivir de Diógenes... :P
Eliminar"Cuando cuento esta anécdota en clase se oye un sonoro "uoooooooooooooooh". "
ResponderEliminarPues esto es gran mérito de la profe.
El comentario de Rosa me ha hecho pensar: siempre recuerdo MAL la figura de Diógenes por el síndrome que recibe su nombre. Es decir, pienso: "la historia aquella del tío que le dijo a Alejandro Magno que se apartara porque le tapaba el sol... ¿quién era? Diógenes no, que es el de la acumulación de cosas". Pero sí, es Diógenes.
Un saludo.
No, el mérito es todo de la anécdota. Es muy buena.
EliminarY sí, es Diógenes. El síndrome tiene el nombre muy mal puesto.
Un saludo.