El vacío que dejas.



Te vas.

Aún no me has sacudido
de las alas
el hollín de la rutina
ni has encendido
el amanecer de mi cuerpo
con tus manos.

A pesar de todo,
te vas,
sin haber aprendido,
todavía,
mi idioma.

Ya no respirarás
mi nostalgia dominical
ni aplacarás
los temblores de mi cuerpo
con tus piernas.

Te vas,
y el sonido de la puerta
me recuerda
que soy incógnita.

La casa se llena
de susurros fantasmales
y, animada por sus voces,
medito sobre el destino.

Sin buscarla,
a esta ausencia acude
una nueva certeza:

nunca quise ser misterio,
yo quería ser poema
y que, aunque no me entendiesen,
mi sintieran.


Comentarios

  1. Están tan bien puestas las palabras que hacen flop, se mezclan con uno y te ponen de piel vuelta.

    itnaS

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  2. Pues nada... que te has empeñado en que me termine gustando la poesía...;)

    ResponderEliminar

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