Soledad esencial.

Hoy me he levantado así, un poco pchí-pchá. Llevo unos días así, es cierto. Pero hoy además me he levantado como con ansiedad. No una ansiedad de ataque, sino más como una presión en el pecho que no se va. Necesito llorarla como toca, pero no me sale. (Dónde narices está Call the Midwife cuando se la necesita...)

Cuando me encuentro así suelo ponerme introspectiva: ¿Qué te pasa? ¿Por qué te sientes así? ¿Qué puedes hacer para mejorarlo? La verdad es que los pobres psicólogos, conmigo, se arruinaban. Tal es el desprecio que tengo por mi salud mental. Será porque la doy por imposible. 

Pues bien, mientras me hallaba en modo introspectivo se me ha ocurrido un pensamiento sobre mí misma (y sobre alguna persona más que conozco un poco) y he tenido la necesidad de compartirlo. O de gritarlo en el desierto y contra el viento. Y como aquí no hay desierto, ni viento, pues lo he puesto en Twitter.



Después he dicho que lo desarrollaría en mi diario, porque para qué torturar al personal. Pero bueno, como este es mi blog y me lo follo como quiero (perdón por la expresión, me estoy volviendo muy malhablada), pues lo voy a poner aquí. 

¿Cuál es el impulso de la gente que me aprecia ante este tipo de declaraciones? Intentar consolarme. "No estás sola", "Eres una persona muy agradable", "Hay mucha gente que te quiere" (bueno, no tanta, pero doy gracias por cada uno de ellos), "Alguien como tú nunca estará solo"... He recibido un mensaje directo en Twitter diciéndome que si alguien como yo se sentía sola, es que el mundo es muy injusto. Esta persona hacía referencia a una idiotez que se me ocurrió ayer: lancé un tuit diciendo que todo aquel que necesitase que le dijesen algo bonito diese a "me gusta", y que yo le diría algo agradable. Una especie de "abrazos gratis" twittero. Y a algunas personas les gustó, y les alegró un poquito el día. "No puede ser que alguien que tiene palabras bonitas para la gente se sienta como te sientes tú", me ha dicho. 

Aprecio, todo sea dicho, que no haya puesto en duda mis sentimientos o mis razones. Ha sido muy respetuosa. Gracias.

Y sí, sí se puede. No pasa nada. No necesito consuelo, porque lo tengo asumido (casi). No es que nadie me quiera, ni mucho menos. Ahora me siento muy querida. Mis amigas, por ejemplo, con las que siempre he tenido una relación bastante distendida, han demostrado que están ahí en los momentos difíciles. Y gente con la que no he compartido más que palabras a través de una pantalla ha sido de gran ayuda a veces para sacar mi mierda, para hablar cuando lo he necesitado y he querido. Hay gente que se preocupa por mí, mucho, y a la que, en ese sentido, siento cercana. No estoy sola en el mundo. Pero es que tampoco es eso a lo que me refería.

Creo que hay personas que experimentan (experimentamos) cierto tipo de soledad esencial. Podemos estar rodeados de gente, y divertirnos, y compartir, e incluso conectar con esas personas. Podemos alcanzar niveles de intimidad muy profundos con algunas personas, no somos incapaces de ello. Y, a pesar de todo, siempre queda un reducto inalcanzable, una especie de fortaleza incomunicable, incompartible, siempre aislada del exterior. Y no es culpa de nadie, pero si depende de alguien que eso sea así, es de nosotros. Mantenemos así esa fortaleza porque albergamos la certeza de que la conexión es imposible. Pero tampoco es una manía, ni un abuso de drama: tengo la certeza de que nunca, nadie, va a llegar a comprenderme del todo, de que lo que hay ahí, en ese rincón de mi ser, no va a ser entendido por nadie. Lo estimarán ridículo, u oscuro, o extraño o irrelevante. O simplemente incomprensible. Y, por qué no decirlo, también es porque no quiero molestar. ¿Para qué preocupar a alguien que me aprecia con algo que, al final, sentiré que no ha comprendido? Porque a lo mejor es eso, una cuestión de percepción. Ni idea. Pero el caso es que así lo siento. Y si lo siento así poco puede hacerse.

He de reconocer, sin embargo, que en ocasiones he creído no estar sola en este sentido. Ha habido algún momento de mi vida en el que me he sentido plenamente comprendida. Solo me ha pasado con una persona y ahora dudo de si era así. Pero lo cierto es que en ciertos momentos sí, me sentí comprendida y acompañada. Y no me sentí sola en absoluto. 

Me diréis que puede volver a pasar. Bueno, no diré que no, pero lo dudo. Y, en cualquier caso, fueron paréntesis concretos. Hoy por hoy sigo convencida de que hay cierto tipo de personas que, cuando se miran bien dentro, se dan cuenta de que están con un pie fuera del mundo y de que, por mucho que los quieran, por fuerte que los abracen, por muy intensamente que se entreguen, estarán (o se sentirán, no sé) siempre, esencialmente solos. Y de que yo soy una de ellas. 


Comentarios

  1. Yo creo que todos tenemos un rincón pequeñito e íntimo que es sólo nuestro, en el que nosotros sólo nos comprendemos.
    ¡Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mira, a lo mejor estamos todos esencialmente solos en ese sentido... Podría ser.

      Eliminar
  2. Y cuando dos así se encuentran... La senda estrecha, inevitable el choque, que decía mi Gustavo Adolfo. Doy fe. :(

    ResponderEliminar
  3. Esta entrada es muy James Rhodes... Y con la que coincido bastante. El sentimiento de no acabar de encajar, de ser una pieza del puzzle que se ha perdido, es un sentimiento que a veces se lleva bien y otras... pues no tanto. Un abrazo Bettie.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Será que Instrumental me ha tocado más de lo que yo creía.

      Esa sensación, justo esa sensación. Eso es.

      Un saludo.

      Eliminar
  4. ¿Por qué creemos que hemos de compartirlo todo? ¿Por qué no podemos atesorar esa fortaleza para nosotros solos? Infravaloramos la soledad, la tememos y la huímos. Pero la soledad nos acerca a nosotros mismos, y esa fortaleza es lo que nos hace ser un "yo" distinto de los otros. Esa soledad esencial, para mí, es un regalo, una oportunidad para no dejar de ser uno mismo. Cuando intimamos con alguien, cuando nos compartimos, también dejamos de ser un poco nosotros mismos y nos fusionamos con la otra persona. Esa fortaleza es lo que nos impide perder nuestra identidad.¡Viva la soledad esencial!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si no es el querer, es el poder. Hay cosas que yo no comparto, pero sé que podría de querer. Pero otras, ni queriendo.

      Pero bueno, lo que es, es, y habrá que verle la parte positiva, ¿no? :P

      ¡Besos!

      Eliminar
    2. El lado positivo es que esas cosas son tuyas y nadie puede quitártelas, son parte esencial de lo que tú eres. Pero si sientes la necesidad de compartirlas puedes intentar buscar otras maneras de expresarlas o toparte con un "buen" entendedor, y me refiero a alguien que hable tu mismo idioma.
      Aunque no sé si servirá de consuelo (mal de muchos, consuelo de tontos) creo que esa soledad se siente en más gente de la que creemos. A mí me gusta sentirla, la siento como una reivindicación de mí misma, me hace sentir distinta del resto, pero sobretodo me recuerda lo que soy.

      Besos

      Eliminar
    3. A esos niveles yo no sé si hay entendedores posibles :P

      Yo la siento así también. A veces, he de reconocerlo, me fastidia sentir que no puedo comunicar eso a alguien que me importa, pero generalmente lo asumo como algo que es mío, y ya.

      ¡Besos!

      Eliminar
  5. En esta entrada es como si hablases por mí todo el rato.

    ResponderEliminar
  6. Querida Bettie, (esto ha sonado muy a lo Elena Francis, que tonta, quizás ni siquiera sabes a quien me refiero) todos estamos esencialmente solos, solos nacemos y moriremos solos, no se trata de si hay personas a tu vera, o si te quieren, te apoyan, te entienden o te acompañan. Se trata de que hay una parte de cada uno de nosotras (supongo que también de ellos, pero trato de no hablar de lo que no conozco) que es no solo privada sino incompartible, aunque alguna vez, en un instante mágico alguien haya penetrado en el castillo, no es un espacio dónde quepa nadie más.
    Quizás suena un poco triste, pero no lo es, sólo desde ese reducto puedes compartir con otros, puedes amar, reír, llorar, soñar o sufrir, solo desde tu torre de marfil, puedes dibujar quienes eres.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me releo y tengo la sensación de haberte transmitido tristeza, pesar, abandono, soledad, y nada más alejado de mi intención. Creo en lo que te cuento y desde ese espacio que soy solo yo, creo que se puede construir una realidad de relaciones estupenda, plena, reconfortante y claro que sí, loca, excesiva y despreocupada. O dicho de otro modo, la felicidad no está reñida con esa soledad esencial que percibes más profundamente cuando el mundo que te rodea se tambalea a punto de iniciar una nueva fase de cambios.

      besos

      Eliminar
    2. Desde luego que no. No está reñida para nada, pero hay momentos en los que se siente más fuerte. Cosas que pasan, supongo :)

      Eliminar

Publicar un comentario

¡Adelante! Deja tu retal :)

Entradas populares de este blog

Cómo aprobé el nivel Avanzado de la EOI preparándome por mi cuenta.

Tontos-a-las-tres.

Libro: La edad de la ira, de Fernando J. López