La vecina de al lado (y yo)
Mi vecina de al lado es perfecta. Es guapa (muy guapa), no sale de casa sin arreglar, es simpática, agradable y su balcón está siempre impoluto (lo cual hace que el mío parezca todavía más sucio de lo que está). Tiene un hijo pequeño que le grita que la quiere cada vez que se va de casa o vuelve a ella (lo oigo a través de la puerta) y un marido muy guapo también (aunque con un carácter un poco Roy Kent) que, por lo que he podido escuchar, es carnavalero, y toca la guitarra y canta que da gusto (lo oigo a través de las paredes y eso que estos pisos tienen un aislamiento buenísimo).
Mi vecina de al lado es, probablemente, todo lo que mi madre quería que yo fuera. Tal vez por eso cuando la he visto limpiar el balcón esta mañana a través del reflejo de la ventana, usando su palo telescópico para limpiar el balcón por fuera (ah, los detalles) me he sentido (otra vez) tremendamente inadecuada: ni marido carnavalero, ni hijo que me grite que me quiere, ni casa impoluta, ni siempre guapa y arreglada y, encima, el balcón hecho un asco.
Se me ha pasado rápido, claro. Por suerte tengo buena memoria. He recordado lo que me pasa cuando intento hacer lo que se supone que se debe hacer y conseguir lo que se supone que debería desear (sale mal). He recordado que no tengo por qué encajar en las expectativas de nadie (ni siquiera en las mías). He recordado que tengo otras prioridades. He recordado que soy una mujer excepcional y que, por lo tanto, es normal que mi vida esté llena de excepcionalidades.
PD1: Luego he limpiado el balcón, porque es verdad que ya daba vergüenza.
PD2: También te digo que lo mismo el Roy Kent carnavalero cuenta como excepcionalidad. ¿Dónde se consiguen?
Aaaaahhhh.... El pasto es siempre más verde en la casa del vecino, eh?
ResponderEliminarPues, quien sabe... puede que a ese tal "Roy Kent" le huelan los pies....
Tú escribes bonito y eres divertida... (no escuches las paredes, hacen mal para el alma)
¡Te mando un abrazo!
Gracias :)
Eliminar