Hay que ser realmente idiota...O altamente sensible.
Hace muuuuuucho, mucho tiempo, leí este texto de Cortázar en el blog de Ro. Hoy quiero hablaros de él, de mí y de las cosas a las que voy poniendo nombre a mis 31 años. Para ello sería interesante que lo leyeseis. Merece la pena, de verdad. Os dejo el enlace aquí.
Cuando me encontré con ese texto gracias a Ro se convirtió de manera inmediata en uno de mis textos vitales. (Ese sería un buen proyecto: hacer un dossier de textos que hablan de mí. Incluso para un blog. Tendría que tomar nota.) Me encontré con un texto que hablaba de cosas que yo había sentido, de situaciones en las que había estado, y que, ¡vaya!, me hacía sentir mucho menos sola. El texto habla del entusiasmo, de la manera que algunas personas tienen de emocionarse por casi cualquier cosa. Y habla del "no es para tanto" del resto.
Y me ha pasado. Me ha pasado lo de emocionarme viendo volar a una bandada de pájaros, o viendo crecer una amapola en una grieta del asfalto de una carretera. Y me he emocionado con cuadros, series, películas, canciones... hasta la obsesión y la extenuación (más de los que me aguantan que mía, todo sea dicho, porque soy un tanto cansina).
Con frecuencia me han mirado con condescendencia (también con ternura, a veces) por algo que consideran un síntoma de inocencia, entendida como falta de madurez: mi entusiasmo desmedido parece equivaler a una falta de criterio. Hay que emocionarse con lo que hay que emocionarse, hombre, por favor.
Al final, yo acabé haciendo de esta idiotez mi bandera. Sí, yo soy así, idiota. Me entusiasmo con facilidad. Pero ha sido precisamente eso lo que me ha ayudado a tirar p'alante en los momentos más difíciles de mi vida. De hecho, ahora que esa capacidad está dormida lo estoy pasando fatal.
La cosa es que asumí que soy así, rara, idiota. Pero de un tiempo a esta parte he acabado por ponerle nombre (aunque idiota en el sentido de Cortázar sigue siendo mi apelativo favorito): soy una persona altamente sensible (PAS). Percibo la realidad de otra manera, ni mejor ni peor, más intensa. Y no estoy sola. Entre un 15 y un 20% de la población, aproximadamente, también lo es. Somos personas dramáticas, idiotas, que se emocionan por todo y que todo lo toman demasiado a pecho, que les dan demasiadas vueltas a las cosas, que no aguantan un "poquito" de jaleo, que son secas, antisociales, cortantes aunque, en ocasiones, son pegajosas, pesadas y demasiado demandantes emocionalmente. Y así sería la descripción mala (aunque no hay dos personas iguales, claro). Eso es lo que he oído toda mi vida. Pero claro, también hay una visión positiva: vivimos intensamente las experiencias, somos capaces de apreciar la belleza y el arte de una manera profunda, somos muy empáticos y observadores, necesitamos cuidarnos porque podemos saturarnos, por eso a veces tomamos distancia, aunque en otras ocasiones nos entregamos al cariño de nuestros seres queridos y podemos llegar a ser muy cariñosas. Somos diferentes, nada más. No hay nada roto en nosotros.
Hace apenas unas semanas que estoy investigando esta condición, esta manera de ser, y todavía sé muy poco, pero lo poquito que he ido aprendiendo me ha ayudado a aceptarme mucho más y a ser más asertiva en cuanto a mis necesidades. No digo que el mundo tenga que adaptarse a mí, pero tampoco puedo obviar cómo soy para encajar en el mundo. Así que ahí estoy, en ese tira y afloja.
Si estas cosas os suenan, hay un test que podéis hacer para ver si tenéis rasgos de Persona Altamente Sensible. Podéis encontrarlo aquí.
Bueno, qué me decís, ¿sois idiotas?
Cuando me encontré con ese texto gracias a Ro se convirtió de manera inmediata en uno de mis textos vitales. (Ese sería un buen proyecto: hacer un dossier de textos que hablan de mí. Incluso para un blog. Tendría que tomar nota.) Me encontré con un texto que hablaba de cosas que yo había sentido, de situaciones en las que había estado, y que, ¡vaya!, me hacía sentir mucho menos sola. El texto habla del entusiasmo, de la manera que algunas personas tienen de emocionarse por casi cualquier cosa. Y habla del "no es para tanto" del resto.
Y me ha pasado. Me ha pasado lo de emocionarme viendo volar a una bandada de pájaros, o viendo crecer una amapola en una grieta del asfalto de una carretera. Y me he emocionado con cuadros, series, películas, canciones... hasta la obsesión y la extenuación (más de los que me aguantan que mía, todo sea dicho, porque soy un tanto cansina).
Con frecuencia me han mirado con condescendencia (también con ternura, a veces) por algo que consideran un síntoma de inocencia, entendida como falta de madurez: mi entusiasmo desmedido parece equivaler a una falta de criterio. Hay que emocionarse con lo que hay que emocionarse, hombre, por favor.
Al final, yo acabé haciendo de esta idiotez mi bandera. Sí, yo soy así, idiota. Me entusiasmo con facilidad. Pero ha sido precisamente eso lo que me ha ayudado a tirar p'alante en los momentos más difíciles de mi vida. De hecho, ahora que esa capacidad está dormida lo estoy pasando fatal.
La cosa es que asumí que soy así, rara, idiota. Pero de un tiempo a esta parte he acabado por ponerle nombre (aunque idiota en el sentido de Cortázar sigue siendo mi apelativo favorito): soy una persona altamente sensible (PAS). Percibo la realidad de otra manera, ni mejor ni peor, más intensa. Y no estoy sola. Entre un 15 y un 20% de la población, aproximadamente, también lo es. Somos personas dramáticas, idiotas, que se emocionan por todo y que todo lo toman demasiado a pecho, que les dan demasiadas vueltas a las cosas, que no aguantan un "poquito" de jaleo, que son secas, antisociales, cortantes aunque, en ocasiones, son pegajosas, pesadas y demasiado demandantes emocionalmente. Y así sería la descripción mala (aunque no hay dos personas iguales, claro). Eso es lo que he oído toda mi vida. Pero claro, también hay una visión positiva: vivimos intensamente las experiencias, somos capaces de apreciar la belleza y el arte de una manera profunda, somos muy empáticos y observadores, necesitamos cuidarnos porque podemos saturarnos, por eso a veces tomamos distancia, aunque en otras ocasiones nos entregamos al cariño de nuestros seres queridos y podemos llegar a ser muy cariñosas. Somos diferentes, nada más. No hay nada roto en nosotros.
Hace apenas unas semanas que estoy investigando esta condición, esta manera de ser, y todavía sé muy poco, pero lo poquito que he ido aprendiendo me ha ayudado a aceptarme mucho más y a ser más asertiva en cuanto a mis necesidades. No digo que el mundo tenga que adaptarse a mí, pero tampoco puedo obviar cómo soy para encajar en el mundo. Así que ahí estoy, en ese tira y afloja.
Si estas cosas os suenan, hay un test que podéis hacer para ver si tenéis rasgos de Persona Altamente Sensible. Podéis encontrarlo aquí.
Bueno, qué me decís, ¿sois idiotas?
Pues he sacado 87 de puntuación XD
ResponderEliminarUn brindis por estos idiotas!
Jajaja, eres aún más idiota que yo XDDD
Eliminar(Espero que todo vaya bien)
¡Besos!
Bueno... 75. Ahí estamos...
EliminarAhora entiendo algunas cosas .. 81
EliminarSomos unos cuantos, por lo que veo... jaja
EliminarAhora no tengo tiempo para hacer el test, pero sospecho que sí, que probablemente sea idiota.
ResponderEliminarY sí, a poco que se te conozca, uno descubre que eres una persona muy sensible :*
¡Un abrazo!
Bueno, es un test muy breve. :)
EliminarDemasiado para mi propio bien, incluso, jajaja.
86... aunque no me sorprende XD
ResponderEliminarLos que no están en el 20% no saben lo que se pierden. Creo que gracias a ser PAS he podido sufrir ya unos cuantos Síndromes de Stendhal (y no me arrepiento).
Aunque lo del PAS es genético, yo siempre he dicho que de buenazos y de empáticos somos unos tontainas inocentones, aunque el termino idiota pega más XD
Vivan los idiotas!!!
Prefiero idiota, sí xD
EliminarA ver, yo hay veces que no cambiaría esta manera de sentir... Pero otras... me gustaría poder abstraerme más de lo que me rodea, no sé.
Bueno, estaría bien para en algunas situaciones, porque todo te preocupas más por todos y todo ;)
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