─¿Sabes? Cuando estoy contigo siento que estoy donde tengo que estar. Como si perteneciera a algo, como si por fin hubiera encontrado mi sitio.
─Yo... Bueno, es distinto, pero es parecido. Cuando no estás siento que me falta algo. Si tú no estás me siento raro, distinto a todo el mundo. Cuando tú estás conmigo se me olvida, no siento esa extrañeza.
─Es agradable, ¿verdad?
─Lo es, sí. Mucho.
Pero no duró para siempre. Ni siquiera duró mucho tiempo. Fue apenas un parpadeo, un sueño. Y cuando despertó, su soledad y su extrañeza seguían allí, más fuertes que nunca, infectándola de pena y miedo, haciéndole preguntarse si había merecido la pena.
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