No fue para nada.

 Ayer recibí estos mensajes. 


Ángel me escribía a cuentas de mi último poema en la newsletter, en el que hablaba de un día de playa con mis amigas. Él no podía preverlo, y sé que no lo hizo para generar ninguna emoción particular en mí, simplemente me lo dijo porque pensó que era bonito y que tenía que saberlo, pero esos mensajes fueron importantísimos para mí. 

Hace un año aproximadamente decidí que quería vivir con mayúsculas y tomé alguna que otra decisión que, vista desde fuera, probablemente pareciera una chaladura. Lo hice aterrada. ¿Qué es eso de poner patas arriba la vida de una? Y más yo, con lo devota que soy de las zonas de confort. Pero una zona de confort solo lo es si te da paz y felicidad. Si te aprieta, de confort nada. 

Me la jugué, hice renuncias y tuve pérdidas, pero lo hice. Estaba determinada a vivir mi vida, que por lo demás es una vida pequeñita, normal y corriente, en mayúsculas. Mi lema para 2024 es "Arder", por otro de mis poemas. Mi apuesta fue por mi intensidad, por no vivir la vida que vive todo el mundo simplemente porque es la que vive todo el mundo. Mi apuesta fue, en definitiva, por mí: me atreví a creer que merezco lo que deseo (gracias, MG). 

Han pasado 12 meses y he vivido muchas cosas en mi vida pequeña, todas ellas con mayúsculas. Pretendo seguir haciéndolo. De momento, estos mensajes me han hecho parar y pensar en las decisiones que tomé hace un año, en cómo he vivido estos últimos meses, y me han hecho darme cuenta de que quemarlo todo no fue para nada. Hace falta prender fuego para arder, ¿no?




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