El callar se va a acabar.

 Estos días se está hablando mucho de hablar y callar (por diversas razones), de lavar los trapos sucios en casa, de pasar página, olvidar, tener elegancia y altura moral. Y mira: no.

Tal vez sea porque yo nunca he sido una señora elegante (timorata, cobarde, demasiado prudente para mi propio bien, lo mismo sí), pero me parece que guardarles los trapos sucios a quienes se nos han cagado encima no nos hace mejores personas (peores tampoco, claro). 

Durante años yo he elegido el silencio mientras otros hablaban, hablaban y hablaban. Pintaban un retrato de mí que no encontraba respuesta. Yo no otorgaba, pero callaba, y eso a veces  se confunde. Ahora ha pasado el tiempo y me arrepiento de haber callado porque ya no viene a cuento. Pero ojalá haber tenido yo acceso a Bizarrap entonces. 

Las mujeres seguimos llorando, claro, pero parece ser que nos hemos cansado de sufrir en silencio y que, cada vez más, elegimos la rabia. Y no me parece ni medio mal.

He estado a punto de no escribir esto pero mira, no me habría gustado tener un silencio más del que arrepentirme. 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Tontos-a-las-tres.

No, gracias.

Libro: La edad de la ira, de Fernando J. López