Kill them softly with kindness...Or die trying?

 ¡Hola! Aquí estoy, de vuelta. Siempre vuelvo a este espacio cuando quiero compartir alguna neura con más tranquilidad y como últimamente Twitter no me da esa tranquilidad, pues eso. 

Resulta que ayer vi una peli rarísima pero que me acabó gustando mucho y, a medida que la voy digiriendo, me gusta cada vez más. La peli en cuestión es Everything Everywhere All At Once



La peli tiene un contexto de fondo muy de ciencia-ficción (con una tecnología que permite viajar entre multiversos) pero la historia que cuenta no puede ser más de este momento y de este mundo. ¡Ojo! Si no has visto la peli y tienes intención de verla, te recomiendo que huyas de aquí para verla con toda la capacidad de sorpresa e interpretación intacta. Eso sí: vuelve cuando la hayas visto, anda :)

La peli trata un montón de temas: las relaciones maritales, las relaciones madre-hija, la depresión, la insatisfacción vital... Todo ello con una historia que, por sí misma, no es tan rocambolesca como parece, pero es que, amigas, amigos...¡Qué manera de contarla! A mí, con tanta rareza, me costó un poco meterme en la historia, pero una vez estuve dentro, madre mía. Lloré tela, no me escondo, pero la cosa es que esta mañana, mientras hablaba de ella con el parejo (porque ya os digo que me ha costado procesarla) he vuelto a llorar. 

Ha habido muchas cosas que me han llamado la atención, pero justamente ayer, mientras intentaba meterme en la peli, me estaba pasando una cosa. Por la tarde puse unos tuits hablando de la ratio en las aulas y de cómo de complicado es a veces dar clase cuando eres constantemente interrumpidas por intervenciones de lo más rocambolescas. Lo contaba, creo, de una manera respetuosa y con cierto humor. No puedo comprobarlo porque acabé borrando los tuits. A medida que recibía retuits (no muchos, no creáis) me fui poniendo ansiosa. Sé que cuando algo recibe cierta difusión en Twitter no tardan en llegar los trolls. Eso me estaba generando cierta ansiedad, la verdad, y no me permitía centrarme en la película. Y, por supuesto, durante los primeros minutos de la peli, empezaron a llegar los trolls. No fueron muchos, tres o cuatro, pero los suficientes para desestabilizarme, hacer que me candase la cuenta y que borrase el hilo (tras bloquearlos, claro). Por favor, si estás pensando en decirme que no tiene que afectarme, ahórratelo. Ya sé que es una estupidez que algo me afecte así, pero lo hace. Me afecta que yo, que intento interactuar de la manera más amable posible (en los últimos tiempos algo menos, tengo que reconocerlo) y sin buscar bronca tenga que aguantar los ataques de gente que entrega su tiempo a hacer daño. 

Pues resulta que en la película también hay una reflexión sobre la amabilidad. Hay un personaje, Waymond, que es, sobre todo, amable. Intenta que todo el mundo esté cómodo, intenta animarlos, reconfortarlos, ser diplomático, mediar... Y es tratado durante buena parte de la película como un patán. Y Waymond está cansado y, sobre todo, dolido, de que cuando su mujer lo mira vea a un hombre débil. En un momento determinado, en una conversación muy seria con su esposa, Waymond le dice que la amabilidad es su manera de luchar, no una debilidad. Eso hace que, más adelante, Evelyn, su esposa, cambie su estrategia y empiece a combatir a un montón de personajes con la herramienta de su marido, la amabilidad. "Estoy aprendiendo a luchar como tú", le dice. Y se ve cómo pequeños gestos de amabilidad en los distintos universos empiezan a cambiar la actitud de los adversarios.

La cosa es que se deduce, más o menos, que el mundo es una mierda porque las personas, individualmente, escogen ser agresivos, rudos, dañinos, y que si cada uno de nosotros escogiésemos la amabilidad viviríamos en un mundo diferente, mejor. Esto es algo que yo creo: durante mucho tiempo he hecho de la amabilidad mi lucha. Recuerdo una frase de "Wonder": "Si puedes elegir entre ser amable y tener razón, elige ser amable". Me encantaba. Durante mucho tiempo les he insistido mucho a mis alumnos en que debemos ser, por defecto, amables, porque nunca sabemos qué batallas está luchando la persona que tenemos enfrente o al lado. Pero llega un punto en el que una se cansa. 

Sí, te cansas de ser amable y de que no sirva de nada. De que, además, todo el mundo piense que eres débil, insulsa y una imbécil de la cual aprovecharse. Porque luchar siendo amable es más cansado que luchar a hostias: absorbes más daño. Y poco a poco te vas volviendo cínica, y descreída, y vas viendo el mundo más y más gris, más y más hostil. Hasta el personaje de Waymond, que está revestido de una cierta heroicidad en la película, acaba tirando la toalla (o queriendo tirarla) cuando siente que no hay nada que pueda hacer, que no hay amabilidad que valga en cierta situación. 

No sé, últimamente estoy muy cansada de que parezca que no sé estar en el mundo como debería y me da por pensar en estas cosas. Para rematar, esta mañana he leído en Puro fuego, de Carol Joyce Oates esta frase demoledora:

"[...] y esta vez clava la hoja de la navaja en la garganta de Vinnie Roper, sin apiadarse de él porque nadie se apiada de ella."

Lo repito mucho últimamente, muchísimo, pero es que lo creo: se nos está quedando un mundo muy, muy feo. Y no quiero ser parte del problema, pero ya no sé si puedo ser parte de la solución.  

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