No, gracias.

 Últimamente estoy compartiendo trayectos de ida o vuelta del trabajo de manera ocasional con una compañera. Ella es una mujer que, en apariencia, ha tachado todas las casillas (o casi) y parece feliz con su vida (yo creo que lo es). Tiene estudios, está casada desde hace 10 años, aproximadamente, tiene un buen trabajo (o al menos uno de los no muy malos, porque lo mismo eso del trabajo bueno no existe) y dos niñas encantadoras. 

Al principio de la semana hablamos sobre el balance del fin de semana y al final sobre los planes para el siguiente. Yo siempre me quejo de que apenas he tenido tiempo y/o energía para hacer lo que me apetecía y ella, entonces, empieza con su repaso a las interminables tareas y actividades que ha llevado a cabo, muchas de las cuales tienen como centro a sus hijas. Es lo normal, claro. Yo, entonces, me siento un poco culpable por la queja y porque, si todo ha ido bien, me he quedado hasta las tantas en la cama el domingo. 

Pienso que la maternidad no es para mí y entonces ella, como si me hubiese leído la mente, me dice que es algo bonito, que compensa, y que bueno, uno se lía tanto como quiere. Que si quiere ir a menos cumpleaños o llevar a las niñas a menos actividades también tiene la opción. Yo le sonrío porque mis devaneos sobre la maternidad no son algo que le interese pero me sorprende cómo siente la necesidad de, después de sus quejas, dejar claro que no es tan malo como lo pinta, que merece mucho la pena, como si sospechase que sus quejas pueden alejarme de la maternidad. De hecho, la última vez coronó la interacción con un: "Si un día te lo planteas, lánzate, que es algo muy bonito".

Ay, si ella supiera.


De momento (y tampoco es que me quede mucho margen para cambiar de opinión) me quedo con mi habitación propia y mis domingos durmiendo hasta las tantas. No tengo claro que sea la mejor decisión pero estoy empezando a acostumbrarme a ese sentimiento.

Comentarios

  1. A mi ni se me ocurre. Quiero una vida tranquila, sin sobresaltos, y con muchos viajes. Mi pareja tampoco quiere.
    Besos
    Fer

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es maravilloso poder tomar decisiones. :)

      Eliminar
  2. Tengo la impresión que “los con hijos” sienten una necesidad irrefrenable por demostrar a “los sin hijos” todo lo que se pierden... Va incluido dentro del paquete.
    Saludos!!

    ResponderEliminar
  3. Si no estás totalmente segura, no lo hagas. ¿Tiene sus compendaciones? Sí ¿Es bonito? Mucho, pero solo a veces. Una cosa es segura: tu vida tal y como la conoces se acaba y empieza otra cosa, una donde vas a tener más preocupaciones y menos tiempo. Desde luego no es esa arcadia feliz que se ve en los anuncios de pañales.
    Todo ello sin contar que, tal y como pinta todo desde hace unos años, francamente me parece casi un acto de crueldad traer a un crío a este mundo.
    Como ves, no todos los que hemos pasado por ahí mentimos a los demás ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eso sí que lo tengo claro, que en eso de tener hijos a mí no me vale el «vamos a probar». Por suerte parece que he cruzado ya la frontera esa que te lleva al lugar donde a la mayoría de las personas les parece de mal gusto preguntarte por los hijos, supongo que porque asumen que si no los tienes, por algo será :P

      Eliminar

Publicar un comentario

¡Adelante! Deja tu retal :)

Entradas populares de este blog

Cómo aprobé el nivel Avanzado de la EOI preparándome por mi cuenta.

Tontos-a-las-tres.

Libro: La edad de la ira, de Fernando J. López