La llamada de la Naturaleza.

 Siempre he pensado que los recién nacidos son feos. Si no todos, porque en todo hay excepciones, la mayoría. Luego mejoran, claro. En su defensa diré que nacer tampoco tiene que ser fácil, así que es normal que no tengan su mejor cara. Lo sé porque me veo la cara todos los días. 

La cosa es que, de un tiempo a esta parte (un tiempo significativo a estas alturas), he empezado a ver guapísimos a los recién nacidos. Ya me he dado cuenta, ojo, esto no me pilla de nuevas, pero conservaba la esperanza de que se tratase de una casualidad: a lo mejor los últimos recién nacidos que he visto eran parte de ese cupo de excepciones que las reglas suelen tener. Pero se ve que no. Hoy un amigo hizo un comentario en el grupo de Telegram sobre nuestra última recién nacida, algo así como que ahora tenía mejor cara que en la primera foto que compartió el padre (recién nacida, pero recién nacida de verdad, todavía sin limpiar del todo siquiera) y yo solo he podido pensar: «Dios santo, pero si estaba preciosísima...». Y ahí he confirmado mis temores: estoy sintiendo la llamada de la naturaleza. ¡No, esa no! La de... Ya sabes... Procrear y eso. Multiplicarse. Etcétera. 

Y es raro, ¿sabes? Porque racionalmente tener hijos no es algo que pueda/quiera hacer ahora mismo. Las circunstancias no son las adecuadas y, además, siento que no he vivido. Me he pasado la vida esforzándome para conseguir cosas. Apenas he viajado ni he visto nada, siempre pensando en ahorrar para algo. Y ahora solo quiero que pase un poco el tiempo, recuperarme económicamente y no sé, hacer cosas que me apetezcan simplemente porque me las merezco, sin mirar tantísimo cada céntimo. Y no sé, simplemente disfrutar de mi puñetera zona de confort. De hecho, cuando la naturaleza llama el cerebro contesta que tendría guasa dar tanta vuelta para acabar criando niños sin haberme sentido realizada, satisfecha y feliz, al menos por una temporada. Para ese viaje no hacían falta tantas alforjas. ¿Egoísta? Puede, pero me importa un comino. Si no me merezco disfrutar de los frutos de mi esfuerzo como me apetezca, que baje Dios y lo vea. 

Y aún así... Cuando veo un bebé, o pienso en la maternidad, o busco regalos para las nuevas madres... Es como si mi útero cobrase vida propia, ¿sabes? El cuerpo se me revoluciona y me hace nudos donde le apetece: el estómago, el pecho o la garganta, y tengo que apretar fuerte los dientes para no soltar un «Ooooohhhhhhh...». Todo eso mientras una parte de mi cerebro grita, intentando hacerse oír: «¡¡¡¡PERO QUÉ COJONES TE PASA!!!!!». Es agotador. 

Siempre pensé que lo del reloj biológico y el instinto era un poco una memez, pero ahora que me está pasando no me queda más que entonar el mea culpa y preguntar: ¿Hay alguna manera de que esto se me pase? 



PD: Si estás pensando en: a) fotos o vídeos de partos, b) historias de noches sin dormir, c)recordatorios de que la maternidad es muy difícil, d) sonidos de llantos en bucle y otras opciones parecidas, déjalo. Ya solo me falta probar ponerme a cambiar pañales durante 8 horas seguidas. ¡Socorro!



Disclaimer: Este post es ABSOLUTAMENTE personal, está escrito desde mis circunstancias y no pretende juzgar las elecciones vitales de ninguna otra mujer. Por si acaso :P



Comentarios

  1. Leer sobre enfermedades que pueden tener los recién nacidos, defectos congénitos, trastorno del espectro autista

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Recuerdo que una amiga que estaba estudiando medicina se pasó una tarde relatándome todas las cosas que pueden salir mal en el desarrollo embrionario y cómo que un bebé nazca sano es prácticamente un milagro. La teoría me la sé, pero como digo, mi útero pasa de mi cerebro.

      Eliminar
  2. Me consuela saber que alguien más que yo piensa que todos los bebés cuando nacen son feos... jajaja. Siempre lo he pensado (y lo he pensado hasta de mi propia hija, eh...).
    Tu comportamiento no es nada egoísta, es totalmente lógico y loable. Yo quizá hubiese hecho lo mismo si hubiese podido.
    Pero también te diré una cosa (no le llames consejo, porque no me lo has pedido). Cuando yo sentí "la llamada de la naturaleza", hablando con un amigo le dije que no era el momento apropiado. Él, serio como era, me dijo: Si piensas eso, NUNCA será el momento apropiado.
    Disfruta de tu vida encarrilada, amiga, todo cuanto puedas y como quieras.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es cierto lo del momento apropiado. No es tanto eso, como una elección vital, un decir: disfruta de lo que has conseguido. De la vida encarrilada, como tú dices. No quiero seguir persiguiendo metas, de momento al menos.

      Seguiré peleándome con mis hormonas, ajajaja.

      ¡Un beso!

      Eliminar
  3. Todo suena muy normal: también tu elección vital por ahora. Yo fui madre a los 40 —por azares de la salud— y hay que aceptar que cada cosa tiene su tiempo. Hay que saber encontrar el momento.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Imagino que llegará, si tiene que llegar, el momento en el que mi cerebro y mi cuerpo se pongan de acuerdo. O a lo mejor cuando el cerebro quiera, ya será tarde, pero... Es un riesgo que, ahora mismo, supongo que estoy dispuesta a correr.

      Gracias, Inés.

      Eliminar
  4. Mi primer hijo nació con 40, el 2° con 42; los tuve con la sensación de haber cumplido con los “disparates de juventud” y aquí me tienes, que acabo de resolver mi vida con 46 (sacar una oposición)… pero no puedo dejar de pensar en lo que me voy a perder de ellos, en lo que me hubiera gustado tenerlos antes… pero, al mismo tiempo, me lo he pasado tan bien… En definitiva, que te entiendo, entiendo que es un jaleo, hagas lo que hagas ganarás unas cosas y perderás otras, pero -si me aceptas un consejo no solicitado- hazlo siempre pensando en que acertaste en tu decisión porque eres lo que eres por las decisiones que tomaste y no te conozco, pero tu texto es precioso y eso dice mucho bueno de ti

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, hay que intentar minimizar al mínimo los arrepentimientos, especialmente con los hijos, que no tienen culpa de nada, y conozco varios casos de paternidades y maternidades que vuelcan sus frustraciones en los hijos. Así que nada, seguiremos intentando cuadrarlo.

      Gracias, Pau.

      Eliminar
  5. A mí me pasa que tuve esa llamada de la naturaleza, peor la dejé pasar por inestabilidad laboral y circunstancias. Llegó la pandemia y como si se me ligaran las trompas, paró en seco todo. Ahora mismo mi cuerpo y mi cabeza están a otras cosas, la verdad.
    Pero estoy segura que esto que tú cuerpo y tu cabeza digan cosas distintas nos ha pasado a muchas.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya estuve hablando con otras mujeres en twitter y me di cuenta de que varias habían pasado por lo mismo o muy parecido, y que no me lo estoy imaginando ni estoy loca, así que por ahí al menos... Sabiendo eso, ya las decisiones dejaré que las tome el cerebro...

      Gracias, Isi.

      Eliminar
  6. En cuanto a lo del reloj biológico no te voy a poder ser de mucha ayuda (y conste que te escribo embarazada de 6 meses a los 36 años). No voy a ser madre por instinto, más bien por convicción de que seré feliz con ello, sobre todo en el futuro (los bebés no me gustan, los niños y adolescentes sí). Lo que si te digo es que tenía clarísimo que hasta que no estuviese satisfecha, realizada, llamalo X con mi vida, mis viajes, mi pareja, mi piso, mi carrera profesional, mi gato, etc no ibas a ponerme a ello ni de coña. Y está bien que pienses así, porque si no siempre te vas a quedar con la sensación de que te faltó vida antes de ser madre, que es ya suficiente responsabilidad como para hacerlo con cuentas pendientes con una misma. No sé cómo ayudarte con el reloj dichoso, pero sí te digo que no creo que esté mal anteponer tus deseos de realizarte como persona a ello. Lo veo incluso necesario.
    Un saludo, me encantan tus poemas, por cierto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias, Silvia. Eso creo yo. Sé que al final a veces hay que tomar decisiones (yo llevo tomando decisiones que implican renuncias desde siempre, en mayor o menor medida) y que puede que al final tenga que ser una cosa o la otra, pero me da mucho miedo mirar a un hijo o una hija y ver en él las cosas que no hice. Sé que hay gente a la que le ha pasado y no quiero.

      Ahora toca vivir un poco más, a ver si lo consigo :) Gracias, y por lo de los poemas, que hoy justo estoy teniendo una crisis de fe con la newsletter jajaja

      ¡Besos!

      Eliminar

Publicar un comentario

¡Adelante! Deja tu retal :)

Entradas populares de este blog

Cómo aprobé el nivel Avanzado de la EOI preparándome por mi cuenta.

Tontos-a-las-tres.

Libro: La edad de la ira, de Fernando J. López