Economía vital.

 Estaba encendiendo la lámpara de la mesilla, preparándolo todo para meterme en la cama cuando me ha asaltado la idea. Una idea estúpida, en realidad, pero que, por lo que sea, venía acompañada de una sensación de claridad fulminante. 

Es la idea de una especie de economía vital. Nuestro día a día requiere cierta inversión de tiempo, dinero, energía, ganas... A cambio, a veces, recibimos recursos de vuelta: reconocimiento, momentos felices, dinero, energía... El intercambio no es proporcional, claro, pero es una suerte de equilibrio precario. A veces tenemos rachas muy buenas en las que parece que vamos ganando y otras en las que aguantamos las rachas de pérdidas en parte con lo acumulado y en parte con la esperanza de que en algún momento del futuro llegará otra buena racha. 

Pues yo tengo la sensación de que desde hace tiempo la vida me exige mucho más de lo que me da y siento que me consumo. A veces poco a poco, otras veces muy rápido. Los buenos momentos apenas me dan para ir cubriendo el día y hay ocasiones en las que me siento verdaderamente derrotada. El balance de mi vida es tan ajustado que cualquier imprevisto o presión como la que he tenido encima esta última semana (y que se prolongará un poco más, en el mejor de los casos) hace que me encuentre exhausta ante la vida. Tal es la situación que me han llegado unos mensajes a Instagram y no he sido capaz de abrirlos porque no tengo fuerzas. Sé que es alguien pidiéndome consejo, o preguntándome alguna duda, y yo ahora mismo puedo conmigo misma con dificultad. Creo que nunca antes me había pasado algo así. 

La cosa es que ni siquiera puedo tirar de esperanza: no hay cambio a la vista. Como no me toque la lotería (ya sea monetaria o vitalmente hablando, si puedo elegir prefiero la monetaria, me arreglaría parte de lo otro), creo que voy a seguir tirando de la reserva. Y no para de bajar. 

Ya, lo sé. No soy la única. Hay gente peor que yo, créeme que lo sé. Pero eso no cambia mi situación. 

Hoy estoy muy, muy cansada. 

Comentarios

  1. Me siento así totalmente, aunque me he visto mejora en cuanto antes no podía ni rascar para coger de la reserva y ahora aunque queda poca soy capaz de rascar un mínimo de energía para seguir avanzando aunque sea muy poco a poco. Aunque la sin esperanza y la incertidumbre en todos los aspectos de mi vida sigue ahí.

    ¡Solo puedo decirte que no estás sola y que mucho ánimo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Somos muchos, aunque eso no lo hace más llevadero, si acaso lo contrario. Pero seguimos en ello :) Gracias por pasarte a comentar.

      Eliminar
  2. Yo vivo así, tirando de mí con trabajo y dosificando el agotamiento que me puedo permitir cada día para no venirme abajo. Y dedicando cada vez menos energía a lo que en mi familia se llama mantener el tipo y en mi cabeza dar el pego. Somos legión.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

¡Adelante! Deja tu retal :)

Entradas populares de este blog

Cómo aprobé el nivel Avanzado de la EOI preparándome por mi cuenta.

Tontos-a-las-tres.

Libro: La edad de la ira, de Fernando J. López