¡ABAJO LOS INFLUENCERS!

Hoy he venido a quejarme. Pensé en hacerlo en audio, pero oye, tengo este blog muerto de asco, así que supongo que, dado que me va a leer más o menos la misma gente que me escucharía, mejor utilizar mi formato favorito, que es este. 

Como dice el título, vengo a hablar de los influencers. La verdad es que este fenómeno sigue sorprendiéndome. Es cierto que cuando los blogs vivían su momento de esplendor pasaba algo parecido: había blogs temáticos con un montón de seguidores que eran verdaderos líderes de opinión en determinados temas, pero nada que ver con lo que pasa actualmente en Instagram. Para mí ese mundo era bastante ajeno, pero desde que empecé a seguir la cuenta @hazmeunafotoasi me he ido poniendo al día con el mundo del influencerismo y cada día que pasa estoy más cabreada y sorprendida. 

Por ejemplo, ayer esta buena mujer sacó el caso de una influencer que promocionó unas cajas mensuales de chuches por 1€ a las que, si luego querías, podías suscribirte por 90€ el trimestre. La caja de chuches era una puñetera birria, Mari, que eso te bajas al kiosko y no veas la que lías con los 90€. Pero claro, por un euro recibir una caja de chuches parece ser que a la gente le pareció interesante (te digo que ni por un euro merecía la pena, la verdad). Pues resultó que lo que hacían era suscribirte automáticamente, retenerte los 90€ y, si querías cancelar la suscripción y que te los devolvieran, tenías que escribirles en un plazo de 72 horas a la «««««««empresa»»»»»»». ¿Cómo te quedas?  

Yo me pregunto qué se le pasa a la cabeza no al influencer, que lo que quiere es llenarse el bolsillico, sino a la gente que lo sigue. En este caso la señora influencer desprendía pereza absoluta ante las quejas de sus seguidores. ¿Sabría que estaba promocionando algo que tiene toda la pinta de ser un timo? No lo sé. Pero lo que sí sé es que estaba promocionando un producto del que, o no conocía bien las condiciones (mal, si lo estás promocionando), o decidió ocultar ciertos datos que llevaron a engaño a sus seguidores. ¿Qué hacen los seguidores después de algo así? Porque no sé qué ha pasado en este caso, pero sí conozco otros y la penalización hacia los influences prácticamente no existe. Es que da para analizar, ¿eh? Te cuelan reseñas de producto que no son reales (te hablan de las bondades del último móvil de Xiaomi que se han comprado pero luego en todas las fotoespejo aparecen con un iPhone), ocultan que están haciendo publicidad, promocionan productos que son un timo, recomiendan utilizar medicamentos de forma cotidiana...¡Y NO PASA NADA! Sus miles de seguidores siguen ahí, seguidor arriba, seguidor abajo. 

No me entra en la cabeza. En primer lugar, porque estoy convencida de que seguir a influencers nos hace más infelices. Sus publicaciones acaban provocando, aunque sea  de manera inconsciente, frustración en la gente que los sigue que, en su inmensa mayoría, poco tiene que ver con ellos y con su manera de vivir. 

Por un lado, generan frustración con la perpetuación de unos cánones de belleza irreales e inalcanzables para la mayoría. Todos y todas guapísimos, delgadísimas, musculados, maravillosos... y retocados. No solo por los filtros de Instagram, que eso daría para otro testamento de estos, sino por aplicaciones que hacen esos retoques indetectables. Alguna que otra influencer ha sido honesta e incluso ha dado un cursillo de cómo retocar las fotos para salir estupenda (estupenda=acorde a los cánones establecidos), pero la mayoría no lo hacen así. Ante la avalancha de cuerpos y rostros perfectos acabamos creyendo, aunque sea de manera inconsciente, que eso es lo normal. Y de ahí al complejo, al odio del propio cuerpo, a las dietas peligrosas, a todo eso que luego nos escandaliza muchísimo, hay un paso no demasiado grande. 

Y por si el paso fuera grande, no te preocupes, ¡ya te ayudan ellos! Los influencers ya se encargan de promocionar complementos dietéticos, intervenciones estéticas y otras prácticas poco saludables y bastante arriesgadas sin darle la mínima importancia, como si lo normal para cualquier chica de 22 años fuese ir a pincharse nosequé en el cuello para quitarse las arrugas. ¡¡PERO QUÉ ARRUGAS, MARI!! ¿Sabrán el daño que están haciendo a nuestras y nuestros jóvenes y adolescentes? ¿Les importará lo más mínimo? 

Por otro lado, además, nos venden un estilo de vida inalcanzable para la mayoría de la población. Ropa cara, marcas que se venden a precios prohibitivos, viajes caros, yates, mansiones, tecnología... Lo que se te ocurra, pero caro. Y esto es otra cosa que se me escapa. Yo recuerdo que cuando me propuse vestir mejor (no lo conseguí xD) empecé a seguir blogs de moda de chicas que usaban prendas que yo me podía permitir. Eso me podía llegar a ayudar. Pero ¿qué te aporta una chica que va siempre envuelta en chaneles, pradas y similar? Porque no sé tú, pero yo no puedo gastarme el sueldo de un mes en un bolso. 

Luego está el tema de que son referentes de opinión bastante dudosos. Promueven conductas peligrosas (uso de medicamentos sin control, por ejemplo), fomentan el consumismo y el elitismo, son los abanderados de un estilo de vida en el que la prioridad es la apariencia y el dinero y tienen la cabeza metidísima en el culo. Y son, entre otros, los que están calando en nuestros chicos y chicas, en los jóvenes y adolescentes. Parece ser, no obstante, que esto no importa. Que alguien puede decir que hay que utilizar toallitas antibióticas para desmaquillarse y no hay castigo social. O tal vez es que no importa, porque como su vida es tan maravillosa, no tienen por qué ser responsables con lo que dicen, ¿no es eso? Si eres rico y guapo no necesitas tener nada de valor dentro de la cabeza.

Lo peor de todo es que la culpa es nuestra. Aunque pocos influencers hayan salido de un pueblo de Teruel, el lugar que ocupan en las redes sociales se lo deben a sus seguidores. Y esos seguidores, salvo excepciones de compra y similar, que las hay, somos los que usamos Instagram. Por alguna razón las redes sociales tienden a los oligopolios: la gente se concentra alrededor de ciertas cuentas. Y vaya mierda. Tenemos el poder de dar voz y repercusión a un montón de gente y oye, acudimos a los mismo soplagaitas todos. 

Tengo la convicción de que el uso que hacemos de las redes sociales, en concreto del botón de «seguir» es un acto político. Tú tienes el poder de seguir a unos o a otros y ese poder, unido al de otros usuarios de las redes, puede encumbrar a un buen profesional, a una buena persona, o a un completo soplapollas. Incluso entre los influencers los hay responsables, cuidadosos con lo que publican, y los hay a los que se la suda todo muchísimo. Uno de mis propósitos desde hace algo de tiempo es promover la democratización de la atención en redes sociales: dar eco a cuentas que merecen la pena pero que no reciben atención. Por desgracia, creo que no estoy teniendo mucho éxito. Debería pensar en hacerme influencer, a ver si así... :P





PD: Esto está escrito del tirón y no lo he repasado porque no me da la vida. Si detectas errores interprétalos como una expresión de mi mala leche. Gracias. 

Comentarios

  1. Estoy contigo al cien por cien, pero por desgracia la cosa va a más. Me asusta la falta de sentido crítico y el culto a la imagen (una imagen falseada, para colmo) de nuestros tiempos. Hoy leía en El País un artículo "Ya no queremos parecer listos, sino ricos y guapos" y es que da en el clavo. Acaba diciendo "si usted quiere molar de verdad en los tiempos modernos, deje de leer este artículo, deje de leer en general, corra a ganar dinero e innovar, a hacer el macarra y a mirar el Instagram", no me veo yo en ese brete, así que me quedaré en los márgenes.
    Saludos.

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    1. Hace un tiempo estuve en un curso de formación en el que hablaban precisamente de esto pero no se centraban en instagram, sino en los videoclips, que son un producto que los adolescentes y jóvenes consumen mucho. Si te paras a analizarlos el mensaje es desolador.

      Yo a estas alturas de la vida renuncio a ser innovadora. Y lo de ser pobre...Ya me había hecho a la idea, la verdad.

      ¡Un abrazo!

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  2. Hola,pues yo no sigo a influencers,pero la verdad es que los jóvenes de hoy están viviendo una adolescencia de mierda y perdón por la expresión. No sabrán nunca lo que es divertirse sin un teléfono al lado, es muy triste pero el uso / abuso de las nuevas tecnologías acarrearan una serie de problemas en el futuro.
    Yo tengo 38 años y estoy feliz con mis arrugas y me da pena la gente que no para de hacerse operaciones estéticas innecesarias.
    Un saludo Betty,te sigo desde hace mucho tiempo.

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    1. Bueno, yo conozco jóvenes y adolescentes que saben divertirse sin el móvil, es como todo. Lo mismo decían antes de la tele o los videojuegos. El problema es: ¿qué otras opciones tienen esos jóvenes? Y, ¿qué mensaje se les está dando desde esos medios? Porque parece que a nadie le importa demasiado.

      Pues lo de las operaciones estéticas va a ir a peor. Ojo, yo ya estoy en un punto que no juzgo a nadie por hacer lo que considere que le va a hacer sentir bien. Lo que meplanteo es ¿por qué crees que una operación te va a hacer sentir mejor? Pero claro, para eso no hay remedio y no creo que lo haya, visto lo visto.

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  3. Yo siempre he creído que gran parte de la población mundial es gilipollas. Las redes sociales y todo lo que se deriva de ellas como medio susceptible de ser monetizado para ganarse una pasta con mil y una mierdas, tan solo dejan manifiesto innegable de ello.

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    1. No encuentro argumentos para llevarte la contraria, la verdad... jaja

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  4. Yo sigo a algunos pero es que nos hacen creer una vida que no es realmente real. y es que encima se operan un montón
    Saludos
    me quedo por aquí

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    1. Es cierto que transmiten una imagen que parece real pero no lo es... Pero tiene el suficiente parecido como para que nos parezca que nuestra vida es menos que la suya.

      Un desastre.

      Bienvenida.

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