¿Aún nos queda la esperanza?

 

Hoy he empezado a ver una serie de Amazon Prime Vídeo, The boys. Me habían hablado muy bien de ella, me la habían recomendado mucho pero, por desgracia, no había encontrado el momento. Ahora que he decidido dejar de ver los informativos a la hora de comer le he podido hacer un hueco. 

He visto únicamente un par de capítulos, pero la serie tiene bastante buena pinta. La premisa es que realmente existen los superhéroes, que hay gente que nace con poderes extraordinarios. Esto ocurre en nuestro mundo, en este mundo que conocemos. Y claro, la visión es bastante descorazonadora. No quiero entrar en mucho detalle, pero digamos que lo de salvar el mundo no está muy arriba en la lista de prioridades de los superhéroes y de quien los manda. 



Y es triste y desesperanzador. Viendo el primer capítulo de la serie he notado cómo se evaporaba el sutil consuelo de los mitos. Cuando escribí mi Trabajo de Fin de Máster hablaba del papel de los superhéroes en la cultura pop como sustitutos de una cierta mitología: cada uno con su uniforme, sus principios, sus orígenes, su historia y sus filias y fobias particulares, muy parecidos a nosotros pero, a la vez, por encima de lo puramente humano. Los superhéroes eran, en mayor o menor medida, personajes a los que admirar, que inspiraban a ser mejores. 

Ya hace tiempo que eso no es así porque parece que en los tiempos que corren el concepto de héroe no es tan atractivo. El antihéroe es el protagonista perfecto, quizá porque nos hace sentirnos menos mal con nosotros mismos. Pero incluso cuando se intenta salvar la figura del héroe se hace convirtiéndolo en alguien cuyo sufrimiento apenas le deja ser un héroe. Es más heroica su lucha consigo mismo que la que lleva a cabo contra el mal. Sí, por supuesto, aún queda algo de los superhéroes de siempre pero, por alguna extraña razón, esas narraciones nos parecen infantiles, para niños. Supongo que hemos asumido que crecer es mirar a los monstruos a los ojos y acabar convertido en un monstruo. 

The Boys ni siquiera maneja estos conceptos,  héroes y antihéroes (bueno, quizá este un poco, pero no puesto donde cabría esperar). Esta serie (basada en cómics, y benditos cómics, hay verdaderas obras de arte) hace un retrato realista de la sociedad occidental y sus habitantes que de descarnado da miedo. Es un selfie sin filtros, una foto robada. No sé a los demás qué les hará pensar, pero a mí me hace perder la esperanza porque si algo me enseña es que hay tanta gente con la cabeza metida en el culo, preocupada solo de sí misma, sin importarle el daño que pueda hacer siempre que saque algún beneficio, que los que no estén en esa dinámica pueden hacer poco bien. Y si hubiese superhéroes, ¿por qué ellos, nacidos, criados y educados en esta sociedad de mierda, iban a ser distintos? 

En los últimos días me pregunto qué pasa. No es que yo sea una gran creyente en el progreso, pero a estas alturas de la historia esperaba, no sé, un mundo un poco más sano. Yo solía tener esperanza en que la gente buena podía hacer pequeños cambios que serían relevantes, al menos, a pequeña escala. Ahora esa esperanza se esfuma poco a poco (puede que sea una racha, ojalá) porque me da miedo que nuestra sociedad no permita florecer a la gente buena, que lo que promueva es el surgimiento de malas personas y que penalice la bondad hasta tal punto de hacerla casi desaparecer. Y eso sí que es un problema enorme. 


No sé, ¿qué pensáis? ¿Alguien puede devolverme la esperanza? 



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