Algo más que una habitación propia.

En el famoso ensayo de Virginia Woolf titulado Una habitación propia se dice que para escribir una mujer tiene que tener dinero y una habitación propia. Ojalá fuese solo para escribir. Tengo la firme convicción de que el grado máximo de libertad de una mujer se alcanza cuando tiene dinero propio (suficiente para vivir y hacer frente a algunos imprevistos) y una casa propia (este "propia" no implica necesariamente en propiedad).

Poder sostenerme por mí misma y contar con un espacio al que pueda llamar mío han sido dos metas importantísimas para mí desde que acabé mi anterior relación. Considero que haberlas alcanzado (una de ellas completamente, otra a medias) son dos de los logros más importantes de mi vida. 

El día que supe que había ganado la plaza de funcionaria mi padre lloró. Mi padre, ya lo sabéis, es uno de esos hombres de antaño que no se permite llorar, pero ese día lloró y me dijo, con alivio, que ya tenía la vida resuelta. A él el hecho de que yo fuese a tener un sueldo digno más o menos asegurado le quitó un gran peso de encima. A mí también, claro. No es que conseguir una plaza de funcionario te resuelva la vida (ojalá), pero sí te da cierta tranquilidad que te permite centrarte en el resto de aspectos a solucionar. Desde hace 4 años tengo unos ingresos estables (que me gano, claro) y, aunque os parezca mentira, aún hoy hay días que no me lo acabo de creer. 

No sé si mi padre lloró el día que le dije, por teléfono, que me iba a comprar un piso. Cosas de la distancia. Fue hace algo más de un año (un año y un mes) y no hacía más que repetirme que cuando se presenta una buena oportunidad hay que aprovecharla. Creo que lo hice. Con mucho miedo, con un montón de incertidumbre, sabiendo que iba a pasar unos años con el cinturón apretadito. Pero lo hice sabiéndome también afortunada por tener la oportunidad. Cuando salí de la oficina de la promotora tenía una carpeta con el contrato y los planos de mi futuro hogar (mío, mío) y bastantes menos euros en el banco. Todo cuesta.

Ahora, un año y un mes después, después de 14 cuotas ordinarias y dos extras (con su correspondiente dolor en el esternón tras cada una de ellas) y a un año de que me lo entreguen (cruzad los dedos conmigo) todavía no me lo creo. Un piso mío, todo mío, para compartirlo con quien yo quiera y mientras yo quiera. Una porción del mundo que me pertenecerá y de la que, si no pasa nada, no podrán echarme. Un lugar en el que, POR FIN, poder volver a reunir mis libros. Se me pinta la sonrisa en la cara solo de pensarlo.

Mientras hablaba con mi pareja de esto, envuelta en euforia tras firmar el contrato, le decía que no era frecuente que las mujeres se comprasen un piso solas. Es mucho más común que lo hagan los hombres. Las mujeres suelen hacerlo a medias, junto con sus parejas. Mientras lo repasaba hablaba como si hubiese vencido a un gigante porque era justo así como me sentía. De nuevo voy a ser una pionera en mi familia: la primera mujer dueña de un piso. 

¿Por qué os cuento esto hoy? Pues porque me han pasado esta mañana la cuota del piso, que se junta con el pago del alquiler, y tengo que recordarme que el sacrificio merece la pena. La merece, sé que la merece. Estoy intentando ser tan independiente como la vida me permite. Invertir en independencia es lo mejor que he podido hacer, porque es invertir en mí. 

Y eso sería todo. 

¡Gracias por leerme! :)

Comentarios

  1. Eso es estupendo. Me alegro muchísimo. Me encantaría lograr mantenerme un día por mí misma, aunque en mi caso el piso lo comprará mi pareja, pero la primera meta tengo muchas ganas de cumplirla. Llevo años esperando y no importa si tengo que esperar más, pero algún día ocurrirá... ¡Qué ganas de sentir lo mismo que cuentas! Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Precisamente porque sé lo difícil que es me pone tan contenta, la verdad. Mucho ánimo con la consecución de las metas. Al final llega un momento en el que tú corres más que ellas :P

      Eliminar
  2. Por supuesto que tienes que estar orgullosa. Y cuando estés viviendo en tu piso lo estarás todavía más. Enhorabuena, Bettie.
    Yo, la verdad es que nunca he aspirado a tener una vivienda propia, solo aspiraba a poder pagarme un alquiler sin preocuparme en exceso. Y ahora que mis circunstancias han cambiado y la tengo, no estoy segura de disfrutar de mucha tranquilidad...
    Por cierto, ayer me compré justamente ese libro de Virginia Wolf en una maravillosa encuadernación. No tengo remedio... cuando digo que no me caben más libros... jajaja

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A ver, clásicos geniales con encuadernaciones bonitas: hay que comprarlos. Fin de la historia, jaja.

      ¡Besos!

      Eliminar
  3. Es un par de metas maravillosas las conseguidas. A mí aún me queda camino, la casa propia es compartida a medias con Sr. Marido y el sueldo estable aún sigue un poco lejos (en cualquier momento se me acaba el contrato de baja que hago), pero le estoy poniendo todo el empeño que puedo también para conseguirlo ❤️

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno, la verdad es que hay gente que lo intenta muy fuerte, que hace todo lo que está en su mano y no lo consigue. La voluntad y el trabajo no es el único ingrediente. Pero bueno, ¡ánimo! porque estoy segura de que llegará.

      Eliminar

Publicar un comentario

¡Adelante! Deja tu retal :)

Entradas populares de este blog

Cómo aprobé el nivel Avanzado de la EOI preparándome por mi cuenta.

Tontos-a-las-tres.

Libro: La edad de la ira, de Fernando J. López