Newsletter (4): Huérfanos de amor.

Hola de nuevo. Aquí estoy, con otro poema que susurrarte al oído. Pero para disfrutar plenamente de él deberías escuchar una canción: la copla "La niña de fuego". Si no te importa, te recomiendo esta versión de Miguel Poveda.
 

Este poema es relativamente reciente. Cuenta con unos dos meses. No me importa. Yo apenas corrijo mis poemas. Pensaba que, precisamente por eso, nunca podría ser buena, hasta que descubrí que mi idolatrada Gloria Fuertes funcionaba de manera parecida. En esta época me había dado por esta canción. La escuchaba de manera frenética e hipnótica a partes iguales. Por si no os apetece escucharla, la historia habla de una mujer desventurada, que llora en mitad de la noche. No lo dice, pero en mi mente me imagino a una de esas mujeres que van de unos brazos a otros sin quedarse en ningunos. La voz, un hombre, le ofrece una fuente en su pecho para que su culpa se incline a beber. Él, un hombre bueno, se compadece de ella y le ofrece salvarla. A ella, claro, no se la escucha. Lo mismo la oferta de salvación le interesa bien poco.

Esta historia me sirvió a mí para hacer un poco de autoescarnio, un tema bastante frecuente en mis poemas. Me situé, salvando las distancias, en el personaje femenino: una mujer decepcionada consigo misma, dolida, arrepentida de sus decisiones que se siente más allá de toda salvación posible. No obstante, parece que nadie se da cuenta: las faltas envueltas en plata hacen referencia a algo falsamente bello, brillante solo en la superficie; los ojales que llenar de crisantemos, a las flores que conformarán su corona de difuntos, tan frondosa como sus errores, a pesar de ellos.

La voz poética refuerza esta idea en la segunda estrofa, con esa idea de fuego invisible para todos y que ella no puede apagar: intentar consolarse solo sirve para hacer que las heridas duelan más.

Y entonces, llega él (o ella): alguien dispuesto a calmar ese fuego que la consume por dentro. Aquí hay una referencia a Bodas de sangre, de Lorca. La Novia, cuando intenta explicar su conducta, dice del Novio que era "un poquito de agua", mientras que "el otro era un río oscuro". La voz poética utiliza ese contraste: un poquito de agua no será suficiente para salvarla. Esto nos lleva al último verso, en el que anima al salvador a alejarse o le advierte del riesgo de perderse también.

Espero que lo disfrutéis.




La niña de fuego.


"La Niña de Fuego te llama la gente
y te están dejando que mueras de sed".



En esta noche la Luna
alumbra todos mis pecados:
cada falta envuelta en plata,
por cada error, un ojal
que llenar de crisantemos.

Ardiendo del corazón
a las puntas del cabello,
llorando lágrimas sin agua
que solo salan las heridas.
Nadie quiere ver el fuego.

Llegarás tú, con tu fuente,
poquito de agua serena,
             -nada menos que un río
              podría arrastrar mis penas-.
O me dejas, o te secas.



¡Hasta el próximo poema!


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