Mi primer amor.





Hoy me propuse echarme la siesta. El cuerpo ya no me llevaba más, así que me tumbé en la cama y puse el despertador. Al principio me costó coger el sueño -la falta de costumbre-, pero poco a poco mis sentidos empezaron a aletargarse y el sueño me sobrevino. Con él llegó un recuerdo, sin invitación y con un nombre que, para mí, siempre será el suyo, de él y solo de él. Supongo que por eso he soñado con él. 

Él es mi primer amor. El sueño me ha dejado el cuerpo raro y el corazón temblando. Supongo que porque los recuerdos tienen mucho poder. Cuando pienso en él, en esa relación, soy incapaz de enfadarme, de encontrar un punto oscuro, de mejorar nada. Nos quisimos con curiosidad, con inocencia y con respeto, aun cuando esa palabra todavía nos era ajena. Creo que fue la primera y única relación verdaderamente sana que tuve en mucho tiempo. Es curioso como, de primeras, lo hice bien, y luego me hice experta en cagarla. La suerte del principiante, será.

Era guapísimo. Al menos, yo lo veía guapísimo. De piel morena, ojos grandes y oscuros, con unos labios carnosos que eran una delicia. Todavía oigo su risa. Era una risa particular, muy contagiosa. Y su sentido del humor. Entre nosotros todo pasaba con la naturalidad con la que dos niños juegan, nada era extraño, nada forzado. Nos movía el cariño y la curiosidad, y esas ganas adolescentes de tenerlo todo. Hasta tuvo un poco de drama esta historia. Resulta que a su familia yo no le gustaba. Intentaron que se acabase. Lo intentaron muy fuerte. Qué cosas, ¿verdad? ¿Por qué tanto interés en que se acabe una historia entre dos adolescentes de 16 años? 

Ah, qué recuerdos. Nuestra primera y única Nochevieja como pareja y las que pasamos como amigos, las escapadas, las Fallas, los botellones de kalimotxo, las tardes en el messenger, ese primero de bachillerato compartido, Jérica, las verbenas... Todo pasa ante mis ojos brillante, como si fuese ayer. ¡Y hace ya 15 años!

Lo nuestro duró lo que un embarazo, más o menos. Lo dejamos a principios de junio, en uno de los momentos más duros de mi vida (el más duro hasta ese momento). Recuerdo perfectamente la escena, pero prefiero no describirla. Aún así, en su viaje a Disneyland, unas semanas después, me compró un peluche de Pluto. Nos seguimos buscando, como si aún nos quedasen besos que dar (parece ser que así era). Continuó siendo mi amigo hasta que, como me pasó con todos los amigos de esa época, me distancié. Uno de los grandes, grandísimos, errores de mi vida.  Pero eso ya es otra historia. 

Al final he parado de recordar y me he puesto a pensar qué habrá sido de él. ¿Trabajará? ¿Dónde? ¿Le irá bien? ¿Se habrá casado? No sé, no parecía ese tipo de persona. Pero quizá sí viva con su pareja. ¿Habrá alcanzado sus sueños? ¿Será feliz?  Espero que sí, se lo merece. ¿Pensará en mí alguna vez?





Bueno, contadme. Y vuestros primeros amores, ¿qué? 

Comentarios

  1. Mi primer amor fue de esos de verano. Un chico que venía a mi pueblo de vacaciones todos los años. Surgió sin más, y yo tenía catorce años. Durante el curso no manteníamos contacto ni nada por el estilo: soy de la era antes de los móviles y de los ordenadores. Pero llegado el verano siguiente, volvíamos a buscarnos y a encontrarnos. Así durante cuatro veranos. Mientras yo tuve alguna cosilla, pero no tan importante como lo era él. El verano de mis 17 conocí al que se convertiría en mi pareja durante los siguientes 29 años. Y lo dejamos.

    Nos distanciamos, y apenas nos hemos visto, a pesar de que sigue yendo a mi pueblo todos los veranos. Sé que cumplió sus sueños en cuanto a estudios y trabajo, y sé que tiene dos hijos pero se quedó viudo hace unos años, siendo muy joven.

    Hace unos meses, creo que en semana santa, estaba tomando algo con mi padre y se me acercó a saludarme. No habíamos vuelto a hablar desde hace casi treinta años, y no hablamos de gran cosa, pero el corazón se me aceleró.

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    1. Qué pedazo de historión. Yo no creo que vuelva a cruzarme con él, pero si ocurriese, sé que me pasaría lo mismo.

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