La erótica del consentimiento.

Esta campaña electoral nos ha dejado unos cuantos momentos bochornosos, pero como mujer quiero destacar el que protagonizó Cayetana Álvarez de Toledo cuando puso en entredicho el concepto de consentimiento que se viene enfatizando desde hace unos años: SOLO SÍ ES SÍ.

"¿De verdad están ustedes diciendo "sí, sí, sí" hasta el final?", dijo Cayetana, quedándose más a gusto que después de salir de la bañera de hidromasaje. Yo entonces pensé en ese maravilloso orgasmo fingido en "Cuando Harry encontró a Sally", ese "YES, YES, YES, YES" y en la carga erótica que esa escena tiene.



De hecho, estoy convencida de que ese "sí" enfático, repetido, desbocado, tiene mucha de la culpa de que, viendo esa escena, muchos hayan deseado que sus parejas reaccionasen así a sus aproximaciones eróticas. No sé qué puede haber más excitante que el hecho de que tu pareja desee y disfrute cada uno de tus movimientos, y eso es, al fin y al cabo, lo que ese sí significa.

Me pregunto en qué momento el porno tomó posesión de la realidad, cuándo empezó a parecernos que, en la vida real, era más atractivo someter a una mujer que hacerla disfrutar. En cualquier caso, me da miedo cada broma que tiene que ver con el consentimiento activo y continuado. Eso, por no hablar de aquellos que manifiestan temor ante la idea de que todo lo que no sea un sí es un no. ¿Qué les parece tan problemático? ¿Tienen por costumbre forzar a mujeres?

Pero el argumento que parece estar calando es el que mantiene que este concepto de consentimiento está cargándose el erotismo, que está convirtiendo la relación sexual en una práctica burocrática. La primera cosa que se me ocurre es que esta gente debe de follar fatal, ¿no? La segunda es que el consentimiento, si influye de alguna manera en el erotismo, es a favor. Para todos los implicados en la relación sexual, el consentimiento activo indica que la otra persona se lo está pasando bien, que LO ESTÁS HACIENDO BIEN. ¡Bravo, campeón/a, mastodonte, fiera! *palmaditas en la espalda*

Ni qué decir tiene que el consentimiento activo puede darse de muchas maneras. Verbalmente, desde luego, pero también mediante gemidos, actitud corporal (disposición, caricias, abrazos), gestos faciales... Un montón de señales que TAMBIÉN forman parte del encuentro sexual y a las que se debería prestar atención siempre, porque hay mundo más allá de tus los genitales.

Además, en el caso concreto de la mujer, creo que puede ser muy sexy que nuestra pareja busque ese consentimiento activo. Al menos a mí me pasa. Me he cruzado con algún que otro hombre desconsiderado, hasta el nivel de forzarme a hacer cosas que no quería. Por eso cada vez valoro más que la persona con la que me estoy acostando me cuide y me respete. Sentir la mirada atenta de mi pareja, comprobando mi nivel de excitación, notar sus cambios de ritmo, adecuándose a mis necesidades, o escucharlo preguntarme si algo me gusta o si puede hacer algo concreto... A lo mejor soy rara, pero a mí me excita un montón y, por si eso fuera poco, me hace sentir SEGURA, lo que me permite dejarme llevar mucho más. Además, esa actitud por parte de nuestra pareja, lejos de "burocratizar" la relación sexual, puede hacerla más orgánica, porque se crea una dinámica de confianza en la que, si yo sé que puedo parar a mi pareja en un determinado momento, no tiene por qué preguntar cualquier paso inusual.

Esto se aplica, con leves modificaciones, a cualquier relación sexual, sea de una noche, con una pareja estable, con un amigo/a... El consentimiento y el disfrute del otro NUNCA puede restar erotismo a un encuentro sexual. Nunca.

Y ya está. Esto es lo que me apetecía contaros hoy para no tirarme de los pelos mientras se acaba la jornada electoral. Voy a preparar puré de calabaza.

¿Qué opináis vosotros? Del consentimiento, digo. Que si queréis hablar del puré, también me sirve.