La belleza del camino.


Cuando nos dicen que el sentido de un viaje está en el camino y no en el destino podemos pensar que se trata de una frase muy cierta, con mucha sabiduría. En mi caso no creo que sea tan así. Hay caminos que se transitan con vistas a una meta y que, de otra manera, no se recorrerían. Eso no quiere decir, claro, que no tengan encanto y que, una vez abandonados, no puedan echarse de menos.

Hablaba, hace unos días, con alguien de este tema, de la magia de recorrer algunos caminos. En concreto, hablábamos de lo genial que es proceso de conquistar a alguien o, al revés, el tiempo en el que intentan conquistarte. Este es un buen ejemplo de camino que no suele iniciarse si no es para llegar a la meta (aunque a veces no se llegue por diversas razones), pero que, al mismo tiempo, puede extrañarse cuando el periplo ha acabado. Es maravilloso tener, finalmente, a ese alguien especial a tu lado, compartir momentos, inquietudes, vivencias... pero esas mariposas en el estómago, ese sobresalto cuando vibra el móvil, la sensación de ir venciendo resistencias... Eso es tan agradable y tan breve... Yo lo extraño y me gusta recrearme en esos recuerdos.

A veces hasta echo de menos caminos que no he recorrido. Porque, con frecuencia, he sido yo la que ha dado los pasos en la conquista, pero rara vez la conquistada. En parte, porque no muchas veces han tenido la intención de hacerlo, y, en parte también, porque he solido tener las cosas claras y soy, por naturaleza, impaciente: cuando alguien que me gustaba demostraba interés, lo ponía fácil y, si ese alguien no me gustaba, intentaba parar la situación cuanto antes.  Pero me habría gustado ser menos "facilona", hacerme de rogar un poco, simplemente para prolongar un poco más ese agradable paseo que nunca vuelve a recorrerse de la misma manera y que, como en otras muchas cosas, nunca se sabe con certeza si se ha recorrido por última vez (es más, solemos esperar que así sea).

En fin, qué queréis que le haga: tengo unas ideas muy raras.

Comentarios

  1. Hay caminos y caminos... Ojalá se pudiesen disfrutar gratamente todos.

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  2. No son tan raras. Añorar, cuanto mas tiempo vive uno, se convierte mas que en una costumbre, en una manera de vivir. Sobretodo cuando se va dejando atrás a mas seres queridos. Hablo en concreto de mi mujer, que en paz descanse, aunque no sea la única. La parte buena es que los recuerdos de nuestro noviazgo extrañamente (o quizás no tanto), cada día son mas vívidos. Sobretodo los de esa parte, cuando eramos los dos tan jóvenes y teníamos aún todo, lo bueno y lo malo, por delante. Casi cincuenta años juntos, toda una vida, como decía la canción, ¿verdad? Perdóneme, doña Bettie, la nota personal. Se me ha ido el santo al cielo, nunca mejor dicho. Que tenga buena tarde-noche.

    @nosoyunrobot

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