El cepillo de dientes.



Puede parecer un artefacto inocente: solo un cepillo de dientes. Un utensilio cotidiano, al que no se presta importancia. Permanece ahí, a la espera, en su vaso, hasta que se le requiere. Y, sin embargo, ¡qué hueco tan grande deja un cepillo de dientes que falta! ¡Cuánto duele apartar uno cuando sobra! ¡Cuántas promesas encierra un cepillo de dientes olvidado tras un fin de semana! 

Siempre he pensado que el cepillo de dientes es el mejor ejemplo de lo inmensas que pueden ser las cosas pequeñas.



Comentarios

Publicar un comentario

¡Adelante! Deja tu retal :)

Entradas populares de este blog

Cómo aprobé el nivel Avanzado de la EOI preparándome por mi cuenta.

Tontos-a-las-tres.

Libro: La edad de la ira, de Fernando J. López