La importancia de una silla.
Ayer me hice un cortecito. Bueno, sería más correcto decir que ayer estaba torpe total y que, después de arañarme en el dorso de la mano abriendo la cafetera, me corté, con ganas, en el nudillo central del dedo índice de la mano derecha.
Fue de la manera más tonta. Me di un golpe contra el canto de algo y acabé cortándome. No sé cómo pasó. El golpe no fue tan fuerte, ni siquiera dolió. Al menos no en el primer momento, mientras contemplaba la carne de mi nudillo partida por la mitad. Tardó un poco en empezar a sangrar y a doler, pero el momento llegó. Sangró más que dolió, en realidad.
La herida no es gran cosa. Al principio fue un poco escandalosa, y me daba un poco de miedo que se me infectase, pero parece que no va a ocurrir. Pero sí es bastante molesta. Endiabladamente molesta. Yo soy diestra y el dedo índice, que parece estar ahí, uno entre cinco, es necesario para casi todo. Anoche se me abrió el corte mientras intentaba cortar un trozo de queso. Así que procuro tenerĺo inmóvil y no doblarlo, para no liarla. Pero cuesta y molesta.
Esto me ha recordado una clase de Historia de la Filosofía Española que tuve en la universidad. Estábamos hablando del libro Unas lecciones de metafísica, de Ortega y Gasset, y el profesor comentó un ejemplo que el mismo Ortega usa. Hablaba de las sillas, y recuerdo que en aquel momento aluciné con el ejemplo. (Lo cierto es que miro atrás y me doy cuenta de que alucinaba bastante durante la carrera. Debe de ser que era un poco lerda xD). Lo que viene a decir es que hacemos uso de las sillas sin reparar en ellas y que reparamos en la silla cuando no está, cuando algún listo nos la aparta y nos caemos de culo o cuando la silla cede y se rompe, y acabamos en el suelo.
También utilizaba el ejemplo de la salud. ¿Cómo percibimos la salud? La salud no se percibe, no reparamos en ella, no nos levantamos día a día diciendo: "¡Vaya! ¡Qué sano me siento!". Sin embargo, sí nos damos cuenta del momento en el que empezamos a sentirnos mal, en el que empezamos a enfermar.
O reparamos en la importancia del dedo índice de la mano derecha cuando un corte casi insignificante nos impide usarlo y, con ello, se nos hace imposible cortar una pizza, escribir una carta, llevar una bolsa un poco pesada,...
Hay que ver cómo un cambio pequeño, casi insignificante, puede trastocar nuestra vida.
Y a vosotrxs, ¿os han movido "la silla" últimamente?
Yo hace tiempo que soy consciente del fenómeno silla. Y es que tengo una angina hipertrófica que viene a tocar lo que vienen siendo los orificios nasales(además literalmente) cada cierto tiempo; así que siempre que me constipo y se me ponen las anginas como bolas de baloncesto, recuerdo lo bonito que era respirar libremente.
ResponderEliminarSupongo que también forma parte del efecto silla xD
Besos y que se te pase lo del dedo. Cura sana, culito de rana...
Pues sí. :)
EliminarGracias guapa! :D
Sí, muy de acuerdo. Y añadiría: con el paso de los años, al dejar épocas atrás, también sientes "el efecto silla"... cosas que ya no puedes hacer porque sencillamente, no estás en la edad y por ende no estás en el contexto adecuado para hacerlo.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Te lo concedo, aunque a veces eso es una barrera más mental que real. :P
Eliminar¡Besos!
Creo que la edad ajusta el proceso de percibir la silla, o el cuerpo ya que en ello estamos, de hecho casi podríamos afirmar que la salud es la ausencia de dolor, incapacidad... y por tanto inapreciable en su presencia y ardiente en su ausencia o merma.
ResponderEliminarUn saludo y cuídate
Muy bien expresado, Pilar.
Eliminar¡Besos!
La edad y sobre todo las experiencias de la vida ajustan ese proceso.
ResponderEliminarCuidaté.
Gracias Perri :)
EliminarAins, que nos quejamos de vicio. Y lo puñeteras que son las cositas pequeñas y el señor Murphy (toooodos los golpes van donde tienes pupa).
ResponderEliminar¡Un besote y cuida del dedal!
Jajaja, espero no darme muchos golpes, ya lo que me faltaba xDDD
Eliminar¡Besos!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPues el otro día me pasó algo muy heavy, y es que por primera vez casi me desmayo. Estaba ahí en una presentación de un profe cuando de pronto me quedé ciega, literalmente, y empecé a sudar. En esa situación en la que me daba vergüenza interrumpir al señor y a todo el mundo que estaba ahí escuchando, pero tampoco podía huir porque literalmente sólo veía gris, reflexionando apoyada en la pared... Me di cuenta de la silla, el TRONO que es la visión, y todos nuestros sentidos. Y esas dos capas chuchurrías de células que forman la retina, son básicas para poder ver a nuestros seres queridos, experimentar el mundo, apreciar el arte...
ResponderEliminar(Un poquito de agua y una compañera que se pispó de mi fue mi rescate.)
Qué mal se pasa. Eso me pasó una vez a mí y fue horroroso. ¡Menudo mal rato!
EliminarMe alegro de que finalmente fuese un susto y que tu compañera estuviese alerta :) ¡Mua!
En general, creo que es propio de la raza humana, aunque según casos sea en mayor o menor medida, el no valorar lo que se tiene (y por qué se tiene) hasta que se pierde y entonces se extraña. Algo tan simple que, teniéndolo, muchas veces puede parecer prescindible, en el momento en que dejas de tenerlo lo necesitas tanto como si fuera un órgano vital del cuerpo.
ResponderEliminarPor otro lado, y yendo al caso en concreto, me alegro de que no me haya pasado a mí lo del nudillo… y no por la herida en sí, que aunque moleste, la acepto, sino por mi propensión a desmayarme cuando veo mucha sangre. No me pasa siempre, y, por ejemplo, cuando dono sangre no me pasa, pero a veces sin previo aviso me da un mareo tonto de estos pero que si no me apoyo en algún sitio o me siento me caigo al suelo pero en visto y no visto. xD A veces pienso: pobre de mí cuando tenga un hijo y le paso algo, venga a enseñármelo y ¡plaf! al suelo. Vaya ejemplo de padre. xD
Besos, Bettie.
Jajjaja, hay mucha gente a la que la sangre le produce ese efecto :P Menudo rollo. >_< Encima que te has dado un golpe o lo que sea, te vas al suelo al ver la sangre, jo... jaja
Eliminar¡Besos!
Ya sabes el dicho: "nunca sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos"...
ResponderEliminarPues es así, tal cual
Un beso
y un besito para la pupita... espero que ya esté curando
EliminarPues sí, dicho en simple, es eso.
EliminarYa está mucho mejor, Rosa. ¡Gracias!
Sí, es extraño... Y bueno, también percibimos la existencia de la silla cuando nos pilla un pelo de la cabeza. Malditas sillas. xD
ResponderEliminar¡Muchos mimitos a ese dedo!
JAJAJAJA, es verdad. ¡Las del insti son lo peor! >_< jajajaja
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