Reto (VI): Still loving you.

Acabados los cinco relatos que me comprometí a hacer, he decidido seguir con los demás, pero me voy a tomar la libertad de ir escribiéndolos en el orden que se me vayan ocurriendo, y no en el que se propusieron. Hace algunos días que rueda por mi cabeza una historia -o la idea de una historia, más bien- que lleva por banda sonora el Still loving you de Scorpions que sugirió Rosa. Así que vamos allá.

***

Música para leer.




Ahí está. La puerta oscila tras ella después del enérgico golpe con el que la ha empujado para entrar. Espera a que los ojos de todos los parroquianos estén fijos en ella para lanzar al viento, como cada sábado desde hace veinte años, su grito de guerra:

-¡Larga vida al rock, cabrones!

Su nombre es Cecilia, aunque todos en la zona la conocen como "la heavy", para su orgullo. Diego aún recuerda la primera vez que la vio entrar en su bar, desde detras de esa misma barra, llena de energía y juventud, apenas una niña. Debía de tener unos diecisiete años, no más. Por mucho que intentara tapar su juventud con maquillaje no había manera: destillaba ingenuidad por cada uno de sus poros. Aquel día no fue difícil que todos volviesen la vista hacia ella. En aquel rock-bar se veía una mujer de uvas a peras, o a veces incluso de uvas a uvas. A pesar de todo, a Diego le sorprendió la velocidad con la que sus parroquianos, mucho mayores que la muchacha, se lanzaron a invitarla a copas. Él no le pidió el carnet. Eran otros tiempos y no creía que fuese su responsabilidad ejercer de padre de nadie. 

Aquellas noches se sucedieron un tiempo hasta que uno de ellos se decidió a dar un paso más. ¿Habría cumplido ya los dieciocho? Diego no lo sabía. Uno de los habituales salió con ella del local, visiblemente borracha. Diez minutos después ella entró con el botón de los pantalones saltado y la camiseta rota, a todas luces inconsciente de su estado, quizá incluso de lo que acababa de pasar. Por primera vez en su vida Diego deseó intervenir. Salió a buscar al sinvergüenza en cuestión y no lo encontró: la había dejado allí, tirada, después de follársela contra alguna pared. No importó, no tenía prisa y sí una buena memoria. Pasaron varias semanas hasta que se dignó a aparecer por el bar. Se marchó de él con un ojo morado, dos dientes menos y la prohibición de volver.

Aquello, sin embargo, no marcó la diferencia. Unos y otros siguieron cortejando a Cecilia torpemente para pasar con ella unos cuantos minutos en algún rincón o asiento trasero. Hubo alguno de ellos que repitió durante un tiempo, pero cuando sus compadres le insinuaban que "la heavy" lo había cazado, el susodicho respondía siempre, con cara de asco:

-¿Qué dices, tío? ¿Con esa? ¡Si está más abierta que las puertas del Pryca! -o utilizando alguna sentencia similar.

Ese tipo de afirmaciones, indefectiblemente, se saldaban con moratón en el ojo, algún diente menos y la prohibición de volver a pisar su bar. Huelga decir que Diego perdió, durante aquellos años, muchos clientes.

Ahora las cosas habían cambiado. Cecilia seguía yendo al bar, revoloteaba de mesa en mesa, gastando bromas a los clientes -ahora más jóvenes que ella-, contando anécdotas de los conciertos a los que había asistido o enseñando su colección de púas. Pero sin tardar demasiado acababa sentada en la barra, charlando con Diego. Ella tenía ahora treinta y tantos, aunque parecía mayor. Él ya había pasado los cincuenta, pero parecía más joven. "Quizá sea ahora el momento", se decía mientras la miraba. Pero nunca intentaba nada. 

Esa noche, como cada una desde que ningún parroquiano invitaba ya a Cecilia, ella pasaría la noche sentada en la barra, charlando con él, e incluso echándole una mano. Y como cada noche, a la hora del cierre, él le diría:

-Venga, que te invito a la última.

Entonces ella preguntaría:

-¿Copa?

-Y canción -respondería él.

Y, como tantas noches -¿Cuántas? Había perdido la cuenta- le serviría un whisky con cola mientras ponía el último tema, solo para ella, esperando que captase la indirecta y fijaba su mirada en ella con intensidad durante el final de la canción, haciendo suyas las palabras sin decir nada.

-Still loving you...

***

 Espero que a Rosa le haya gustado. A mí me ha traído bastantes recuerdos :)

^^ 


Comentarios

  1. :_) odo, que bonita historia...

    Como siempre, me imagino por mi cuenta el final feliz ;)

    Ese Diego ahí... me lo imagino con la cara de Alonso de Entreríos (bigotazo incluido XD) no se por que...

    XD



    Te amo, Peque <3

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    1. No es Diego Alatriste, ¿eh? Que ya te empatillas tú solo XDDD Y no, no es así. Es un jerbi. xD :P

      ¡Muá! :D

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    2. Eh, que el Alonso si se deshace la coleta pasa por un jeviata... y de los antigüos! de los de verdad! XD



      <3

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    3. Ya lo he visto, ya. Mea culpa, XDDD

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  2. Me indigna que te hayas saltado el orden, porque estaba hiper flipada... el número seis, si mal no recuerdo era mi recomendación (mi marido ♥). Pero te lo perdono porque me ha encantado. Tienes un estilo súper bonito al escribir. Lo haces especial. ¡Ojala yo supiera escribir estas cosas y me dejara de dramas y palabras malsonantes...!
    Un abrazo, Bettie J.

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    1. Aquí, ante todos, me comprometo a escribir un relato con la canción de tu marido la siguiente, Aria B. Quiero hacer algo chulo, pero es que la de Still Loving You me salió sola, casi.

      ¡Ay, mi niña! ¡Ojalá a mí no me diera un patatús cuando tengo que escribir la palabra "bragas"! No, en serio. Qué palabra más fea. xD

      ¡Besotes!

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    2. JAJAJAJAJAJA Pues no sé, escribe "braguitas" o algo X)

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  3. A mí me ha encantado. Y también la que me escribiste a mí, pero no tuve ni tiempo de comentarte, creo. Gracias, guapa.

    Besos.

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    1. ¡Si es que no te da la vida, profe! ¡Qué le vamos a hacer! :)*

      ¡Besotes!

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  4. Sabes darle el ambiente ideal al relato,iba leyendo con la música de fondo y podía ver también a los personajes,su rostro,su ropa...escuchar su voz.
    Genial Bettie, a mí también me ha traído buenos recuerdos.
    Un abrazo.

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    1. Me alegro mucho de que te haya traído buenos recuerdos, Abril :) :*

      Besotes gigantes :D

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  5. ¡Gracias, Bettie! Me ha encantado...
    No te puedes imaginar lo bien que me ha sentado, después de un lunes agotador, llegar a casa y sentarme a escuchar esta canción que, desde los primeros acordes, me transporta a otro lugar... y me trae tantos recuerdos...

    Me gusta la historia que has contado (y cómo la has contado). Seguro que algún día llegará en que Diego le eche valor...

    Un besote

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    1. ¡Mierda! (con perdón)... acabo de darme cuenta que hoy, a estas horas debería estar viendo el Ministerio del tiempo... ;)

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    2. Te has perdido un capitulazo que no te digo ná, reina.

      Pero me alegro de que te haya gustado el relato :) ^^ A mí también me transporta a momentos, y lugares, y personas. :)

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    3. Que sepas que he visto un trozo... desde que me acordé hasta que terminó (más vale tarde que nunca... jijiji). Y creo que voy a ver desde el principio en la web.

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  6. ¡Esa boca, Bettie! -Le dijo la sartén al cazo- ;)
    Me ha gustado mucho :)

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  7. Cada día te superas más. Me has dejado con un suspiro en el aire y mucha tensión en mi cuerpo.

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    1. Anda, anda. *Se ruboriza y huye haciendo la croqueta* :P

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  8. Estas historias de tan cerca pero a la vez tan lejos siempre tocan la patata... Veo que has superado los retos con nota ;)

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    1. Son muy socorridas, la verdad :P jaja. Y tengo cierta predilección por ellas, tengo que reconocerlo. Soy muy de amores imposibles (porque los protas quieren, más o menos)

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  9. ¡¡Ésta es de las mejores que llevo leídas!! Pero claro, mi gusto personal... la historia se amolda a él XD Así que no sé si soy muy objetivo y ésta es realmente mejor que las otras.
    ¡Un abrazo!

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    1. Si a ti te gusta más, bien juzgado está :) Me alegro mucho ^^

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