La fuerza con que golpean los recuerdos.


Cuando uno coge un libro viejo no sabe qué se va a encontrar. Y si no, que se lo pregunten a los protas de La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey. O que me lo pregunten a mí. 

En realidad eso es maravilloso, lo de que los libros tengan vida y te hablen más allá de lo que llevan impreso. Esa mancha de café que te cayó un lunes por la mañana que no podías dejar de leer. Esas esquinas arrugadas de llevar el libro en la maleta en tu primer viaje al extranjero. La dedicatoria de quien te regaló una historia. Y luego están las notas entre páginas.

No es la primera vez que os cuento una de estas aventuras, lo que pasa es que normalmente son más agradables. Hoy me he dirigido a La fundamentación de la metafísica de las costumbres, de Kant, para consultar unas cosillas sobre el imperativo categórico. Y me he encontrado algo más que las explicaciones de Kant. 

Entre las páginas había un panfleto del sindicato estudiantil SEPC que había sido aprovechado para cambiarme notas con un compañero de clase. Aunque hacía tiempo que no veía su letra, la he reconocido al instante y hasta me he ruborizado. Eran apenas cuatro mensajes, pero eran mensajes de esos que se intercambian dos adolescentes hambrientos el uno del otro. Yo lamentaba estar en clase, a vueltas con el dichoso imperativo categórico y él maldecía mi sentido del deber. Yo decía que eso era lo que mandaba el imperativo categórico, pero que de no ser así.... Y él maldecía entonces al imperativo categórico. No sé qué opinaría Kant de todo esto, la verdad.

Los mensajes me han dejado derrotada. He empezado a sentir un dolor intenso, como si me hubiesen golpeado el esternón con un puño. Para que luego digan que los sentimientos no duelen. Sí duelen, sí. 

Es increíble la fuerza que tienen los recuerdos. Una vez él me habló de que lo único que realmente existía era el presente. Pero entonces no me lo creí y hoy he recordado por qué. Ese golpe ha venido del pasado y me ha parecido bastante real. 

Creo que esta historia ha sido la única de mi pasado que me ha dejado verdaderamente marcada. La herida ya sanó, aunque costó bastante, pero la cicatriz permanece y me temo que permanecerá siempre. Todo el mundo tiene sus fantasmas y él es uno de los míos. 

Normalmente los recuerdos me hacen feliz, acabo viendo lo positivo de ellos, ¿por qué no los que tienen que ver con este cuento? Supongo que porque están cargados de reproches hacia mí misma. Porque me engañé aunque todo estaba claro. Porque quise sin ser querida. Porque tantos y tantos gestos hermosos que yo estimaba llenos de significado no significaban nada. Estaban vacíos. Y todo ello fue culpa mía. 

Pero ese no es todo el golpe. El golpe ha sido doble, porque a pesar del dolor, sonreía. Porque a pesar de todo lo negativo, en esos recuerdos permanece cierta belleza y eso nunca dejaré de agradecérselo inconscientemente. Aunque fuese una historia de mentira, fue única. Única, con sus canciones de Sabina, con sus conciertos en primavera, con sus besos al lado del tranvía, con sus noches en vela, con sus horas de biblioteca y con sus notitas en clase. Única, con mi ilusión y mis errores. Única, con las cenizas de ese amor ensuciándome el corazón durante mucho tiempo. Y única, como mi cicatriz. 

Odio cuando no me entiendo. Y esta historia siempre hace que deje de entenderme.

No dejo de pensar que es curiso que hace unos días leyendo este post recordase esta época y hoy me haya encontrado esto. A veces las casualidades son de lo más caprichosas.



Hoy estoy... dolorida
Y estoy escuchando...Y nos dieron las diez - Joaquín Sabina

Comentarios

  1. Que bonita reflexión, además me siento muy identificada. Que sanen la heridas, pero que se vuelvan cicatrices que nos conviertan en lo que somos. Un beso!

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    1. Supongo que, quien más o quien menos, tiene algo de esto en su vida :)

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  2. Claro qué hay recuerdos que duelen, igual que los hay que te arrancan una sonrisa... Pero como bien decís, todos ellos nos ayudan a ser quienes somos.
    No creo que tu historia con este chico fuese 'mentira', aunque él te pudo mentir, tú lo viviste como una enorme verdad; tal vez la sonrisa venga de ahí.
    Un beso ;)

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  3. Hola, te he nominado para el Segundo Premio Best Blogs =,)

    (no sabía muy bien dónde ponerlo y lo he puesto aquí xD)

    http://lasalasdetinta.blogspot.com.es/2014/10/nominada-al-premio-best-blog.html

    ^^

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    1. ¡¡¡Gracias Celia!!! Lo haré en cuanto tenga un ratito :D

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  4. Los recuerdos duelen mucho. Y todos tenemos nuestros fantasmas. A mí a veces, así, de repente, puede ser un olor, o un recuerdo que me llega no se sabe de dónde, me llena el cuerpo de adrenalina, de presentimientos, como si alguien rondara, como la cercanía de alguien que fue importante para mí. Y luego se pasa y me deja mal, porque las historias tienen sus luces y sus sombras. Y queremos acordarnos sólo de las luces, pero a veces las sombras son inevitables.

    Besos.

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    1. Justo, justo eso me pasa a mí a veces, profe. Qué bien lo has explicado.

      Y es verdad, las sombras son inevitables. Y yo debo de dar gracias que, por el momento, no son muchas las que cuento...

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  5. Te entiendo perfectamente. A mí me paso algo así, no en el terreno amoroso, pero sí con una amiga y últimamente tengo los fantasmas muy presentes y duele y hasta lloro...
    Un beso

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    1. Lo entiendo. A mí también me pasó un tiempo. Pero ese fantasma ya casi ha desaparecido para mí. Este no...

      Un abrazo grande.

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  6. Todos estamos llenos de cicatrices. Unas son casi imperceptibles y otras duelen (a veces, no siempre...). Y eso queda para el resto de nuestras vidas, pero nos acostumbramos a vivir con ellas. Hay grandes historias de amor que se quedan clavadas en el fondo de nuestro ser, independientemente de que hayan durado tres días, tres meses o tres años. Aunque tengamos quince años o cuarenta. Lo que queda es lo que has vivido con intensidad. Lo bueno y lo malo. Quédate con lo bueno, y no pienses que fue todo una mentira. Seguramente él también te quiso, pero quizá no del modo que tú querías...

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    1. Sí, eso sí que fue, intenso. No sé yo. Hubo un tiempo en que me consolé pensando eso, pero... Creo que no. De todos modos, eso tampoco importa. Yo lo viví con la misma intesidad que si hubiese sido todo verdad.

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  7. A mí en general sí me consuela el hecho de creer que "hasta lo malo sirvió para mejorar". Pero en el fondo también pienso que eso no siempre alcanza a hacernos sentir bien... sólo parcialmente :(
    Un abrazo.

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