Una vez rompí un corazón...creo.

No suelo conocer a demasiada gente, así que cuando ayer descubrí que un compañero y yo tenemos un conocido común me puse muy contenta. 

- A ese lo conozco yo - le dije.

- ¿Tú? ¿De qué? - me dijo, extrañado, porque el tipo en cuestión es heavy hasta la médula.

-  No sé de qué te extrañas. Yo también iba de ese rollo -contesté, un poco resentidilla-. Nos presentó un amigo común. 

Lo que no le conté a mi compañero es que ese tipo y yo tuvimos una historia. Para mí fue una historia especial por varias razones. La recuerdo con cariño y con tristeza a la vez. 

La primera vez que coincidimos fue en un bar. Yo estaba con un compañero del instituto jugando al futbolín y él entró con un amigo a jugar contra nosotros. Pasó toda la partida metiéndose conmigo, principalmente llamándome niñata, a lo que yo respondía con calificativos como anciano o viejales. Durante el tiempo que duró nuestra amistad seguimos llamándonos así, y con bastante mala leche. Cosas raras. 

Supongo que comprenderéis que pensase que era un gilipollas integral. Pues no veáis la cara que se me quedó meses después, en "la" Feria, cuando un amigo me pidió que le acompañase a recoger a un amigo suyo para que se uniese a nuestro botellón y me lo encontré precisamente a él. Cuando nos presentaron formalmente y llegaron los dos besos de rigor estuve a un tris de pasar de su cara. 

Esa misma noche me invitó a una copa. Bueno, nos la tomamos a medias. No me caía bien, pero tampoco era cuestión de rechazar la bebida gratis. Estuvo intentando entablar conversación conmigo hasta que le dije:

- Oye, perdona, ¿tú eres gilipollas todo el tiempo o solo cuando juegas al futbolín?

- Pensaba que no te acordabas de mí -contestó.

Pero sí, para los imbéciles tengo buena memoria. Así que empezó a meterse conmigo de nuevo: que si qué quieres que te diga, si eres una mocosa, bla-bla-bla.  Había mala leche, no voy a negarlo, pero lo cierto es que pasé una noche entretenida y nos reímos bastante. 

Cuando volvíamos al piso de un amigo, ya de madrugada, la mala leche había desaparecido. Hablamos de una amiga, que iba como una cuba, y de un amigo que la llevaba agarrada.

-¿Tú crees que esta noche lo consigue? - le dije yo.
- Ni de coña. Demasiada rubia para él - contestó.
- Bueno, dicen que el burro no folla por guapo, sino por insistente... Y este te garantizo que insistir ha insistido. 
- Ni de coña, ¿qué te apuestas? 
- ¿Yo? ¿Contigo? Nada. 
- Un beso. Si se lían, ganas tú y no me lo das si no quieres. Si no se lían, te beso -propuso.
- ¿Estás majara? Ni de coña te beso yo a ti, anciano. 

Y me besó. Y me dejé, porque serían cosas de la edad, pero no besaba mal. 

- Bueno, eso de adelanto. Si ganas tú la apuesta ya me lo devuelves -me dijo.

Eso fue todo lo que pasó esa noche. Bueno, más bien ese día. Lo peor de todo es que ese amigo común andaba encaprichado de mí -y de alguna más- y se enfadó con los dos. Yo preferí no hacer sangre y lo dejé tal cual. Pero el chaval, antes de irse, pidió mi móvil y me dio su MSN (qué tiempos...).

Yo siempre he sido muy de dar oportunidades y de conocer a la gente, nunca he juzgado demasiado por la apariencia, ni por la edad, ni esas cosas. Así que empezamos a charlar y nos caímos bien. El problema es que cuando quedábamos el tipo no paraba de pasarse conmigo y no me gustaba. Supongo que es como esos niños que, cuando les gusta una niña del colegio, no paran de tirarle de las coletas. Un día me enfadé y quise irme del pub donde estábamos. Para impedírmelo me agarró del brazo bastante fuerte. Aunque me pidió por favor que no me fuese, aquel agarrón fue para mí razón suficiente para cortar la relación, de modo que nunca llegamos a ser nada más que conocidos.

Ese fin de semana se declaró por teléfono desde un festival de música, pero ya era tarde. Por mi parte la relación acabó ahí.

Por la suya no. Si sabía que yo iba a estar en algún sitio, aparecía. Tan notorio era que mis amigas aparecían corriendo y me decían:

- ¿A que no adivinas quién acaba de llegar? 

Y sí, claro que lo adivinaba. Aparecía si yo estaba en un concierto sirviendo copas, si había algún acontecimiento, buscaba cualquier excusa. La última vez que le vi me pidió por favor hablar conmigo.

- Ven, que te dejo dar una vuelta en mi coche -yo acababa de sacarme el carnet.

Estuvimos charlando de cosas sin importancia hasta que me llevé a mi casa. Una vez allí me dio un papel (en mi vida siempre hay papeles de por medio :P) con una dirección web escrita y un título. Era de un blog. 

- Léelo -me dijo-, es lo último que te pido.

Y así fue, porque no le volví a ver. 

Lo hice, leí el blog. En el post hablaba de las fases que pasa uno cuando se enamora y no es correspondido. Hablaba del primer momento en que me vio, y de todo lo que vino después. Era muy triste, porque al final decía algo así como que lo único que queda cuando asumes que nunca vas a estar con esa persona es acostumbrarte a su ausencia y esperar que deje de doler aunque en el fondo sabes que nunca la vas a olvidar.  

Tiempo después me contaron que había estado realmente mal por una mujer, hasta el punto de necesitar ayuda especializada para levantar cabeza. Quien me lo contó no sabía quién era esa mujer misteriosa, pero por los datos que me dio deduje que sí, que era yo. 

Decía que recuerdo esa historia con ternura y tristeza. Ternura, porque era agradable verle aparecer para encontrarse conmigo allá donde yo estuviese, y porque, qué narices, por una vez estuvo bien no ser yo la rechazada. Tristeza porque de alguna manera le hice sufrir mucho y no se lo merecía. Aunque siempre nos estuviésemos metiendo el uno con el otro con bastante mala leche, sé que era un buen tío, le tenía cariño. 

Mientras volvía a casa pensaba en contactar con él. Han pasado ya más de siete años de aquello y no sé, me apetecía decirle que me alegraba de haber vuelto a saber de él, de que otro conocido común nos hubiese hecho volver a chocar. Siempre me supo mal haberle perdido la pista. Así que le busqué en Facebook. Y le encontré. Y, ¿adivináis qué? Que sí, que me ha olvidado. 

Por suerte, claro. No quiero ser yo la espina en la pata de nadie. Al parecer sale desde hace tiempo con una chica con la que tiene mucho en común. Se les ve muy felices y no paran de hacer cosas juntos. De hecho en los comentarios se les pregunta que para cuándo la boda. Quizá le rompí el corazón, pero no se lo robé del todo. Si sigue teniéndolo, puede arreglarse. Y se lo han arreglado.

Así que cerré la página. Mejor no decir nada. Al fin y al cabo, él no es ya aquel hombre, ni yo aquella chica, aunque me pique reconocerlo. Ya me lo ha dicho mi compañero cuando esta mañana le he llevado unas fotos de aquella época:

- Pues no pareces tú. 

Pues será que no lo soy. Quién sabe. Pero eso ya es material para otro post.



Hoy estoy... recordando
Y estoy escuchando... Tocaba correr - Ñu





Comentarios

  1. Es una de esas historias trislices que a mí me gustan. A veces la nostalgia nos trae a la mente historias pasadas que nos hacen pensar... ya sabes que yo demasiado nostálgica.

    Me pareció preciosa la historia, con sus matices levemente amargos, pero muy bonita

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, yo también soy demasiado nostálgica, pero bueno, es que se aprende de todo lo vivido :)

      Eliminar
  2. A mí me descoloca la táctica de picarte y meterse contigo... no sé si soy muy cateto o se me escapa algo XD, pero si a mí me gusta alguien no le hago rabiar. Bueno, puedo hacer alguna broma en un momento dado para picar, pero no sería para nada una constante, y por lo que cuentas no era una simple broma para picar.
    Y reafirmo lo que tú dices: no solemos ser la misma persona que hace 7 años. O al menos yo no me reconozco en la persona que fui.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Tú no has visto en el cole, los niños que les tiran de las coletas a las niñas que les gustan? O cosas parecidas. Pues esto es igual. Cuando no se desarrolla la inteligencia emocional, cuando no se es valiente para decirle a alguien que te gusta, o para demostrárselo, pues pasan estas cosas.

      A mí me dejó de hacer gracia, la verdad, porque llegó a ofenderme. Gente hay de todas clases, en fin.

      Por lo que me han dicho, en ese sentido, sí sigue siendo igual, un faltón de cuidao xD

      Muá.

      Eliminar
  3. Hola ^-^ que hace días que me pasaba por aquí xD
    Jo, menuda historia. Bonita y triste a la vez sí.
    Yo tampoco entiendo mucho lo de que fuera TAN chinchón, aunque bueno, al menos aburrirte no te aburriste jajajaja
    Pero bueno ya decíamos de pequeños: los que se pelean se desean xD
    A mí me pasa algo parecido con mi ex, pero es que es lo que dices, no sé es la misma persona y mejor pasar página.
    Recordar historias pasadas es casi como si fueran novelas, en lugar de tu propia vida xDDD al menos a mí me pasa.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

¡Adelante! Deja tu retal :)

Entradas populares de este blog

Cómo aprobé el nivel Avanzado de la EOI preparándome por mi cuenta.

Tontos-a-las-tres.

Libro: La edad de la ira, de Fernando J. López