Retratos de boda

La pareja entró en el estudio fotográfico pasadas las seis de la tarde. Ambos tenían en la piel ese color que deja el sol tras las vacaciones, un tostado que aún no ha dejado de ser colorado. En la cara de ella había un rubor que no se sabía bien si era responsabilidad del astro rey o del hombre que caminaba a su lado. Porque también era evidente que estaban enamorados, todo en ellos lo gritaba: sus manos que se entrelazaban naturalmente, la sonrisa de ambos y las miradas que se lanzaban el uno al otro, alternativamente, como si estuviesen contemplando el mayor tesoro que alguien pudiese poseer. 

Al abrir la puerta sonaron unas campanillas y unos instantes más tarde apareció una joven de pelo moreno y la sonrisa franca de alguien que no desearía estar en ninguna otra parte. 

- ¡Buenas tardes! -saludó, cordialmente- ¿Ya habéis vuelto?
- Sí -contestó ella, sin soltar la mano de su acompañante-, volvimos ayer por la noche. Pero aún nos quedan unos días de vacaciones. 
- No vienen mal tras la luna de miel -añadió él.

Todos rieron.  Por supuesto: eran recién casados. Cualquier observador atento podría haberlo deducido rápidamente, especialmente si se hubiese fijado en cómo ella acariciaba, descuidadamente, la alianza que él lucía en su dedo. 

- Bueno, ¿y en qué os puedo ayudar, pareja? - preguntó la fotógrafa.
- Veníamos a por el retrato de boda. Nos morimos de ganas por colgarlo en casa...-dijo ella, y acto seguido miró con arrobo a su marido.
- Lo tengo, pero todavía no he podido ponerle el marco...¿Lleváis mucha prisa?
- No -respondió él-, en absoluto.
- Pues entonces esperad unos minutos, que la enmarco y os la lleváis. -La fotógrafa se dirigió hacia la trastienda, pero frenó en seco- ¡Se me olvidaba! Me han llegado esta mañana las copias de la foto que encargasteis para vuestros padres. -Cogió un sobre de debajo del mostrador y se lo tendió. Después salió.

Lo tomó él y sacó las copias que contenía. Las miraron emocionados: eran perfectas. No querían una foto como las que habían visto en casa de sus padres y sus tíos, tan formal, así que su composición era un poco diferente. Ella, risueña, miraba hacia algún punto a la derecha de donde había estado el objetivo de la cámara. Él, a su lado, con los ojos cerrados, la estaba besando en la cabeza, lleno de ternura. Aunque aquella foto estaba tan estudiada como cualquier otro retrato de boda, parecía natural, como tomada en un momento íntimo por alguien cercano. Y rebosaba amor. 

- Los retratos de boda son como promesas de felicidad eterna, ¿verdad? - dijo alguien tras ellos. Era una voz de mujer anciana, temblorosa y algo rota, como la de alguien que acaba de despertarse. Ambos se giraron y vieron a una mujer de ojos claros y pelo cano sentada en una mecedora. No la habían visto al entrar. La mujer siguió hablando. - Sí, pero muchos mienten. He visto muchas promesas hechas por retratos de boda que se han roto. Unas antes, otras después. Sin saber cómo esas sonrisas se tornan reproches y la felicidad que aparenta la pareja se avinagra o se vuelve amarga. De repente parece que el amor eterno hubiese durado un instante hace mil años...

La pareja parecía consternada. Aquella mujer había removido en ellos un temor dormido, el temor que albergan todos los amantes aunque no quieran reconocerlo: ¿Existe un para siempre? ¿Cuántas páginas tendrá nuestra historia? El marido quiso responder, aunque no se atrevió a contradecir a aquella mujer tan mayor.

- Ya, ya sé lo que estáis pensando -continuó-, que no todas las parejas acaban igual. Es cierto. Hay parejas que se aman para siempre y amores que parecen no sufrir el paso de los años, ¡pero son tan raros! La más extraña entre las extrañas flores...Y siento deciros que vosotros no la habéis encontrado -dijo, y en su voz había un deje triste.

La fotógrafa entró de nuevo, disipando con su presencia lo enrarecido del ambiente. 

- ¿Os gustan? ¡Estáis guapísimos! - la nostalgia inundó su rostro por un instante, antes de continuar - Mi abuela siempre decía que los retratos de boda son como promesas de felicidad eterna.

Ambos esbozaron una sonrisa forzada, consternados como aún estaban por las palabras de la anciana que, acababan de descubrir, era la abuela de la fotógrafa. Pagaron el encargo y se despidieron de ella. Antes de salir se giraron para despedirse de la anciana, pero la mecedora, aunque se movía, estaba vacía.

- Extraño, ¿verdad? -dijo la fotógrafa- Desde que murió mi abuela, todas las tardes se balancea sola. Supongo que hay alguna corriente de aire, aunque no me he molestado en comprobarlo. Verla moverse me hace sentir acompañada...

Abandonaron el estudio aterrorizados y apenas pudieron dormir en varios días. Sin embargo, la fuerza de su amor era enorme y consiguieron convencerse de que aquello había sido una locura. Incluso con el tiempo lo olvidaron y consiguieron colgar el retrato en un lugar privilegiado de su casa. Era como si aquello nunca hubiese pasado.

No fue hasta unos cuantos años más tarde, diez,  quince quizás, que se acordaron de aquel suceso. Ocurrió mientras firmaban los papeles del divorcio, cuando ambos parecieron escuchar un susurro en el oído. Era una voz temblorosa, rota, cansada:  la voz de una mujer anciana.

- A mí tampoco me gusta que se rompan las promesas. Ni aunque las haga un retrato.



***

Últimamente tengo una obsesión -empiezo a pensar que insana- con los retratos de boda. Ains.


Hoy estoy... apática
Y estoy escuchando...Plaza Garibaldi - Ismael Serrano

Comentarios



  1. Stephen King ha tenido algo que ver? Como siempre, escribes de miedo (nunca mejor dicho XP), cariño. Escalofrioso relato! Relámpagos! XS OLE!


    I <3 U

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    1. Nada que ver. Hombre, a lo mejor algo, pero no es eso. Cuando recibas la carta lo entenderás XD

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  2. pufff, que historia mas agri dulce, pero aun asi me ha encantado

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    1. Sí, no es muy feliz que digamos. Pero me alegro de que te haya gustado a pesar de todo :)

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  3. Me ha encantado aunque no coman perdices... escribes guay.
    Besotes

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  4. Totalmente de acuerdo con los demás, escribes muy bien ;)

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  5. Y de nuevo historias con punto y final =) Acabo de leer la última entrada jajaja
    Que no me entere yo que dejas de escribir! ¿Te has animado alguna vez con cuentos infantiles? Porque desde hace mil le doy vueltas a un proyecto y no sé darle forma, más que nada porque no sé escribir bien xDDDDD

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    1. Hace mucho que no escribo un cuento infantil. Pero uno de mis sueños es publicar alguno :P jaja

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  6. Se me han puesto los pelillos de punta ^^

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  7. Ai por favor! escribe más cosas así xDDD
    Me ha encantado *_____* esta historia es de las mías! xD
    Mientras leía me lo imaginaba en mi mente y tela. Acojona un poco sí jajaja

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    1. Jajaja, no soy dueña de mis escritos, escribo lo que me sale :S ¡Mi creatividad va por neuras! XD

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