Historias con punto y final.

Me encantan las historias de amor. Las reales, he de matizar. Cuando leo en vuestros blogs las historias de amor que compartís me quedo embelesada. Aunque he de reconocer que tengo especial debilidad por las historias de las que una sale trasquilada, como la pitonisa aquella de Los Simpson. No porque acaben mal, sino porque acaban. No sé... a veces que una relación se acabe es una verdadera bendición, pero no deja de picar un poco, creo.

Antes de que penséis mal, no es que me gusten esas historias porque quiera regodearme en miserias ajenas. No, no es eso, ni mucho menos. La razón es otra. Vale, que quizá soy un poco adicta al drama, pero la razón principal por la que las historias de desamor, las historias con punto y final, me llaman la atención es porque es difícil no aprender de ellas. Cada relación pasada, vista desde lejos, nos dice muchas cosas de cómo éramos, nos muestra que nos enseñó muchas lecciones valiosas y se nos hace evidente que nos sirvió de trampolín para llegar a ser quien y como somos.



Yo he tenido muchas historias de esas pero hasta hoy no os he contado ninguna. Quizá algún día me anime. Mi problema ha sido, en muchos casos, que yo tenía claro lo que quería. Excesivamente claro, supongo. Tenía un ideal de pareja que tenía que llenar y, como supongo que sospecháis, fue imposible. Nadie real puede acoplarse a un sueño. Así que pasé de aquí a allá, fui de persona en persona buscando las características de mi lista, pero nunca estaban todas. Encontré a gente interesante, bohemia, con el pelo largo, que tocaba canciones de mis cantautores favoritos con la guitarra, a la que le gustaba Iron Maiden, EUKZ, Joaquín Sabina. Gente romántica hasta quitar el aire, gente que cantaba bien y hasta componía. He tenido relaciones en las que me han hecho sentir como toda una dama y otras en las que no podía quitarme de la boca el sabor a pecado. Conocí a gente tolerante, abierta, a la que le gustaba experimentar, respetuosa, amable.  He salido con idealistas, activistas y radicales por la pasión que ponían en lo que les interesaba. Y he salido con gente indolente que se sentía feliz con sus circunstancias y, por tanto, no quería cambiar nada. Todas estas cosas, claro, nunca coincidían en la misma persona. Con suerte, dos o tres. Y la historia duraba unas semanas o unos meses y, entonces, encontraba el hueco. Sí, ese espacio que la persona no conseguía llenar, aunque se saliese por otra parte. Y la historia se acababa, de mejor o peor manera.  A veces se acababa incluso antes de empezar. Y no era extraño. Mi lista de cualidades, mi modelo de pareja ideal, era demasiado extenso. No era algo consciente, yo no me daba cuenta, pero había tenido ese modelo desde la adolescencia, lo había construido poco a poco. ¡Hasta me había imaginado las circunstancias en las que conocería a esa persona! Y lo buscaba con ahinco.Tanto es así que forcé muchísimo la máquina para realizar mi ideal y vi lo que quería ver, cometiendo un error grandísimo por el que sufrí mucho. 



Así que sí, he tenido muchas historias con punto y final, y de todas he aprendido, por suerte. También he aprendido una gran lección de esta historia que vivo ahora: que llega un momento en el que conoces a alguien y no intentas encajarlo en tu molde ideal. Y eso es una buena señal. 

¿Pero sabéis qué saco en claro de todo esto, aunque muchas veces se me olvida? Que a veces las cosas no llegan cuando las buscas: simplemente llegan. No es que quiera decir que no haya que hacer nada aparte de sentarse y esperar. Es solo que a veces, creyendo que estamos acelerando para llegar a nuestro destino, lo que hacemos es hundirnos más y más en el barro. A veces la paciencia, y sobre todo, la tranquilidad obran milagros si no se pierde la esperanza. Tengo que recordar eso.



Hoy estoy... ñoña
Y estoy escuchando...Por fin te encontré - Ismael Serrano


Comentarios

  1. Bonita reflexión, es cierto todo en la vida te marca y te prepara para el futuro en ocasiones, te prepara para que algo/alguien que nunca pensaste interesante de pronto te parece fantastico. Besitos

    ResponderEliminar
  2. Hola, creo que el desamor es el mejor tema para una canción o una historia, porque en el dolor está la poesía y cualquiera que escuche o que lea se reconoce en el que sufre, porque a todos mal o bien nos ha pasado.
    Al amor hay que vivirlo.
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, es muy fácil reconocerse en las historias de desamor, tienes razón :P

      Eliminar
  3. Me siento muy identificada con esta entrada. Casualmente terminé una relación hace unos meses, y como dices tú, hay veces que lo más satisfactorio es poner un punto y final.
    Antes yo también idealizaba y buscaba continuamente el amor, pero finalmente me di cuenta de que lo mejor llega cuando dejas de buscarlo. Y si no llega, pues oye, sola no se está nada mal (lo digo en serio, no es el típico consuelo tonto). La soltería está infravalorada, y yo creo que hay momentos en los que uno está realmente feliz aunque no haya nadie especial en tu vida.
    Además, la sociedad le da demasiada importancia a tener pareja. Yo ya aprendí a no comerme la cabeza. Soy joven, y como dicen por ahí, tengo aún tooooda una vida para enamorarme ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, a veces el punto y final es una bendición. Y otras no es nada traumático: se acaba y punto, y tan amigos. Hay mil maneras de desamor y no todas son dramáticas.

      Y en cuanto a la segunda parte, toda la razón. El amor llega o no llega, pero no llega antes o después por buscarlo. Y mientras no llega, la vida no se para. La soltería tiene muuuuchas cosas buenas, muchas. No es un consuelo tonto, para nada. Yo he disfrutado de mi soltería una barbaridad.

      Muá.

      Eliminar
  4. Yo soy de la opinión de que cuando decides no buscar, entonces aparece...

    Es como cuando buscas como loca las gafas... Decides que sales sin ellas y cuando vas a por la chaqueta ¡oye! ¡las gafas! :D

    ¿Soy demasiado simplona por comparar al amor con las gafas? U_u

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No, no. Jack te daría la razón. Y mucha gente. A veces, te obsesionas tanto buscando que lo ves donde no está, y donde está, ni miras.

      Eliminar
  5. A mí se me quedó una historia con punto simplemente, tuve durante mucho tiempo la curiosidad de saber por qué ese punto fue final, quizá hubiera conseguido no caer en errores posteriores.

    Eso sí, el último punto y final que tuve fue la mayor liberación del mundo mundial, creo que nunca había sentido tanta paz al terminar una relación; sobre todo porque me permitió unos meses después conocer a mi amorosísimo esposo.

    Esposo que llegó en una época pésima y en una noche más pésima aún xD

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajajaja, las cosas parece ser, llegan cuando tienen que llegar.

      Yo también odio esos finales inconclusos, que no sabes si fueron finales del todo o no u.u

      Eliminar

Publicar un comentario

¡Adelante! Deja tu retal :)

Entradas populares de este blog

Cómo aprobé el nivel Avanzado de la EOI preparándome por mi cuenta.

Tontos-a-las-tres.

Libro: La edad de la ira, de Fernando J. López