De cuerpo presente.

Hoy os vengo con una entrega más del anecdotario del pueblo. Pero visto que es el día del Señor y que hay que santificar las fiestas, lo que os traigo hoy es un poco de formación espiritual. Pecadoras, más que pecadoras.

¿Sabéis de qué me he dado cuenta? De que la gente va a misa con el piloto automático puesto. De que no se enteran de nada, vaya. Me di cuenta hace un par de días. Asistí a una misa oficiada por el alma de un difunto, uno de esas cosas que se hacen más por apoyar a los que quedan que por otra cosa. El caso es que allí estaba yo, con mi madre, escuchando misa. Porque yo sí escucho misa. Porque ir pa ná, es tontería, como dice mi paisano.

Total, que allí estaba yo escuchando. El sacerdote empezó la misa hablando un poco de la vida de San Lucas, el santo que tocaba ese día, cosa que me pareció interesante y demás. Yo pensaba: "Madre mía, qué bien, no te sueltan el sermón rollaco y ya, algo es algo... Ahora entiendo por qué la gente está tan contenta con este cura". Porque lo están. De hecho, hay gente que te dice que tienes que ir a misa, porque este sacerdote la dice "divinamente". Como quien te recomienda ir al cine porque están poniendo una película bueníiiiisima. Pues igual.  

Pero llegó el momento de las lecturas. Segunda carta de San Pablo a Timoteo. Empiezan a leer. Y yo allí, atenta, atentísima. Y San Pablo quejándose, de que este le ha abandonao porque le va mucho la parranda. Que otros se han ido cada uno para donde les ha dado la gana. Que si este se ha portado muy mal conmigo. Oye, que cuando vengas, tráeme el abrigo que me dejé allí. Y los libros. Ale, que la paz del Señor esté contigo, hermoso. 

Me tuve que aguantar la risa cuando oí el "Palabra de Dios". Porque eso eran, más que otra cosa, despotriques varios. Solo le faltaba decir: "Trae el tapperware en el que te mandé las croquetas". Lo que yo no entendía era por qué no estaba todo el mundo rodando por el suelo de la risa. O al menos, poniendo cara de circunstancia. Y entonces miré a mi alrededor y todo el mundo estaba allí, de cuerpo presente, pero su espíritu debía de estarse elevando ya a las alturas. Nada más empezar la misa. ¡Milagro! ¡Milagro!

Para hacer la comprobación, al salir, le pregunté a mi madre qué le había parecido la lectura de la carta. Bien, le había parecido bien. Empiezo a hacer la coña del: "todo el mundo se porta mal conmigo, vente y tráeme el abrigo" y mi madre que no sabe de qué va la historia. Y como ella yo creo que el 95 % de la gente que allí había. 

Pero que no queda ahí la cosa... Que anoche lo cuento durante la cena, y me dicen que no puede ser que eso salga en la Biblia, que tuvo que ser un lapsus. ¡Pues vaya lapsus largo! Ya dije alguna vez que la gente que se declara creyente muchas veces no sabe ni en qué cree. Lo confirmo. Pero es que ni la gente practicante - que va a misa- parece practicar de verdad. Será que en este país no somos muy de tomarnos las cosas en serio...

Para acercaros un poquito más al cielo, os dejo el fragmento de la segunda carta de San Pablo a Timoteo que leyeron en misa aquel día:

Apresúrate a venir a mí cuanto antes, porque me ha abandonado Demás por amor a este mundo y se ha marchado a Tesalónica; Crescente, a Galacia; Tito, a Dalmacia. El único que está conmigo es Lucas. Toma a Marcos y tráele contigo, pues me es muy útil para el ministerio. A Tíquico le he mandado a Éfeso. Cuando vengas, tráeme el abrigo que me dejé en Tróada, en casa de Carpo, y los libros, en especial los pergaminos. Alejandro, el herrero, me ha hecho mucho mal. El Señor le retribuirá según sus obras.  Tú también guárdate de él, pues se ha opuesto tenazmente a nuestra predicación.
 En mi primera defensa nadie me asistió, antes bien todos me desampararon. Que no se les tome en cuenta. Pero el Señor me asistió y me dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todos los gentiles. Y fui  librado de la boca del león.
 El Señor me librará de toda obra mala y me salvará guardándome para su Reino celestial. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Saluda a Prisca y Aquila y a la familia de Onesíforo. Erasto se quedó en Corinto; a Trófimo le dejé enfermo en Mileto. Date prisa en venir antes del invierno. Te saludan Eubulo, Pudente, Lino, Claudia y todos los hermanos.
El Señor sea con tu espíritu. La gracia sea con vosotros.

Ale, ¡pasad un buen domingo! :P

Comentarios

  1. San Pablo era el de las mujeres en la iglesia o tapadas o rapadas, no?

    Pues eso. Un poco mucho quejicoso-insoportable el hombre. Y creador del cristianismo tal y como lo conocemos ahora mismo... en fin.

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    1. Sí, el de que las mujeres cubiertas están bien y de que eso de enseñar cosas a los hombres, mal, caca.

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  2. Te entiendo, yo también soy de las que escucha. Una vez tuve que salirme en mitad de una lectura que hablaba sobre los ministros de la iglesia. Pocos días antes nuestros ministros del gobierno la habían liado con algo y a mí me dio la risa xD xD xD

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  3. La gente no sabe ni porqué cree ni qué es lo que dice la Biblia, ni qué es lo que se dice en misa ni nada, pero luego en Semana Santa mucho golpe de pecho y mucho llorar con los palios. Hay cosas que evidentemente no tienen explicación.

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  4. Es lo que tienen las cartas. Uno saca todo lo que tiene dentro y oye, se deja llevar por las pequeñeces y demás porquerías que le definen como ser humano.
    Y sí, es cachondo que a eso, precisamente, le pongan la coletilla de "palabra de Dios".
    Un saludo

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    1. A ver, que el pobre san Pablo estaba ahí, preso, creo recordar, y se sentía solico. Todo el mundo había huído en desbandada. La situación era chunga. Lo que pasa es que claro, sacas ese fragmento de contexto y bueno, no sé. A mí me daba la risilla floja.

      Pero bueno, en cualquier caso, palabra de San Pablo, ¿no? Hay, es que soy muy mala yo pa eso de las religiones. Soy una mosca cojonera. XD

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