Secretos

Me encantan los secretos. Guardar pequeños secretos es un placer. Como guardián de ellos, tienes una gran responsabilidad, y además, se experimenta cierta sensación de clandestinidad. Aunque hablemos del secreto más nimio.  Los secretos son como tesoros: hay quien está satisfecho con el mero hecho de tenerlos, y hay quien necesita ventilarlos y enseñarlos a todo el mundo para sentirse satisfecho.

Como decía, adoro los secretos. Me encanta saber que ciertas cosas son mías y puedo compartirlas con quien yo quiera. Me gusta la relación de confianza y complicidad que se establece entre dos personas cuando comparten un secreto. En resumidas cuentas, para mí, los secretos son una de esas pequeñas cosas que le ponen sal a la vida. No la única, desde luego, pero una de tantas.

Además, a veces hay que guardar ciertas cosas en secreto, para protegerlas. Suelen decirse cosas como "tengo un proyecto, pero no te puedo adelantar nada", o "tengo algo entre manos". A veces las futuras mamás también guardan secretos, temerosas de que si dicen que en su vientre está gestándose un pequeño milagro, venga un soplo de viento y se lo lleve. 

Algo así me pasa a mí ahora. Hace unas semanas que escribo una historia en secreto. Es un secreto compartido, de esos que te hacen cómplice de otra persona. La historia nació como un relato breve, pero ha ido avanzando y transformándose y no sé en qué acabará, si es que acaba en algo. Cada paso ha sido compartido, casi en tiempo real, con mi cómplice y ambos nos hemos entusiasmado, reído, emocionado y puesto nerviosos casi a la vez. Nos hemos implicado por igual, quizá demasiado, en esta historia secreta. 

Por eso mismo creo que ninguno de los dos estamos en condiciones de juzgar esto que está surgiendo poco a poco. Creo que nos hemos metido demasiado de lleno en ello y que no podemos estimar ni medio objetivamente cuál es el alcance real de lo que tenemos entre manos, qué es lo que hay: si es un simple juego de enamorados, si es una tontería mía o si realmente es algo que merece la pena compartir. El problema es que, para discernir esto, tengo que compartir esa historia con alguien, tengo que dársela a leer. Tengo que hacer a alguien más cómplice de este secreto.

Y sí, es un problema. Pienso en mis amigas más cercanas. Descarto a las que creo que no leen literatura/relatos románticos. Me queda una. Pero está muy ocupada con su máster. Además... creo que ella lee más romántica histórica que otra cosa... No quiero hacerla leer algo que no sea su estilo. Además, me intimida un poco porque ella ha guionizado un par de historietas en un cómic... Sí, sé que es la misma que antes de que eso ocurriera, y sé que es una lectora más que cualificada. Pero me da cosa. Además, no me gustaría ponerla en una situación comprometida, en la que viese que esa historia es una patata, o que no vale la pena, y no supiese cómo decírmelo. No sé. Es un lío.  Elegir con quien compartes un secreto casi siempre lo es.

Pero además tengo miedo. Esto es un poco comparable a contarle a una amiga íntima cómo ha sido tu primera vez, o a compartir con ella las primeras palabras de amor intercambiadas con alguien: si tras soltar la bomba se ríen, te dejan hecha polvo. Algo así me pasa a mí. Como ya he dicho, estoy muy implicada con esa historia. Si de repente alguien la lee y, por la razón que sea, queda indiferente, o no ve ni rastro de esa magia que yo veo...probablemente me sentiré fatal. Es uno de los riesgos de conocer otras perspectivas, claro está. Y también tengo miedo de que al contarlo, se estropeé: que la inspiración se vaya, o que ese momento en el que me pongo a escribir, y que ahora estoy deseando que llegue, quizá pueda convertirse en una obligación, en una rutina, en algo sin significado. Compartir secretos supone siempre asumir ciertos riesgos, sí, pero empiezo a preguntarme si, en este caso, merece la pena. Si no será mejor dejar que esta historia siga siendo un secreto, un juego, algo mío. Porque...¿os he dicho que me encantan los secretos?

Comentarios

  1. Bettie ¡no la des a leer hasta que la termines! No dejes que la ilusión que pongas dependa de la opinón de un tercero...

    Yo creo que no la mostraría hasta el final. Si luego no gusta, no importa, ha sido mía desde que nació hasta que murió, pero no la maté anticipadamente ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que es un buen consejo... ;) Como todos los tuyos ^^

      Eliminar
    2. ¡¡A vosotros!! ¿Sabéis? Cada vez que os leo me hacéis creer más en las personas :)

      Disfrutad mucho de todo el proceso, que dure lo que tenga que durar, si son cien páginas como si son mil. Lo importante es que os haga sentir bien y que signifique algo para vosotros. El resto ¡tiempo al tiempo! ;-)

      Un besazo a los dos, que os quiero mucho :D

      Eliminar
    3. Pues sí. Y si al final se queda en algo de dos, tampoco es nada malo :) bonica que eres, leche...

      Eliminar
  2. Tu terminala primero!!!!!!!! Me parece algo precioso!!!!

    Mua

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Nere. De todos modos tampoco creas que tengo ganas de acabarlo... me lo estoy pasando tan bien escribiéndolo... jaja :)

      Eliminar
  3. estoy con las chicas, acabalo y luego.........ya veras

    ResponderEliminar
  4. Amén! Termina de escribirla, y que como dice Papish sea tuya de principio a fin

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y quizá después también sea mía... Pero sí, es una buena idea. No quiero gafarlo.

      :)

      Eliminar
  5. Pues ya te digo lo mismo, no digas nada! xDDD vosotros ahí a lo vuestro jijiji

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

¡Adelante! Deja tu retal :)

Entradas populares de este blog

Cómo aprobé el nivel Avanzado de la EOI preparándome por mi cuenta.

Tontos-a-las-tres.

Libro: La edad de la ira, de Fernando J. López